La vida sí es lo que veías en películas

A.S.R.
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La Maravillosa Orquesta del Alcohol 'desaparecerá' en 2020 para coger aire y escribir un nuevo disco tras dos años de gira que culminará el 23 de noviembre en Madrid

La Maravillosa Orquesta del Alcohol volverá a voltear el día 23 de este mes el Wizink Center de Madrid como ya hizo hace un año. - Foto: Alberto Rodrigo

Cuesta creerse eso de que la vida no es lo que veías en películas, que cantan en una de las canciones de su último disco, Salvavida (de las balas perdidas), cuando han pasado de ser unos jóvenes que apenas tocaban para sus amigos a un grupo imprescindible en cualquier festival y sala de relumbrón con cientos de personas en cada actuación. La vida de La Maravillosa Orquesta del Alcohol (La M.O.D.A.) no es lo que veían en películas. Pero se le parece mucho. Y ese último álbum tiene mucho que ver en ese giro del guion. Desde su publicación hace dos años, han realizado 135-140 conciertos en España, además de en otros países de Europa y América, han colgado el cartel de ‘entradas agotadas’ en un sinfín de citas, se rifan su presencia en los medios de comunicación nacionales (esta noche están en La hora musa, de La 2), han sumado colaboraciones y grabado nuevos trabajos... Son protagonistas de un filme de aventuras que escribe el final este mes de noviembre, un the end seguido de un to be continued.

Esa última nota antes del paréntesis la darán el 23 de noviembre en el WizinkCenter de Madrid tras pasar por Barcelona (15 y 16 de noviembre) y Bilbao (9 de noviembre), con las localidades agotadas en estas dos plazas.

Para ese último concierto en la capital del reino llevan vendidas, se dice pronto, 13.000 entradas. El año pasado metieron 12.000. Prueba superada. «Nunca pretendimos llenar, queríamos repetir los números, ya los hemos superado y quedan tres semanas, por lo que las expectativas son muy buenas», analiza David Ruiz, voz del septeto, los datos de la que se presume como una gran fiesta en la que contarán con amigos como Víctor Rutty y Rober del Pyro, Quique González, Morgan, Juan Blas, que los grabó su primera maqueta, o Fetén Fetén.

Qué pasará a partir del 24 de noviembre está por rodar, aunque el cantante tiene claro el boceto: «Desaparecemos de los escenarios hasta nuevo aviso. En 2020 no vamos a tocar en España, en ningún festival, en ninguna fiesta y en ninguna sala. No descartamos algún concierto benéfico o acústico, pero queremos irnos para coger aire, no cansar al público y escribir un disco nuevo».

Un álbum que el grupo, que completan Nacho Mur, Álvar de Pablo, Caleb Melguizo, Jorge Juan, José Ángel Hortigüela Joselito Maravillas y Jacobo Naya, alumbrará sin prisas, sin plazos y sin presiones. Ellos mandan sobre el reloj y el calendario. Y primero toca cerrar estos dos años de gira.

¿Cómo llegan los intérpretes a este final tras tantos kilómetros en la carretera, tanto tiempo fuera de casa y cada vez más ojos pendientes de ellos?

«Llegamos con mucha ilusión y mucha energía, aunque parezca difícil porque desde que sacamos el disco, en septiembre de 2017, no hemos parado. Hemos tocado en España en casi todas las salas y en casi todos los festivales, hemos viajado por primera vez a Estados Unidos y también a Colombia, hemos vuelto a México, Irlanda e Inglaterra, hemos grabado dos EP, uno con Steve Albini en Chicago (7:47 (Ni un minuto más)) y otro con Raül Refree en Madrid (Colectivo nostalgia), hemos dado conciertos acústicos en los pueblos de la provincia, algo muy importante para nosotros,... Tenemos la sensación de haber hecho las cosas bien y haber aprendido mucho. Probablemente, este disco es el que más nos ha hecho crecer», responde el músico, que, «sin duda», ve la publicación de Salvavida (de las balas perdidas) como un antes y un después en la trayectoria de la banda.

Cada una de esas noches ante cientos, miles de personas, que coreaban sus canciones, La M.O.D.A. ha tocado el cielo y David Ruiz admite que asimilarlo cuesta. El aterrizaje después de esos vuelos, alguno galáctico, es difícil. Pero sin dramas.

«Estamos aprendiendo y descubriendo este oficio cada día. Han sido nueve años, ha venido muy poco a poco, y uno va adaptándose. Hay que buscarle el punto a todo. Cuesta ese aterrizaje, pero después de tanto ruido alrededor está bien encontrar paz y silencio y siempre hemos tenido los pies en el suelo. Nos rodeamos de la misma gente que antes de tener el grupo y eso ayuda a normalizarlo todo y verlo como lo que es: un curro más».

Un trabajo con sus luces y sus sombras -apenas un 1%, dice-, con el que sienten que les ha tocado la lotería, pero después de llamar muchas veces a su puerta, y con el que aún esperan disfrutar mucho, aunque prefieren no hablar de sueños por cumplir: «Eso es algo de cuando tienes 15 años. Esto es más realista, más de verdad, es querer seguir haciendo cosas, estar ilusionado cada día con la música, con las canciones, con los conciertos, ser feliz en el escenario y compartiendo el oficio con tus compañeros, conocer gente interesante, grabar un videoclip que te transmita algo, escribir una letra que te llene... Nuestros sueños son más terrenales».