De 'niño milagro' a icono revolucionario

Ana Mengotti (EFE)
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Han pasado ya dos décadas desde que el 'balsero' Elian llegó a América. Su repatriación supuso un pulso entre los disidentes cubanos y el Gobierno de Fidel Castro, a quien Washington acabó dando la razón

Elian González en 2010 - Foto: Adalberto Roque

Hace 20 años, el balserito Elian González se salvó de morir ahogado con su madre y otros cubanos que querían llegar a Florida, pero se quedó en medio de un pulso de fuerza entre el Gobierno de Cuba y los exiliados en Miami, zanjado con un fallo de la justicia estadounidense que posibilitó su regreso a la isla.

«Volvería a defender a un niño indefenso ante una dictadura», apunta Ramón Saúl Sánchez, uno de los líderes de las protestas con las que los cubanos de Miami trataron infructuosamente de impedir que Elian, que tenía cinco años cuando cruzó el estrecho de la Florida a bordo de una balsa, fuera devuelto a su padre y a Cuba.

«Era un deber ético, no lo hicimos por política ni por ningún otro interés. El que haya pasado por una experiencia como nosotros (los exiliados) sabe que estábamos obligados a defender a ese niño», agrega el líder del Movimiento Democracia. Frente a la casa en la Pequeña Habana, donde el niño vivió con un tío materno y otros familiares después de su rescate por unos pescadores en aguas cercanas a Florida el 25 de noviembre de 1999, Sánchez recuerda el culatazo que recibió allí mismo el día en que agentes federales de EEUU irrumpieron para llevarse a Elian.

Era el 22 de abril del año 2000 y la orden de entrar la había dado Janet Reno, entonces fiscal general y para muchos exiliados la mala de esta película.

Ese día, Sánchez supo que la consigna Elian no se va, que se había popularizado en las protestas, no iba a hacerse realidad.

Considerado en Miami un niño milagro, no solo por haberse salvado del naufragio sino porque su rescate fue el día de Acción de Gracias, el pequeño, convertido en un símbolo de la revolución y de su triunfo sobre el capitalismo, regresó a Cuba después de muchas negociaciones e idas y vueltas en los tribunales y multitudinarias manifestaciones en Miami y la isla.

Fidel Castro se involucró personalmente en lo que en otras circunstancias y países hubiera sido solo una disputa familiar sobre la custodia de un niño cuya madre se lo llevó de su país sin permiso del padre, que quería recuperarlo y criarlo con él en Cuba.

Sánchez opina que Castro, conocedor de que en Estados Unidos se «respeta la ley», aprovechó el caso Elian para «proyectarse como un defensor de la niñez», aunque «no lo era», y a la vez «asestarle un golpe de dimensiones internacionales a la comunidad del exilio».

El organizador de cadenas humanas y acciones de desobediencia civil por Elian asegura que siempre pensó que eran los familiares maternos y paternos del niño los que debían ponerse de acuerdo sobre su futuro, no los Gobiernos.

No obstante, explica, había un hecho que no se podía obviar: la madre de Elian decidió irse de un país en el que «una dictadura asfixiaba, y aún asfixia, al pueblo».

Si Cuba no fuera «una dictadura», la gente no se lanzaría al mar, agrega Sánchez, que responsabiliza al «régimen» de cada una de las muertes de balseros cubanos cuyo sueño americano terminó al irse a pique la precaria embarcación en la que abandonaron su país.

La llamada crisis de los balseros fue en 1994, pero en 1999, el año en que la balsa donde iba Elian zozobró, hubo otra salida masiva de embarcaciones precarias hacia EEUU sin que el Gobierno cubano tratara de detenerlas, según informaciones de entonces.

Desde el 1 de enero hasta el 27 de noviembre de 1999, 940 cubanos fueron interceptados en alta mar, según datos de los guardacostas estadounidenses recogidas en los noticieros del momento.

Sánchez no tiene ningún tipo de duda de que la razón de que se intercepten ahora menos balseros es que ya no rige la llamada política de pies secos/pies mojados, que entonces permitía a los cubanos que llegaban a tocar tierra norteamericana quedarse en el país y condenaba a ser repatriados a los que eran detenidos en el agua.

Esa política fue eliminada por la Administración de Barack Obama durante el deshielo con Cuba y es una de las pocas cosas que Donald Trump, su sucesor en la Casa Blanca, ha dejado en pie de ese intento de normalización de relaciones.

«Lavado de cerebro».

Sobre el Elian criado en Cuba, Sánchez subraya que le «lavaron el cerebro los responsables de que su madre muriera» y, por eso, hoy parece «casi un autómata», siempre con «cara de roña (de mal humor)».

La cara del balserito más recordada es, sin embargo, la del día en que fue sacado de la casa de su tío en la Pequeña Habana de Miami por un grupo de marshalls.

La famoso foto que tomó el ya fallecido Alan Díaz, el fotógrafo de la agencia AP y ganador de un Pulitzer, muestra a un pequeño Elian de seis años en brazos de uno de los pescadores que lo salvaron, Donato Dalrymple, aterrorizado ante el uniformado con casco y unas enormes gafas protectoras les apunta con un arma de guerra.

El caso Elian, visto como uno de los muchos desencuentros entre EEUU y su vecina Cuba es un capítulo más en la  lucha de los cubanos por su libertad.