Cruce real

C.M.-P.C.P. / Burgos
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Don Juan Carlos almorzó ayer en el Landa, compró morcillas y se hizo fotos con quien se lo pidió • Llevaba una discreta escolta • Doña Sofía descansó el viernes en la suite del Azofra

Doña Sofía llega a la UBU, acompañada del rector,Alfonso Murillo. - Foto: Luis López Araico

Burgos, cruce de caminos para Don Juan Carlos yDoña Sofía. Con el título vitalicio de reyes pero sin tanta rigidez de protocolo, ambos disponen de cierto margen para conducir el día a día de sus vidas por los caminos en los que se encuentran más cómodos, por las aficiones e intereses más personales que durante años no han podido cultivar a veces por motivos de agenda. En dos días, esas inquietudes se han centrado en Burgos, aunque solo sea fugazmente. 
 
A Don Juan Carlos le precede su fama de buen conversador, divertido y aficionado a la buena mesa. Entre ellas la del Hotel Landa, tanto por su comida como por la discreción del emplazamiento y de la plantilla. Por eso ayer, alrededores de las 13 horas, empleados y clientes no podían creerse que fue el rey quien estuviera almorzando en la terraza unos huevos fritos, con guindilla incluida.
 
El salmantino, pero afincado en Miranda de Ebro, Raúl González, se paró en el establecimiento para tomar un refresco antes de acompañar a su mujer, la diputada Carmen Mateos, a la comida del PP en Arcos de la Llana. Al llegar notaron la presencia policial y al acercase más vieron a JuanCarlos sentado con otras 2 personas.
 
Mientras unos trataban de averiguar si era él o no, y otros iban y venían con más o menos discrección por delante de la mesa real, Raúl no se lo pensó dos veces y se acercó a él para pedirle una foto. «Me ha dado la mano y me ha preguntado de dónde era. Ha sido muy amable. La gente dudaba en acercase o no porque no se podían creer que fuera él».
 
González fue de los primeros en romper el fuego. A partir de ahí, todo el que quiso pudo acercarse al monarca, que no puso ningún impedimiento en retratase hasta con toda una familia, con la que charló y bromeó relajadamente, y con algunos trabajadores del establecimiento. Eso sí, la bolsa con las viandas que había comprado se la entregó a uno de sus acompañantes, que además actuó de improvisado fotógrafo.
 
Juan Carlos caminaba ayer bastanta más ligero que lo que se intuía en sus últimas apariciones oficiales vía televisión, aunque ayudado de un bastón que sujetaba con la mano derecha. 
 
Igual de relajada y sonriente se mostraba Doña Sofía el viernes. La reina reservó la suite del Hotel Azofra para descansar antes y después de las sesiones del Congreso Mundial de Prehistoria y Protohistoria, en la Facultad de Económicas y en el Hospital del Rey. Tan de incógnito que nadie en el establecimiento sabía que iban a tener una clienta tan especial hasta que apareció por la puerta. Aunque advirtieron que nada de fotos, finalmente también ella se retrató con algunos trabajadores en la recepción. 
 
El fundador del negocio, Carlos Azofra, la saludó «como si fuera de la familia», asegura una testigo de presencial. Y ella, empeñada en pasar como una congresista más, con su acreditación colgada del bolso y la documentación entregada por la organización del evento, le dedicó otra sonrisa abierta y franca.