A Goya Foods se le atraganta Trump

R. Pérez Barredo
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La empresa fundada por el burgalés Prudencio Unanue, a la sazón la compañía de alimentación hispana más importante de EEUU, sufre un boicot después de que su máximo responsable halagara al inquilino de la Casa Blanca

Robert Unanue y Donald Trump el día que se desató la polémica. - Foto: EFE

Prudencio Unanue levantó un imperio de la nada trabajando mucho y haciendo honor a su nombre de pila. Exactamente esto último es lo que no ha hecho uno de sus nietos, hoy principal dirigente de Goya Foods, la formidable empresa creada por aquel emigrante burgalés en Estados Unidos que es desde hace años la cadena de alimentación hispana más importante de Estados Unidos. Robert Unanue, presidente de Goya Foods, ha preparado un incendio de dimensiones colosales que ha derivado en un salvaje boicot a los productos de la compañía que preside. La ocurrencia se las trae; Unanue halagó a Donald Trump aseverando que Estados Unidos había sido "realmente bendecido" por tener un líder como el actual presidente de la nación más poderosa del mundo. "Tenemos un increíble constructor y oramos por nuestro liderazgo, nuestro presidente y nuestro país", señaló Unanue.

 

La reacción en el mundo hispano no se hizo esperar. Líderes de esta comunidad criticaron abiertamente al empresario, dejando claro que Trump es el principal enemigo de la comunidad hispana a tenor de cómo ha obrado con ésta desde su llegada a la Casa Blanca. La situación ha terminado derivando en un boicot alentado desde las redes sociales que ya está haciendo mucho daño a la compañía, por más que ésta, para tratar de frenar la sangría del boicot, anunciara poco después mediante un comunicado que realizará una donación de un millón de latas de garbanzos cultivados en Estados Unidos y más de 450 toneladas de productos a bancos de alimentos en todo el país, "los cuales necesitan desesperadamente alimentos para las familias afectadas por la pandemia de COVID-19".

 

En esa misiva, Goya Foods se defendía asegurando tener "una larga historia y tradición de apoyar a las comunidades en tiempos de desastre", a la vez que aseguraba que siempre ha apoyado iniciativas de salud, nutrición y educación y ha donado millones de libras de comida a bancos de alimentos, organizaciones, escuelas, hospitales y proveedores de atención médica en todo el mundo.

 

El sueño americano. Prudencio Unanue, nacido en Villasana de Mena en 1886, hizo realidad el sueño americano. No sin esfuerzo, claro. Abandonó su pueblo a los 17 años. Su primer destino, en tierras de ultramar, fue Puerto Rico. Allí, en el país caribeño, trabajó una década en distintos almacenes, hasta que decidió probar fortuna en Estados Unidos. En 1919 se estableció en Nueva York. Empleado como corredor de aduanas, dos años más tarde se casó con una emigrante de origen gallego llamada Carolina Casal, a quien había conocido en Puerto Rico. La familia se estableció en Brooklyn, donde la población mayoritaria era latina. El burgalés sabía que no le bastaría con trabajar, que también debía formarse. Y lo hizo: en la Albany Business College. Superada la Gran Depresión, desde la privilegiada atalaya que suponía su trabajo en la aduana, donde veía cómo, junto al aluvión permanente de emigrantes, llegaban también productos importados para el consumo de estos, impulsó su negocio de distribución de productos alimenticios.

Así nació en 1936 Goya (nombre que Unanue eligió en homenaje al pintor español y por su sencilla pronunciación): consciente de que existía un mercado creciente de consumidores que requerían alimentos latinos frescos y de alta calidad, Prudencio Unanue y su mujer comenzaron a distribuir productos desde un pequeño establecimiento en la calle Duane, al sur de Manhattan. La Guerra Civil en España empujaría a muchos españoles al exilio. De aquella corriente humana que llegaría a Nueva York también se benefició Goya Foods, que importó productos españoles como aceitunas, aceite de oliva y sardinas.

 

Un crecimiento imparable. En pocos años, el eslogan ‘Si es Goya, es bueno’ se expandió por toda la comunidad latina e Nueva York, hasta conquistar todo el país. Con el crecimiento de la población hispana, la línea de productos y las fábricas de Goya fueron creciendo. En 1958, la compañía se trasladó del sur de Manhattan a Brooklyn, hasta establecer su sede en Nueva Jersey en 1974. En 2005, Goya lanzó un plan estratégico de diez años e invirtió 500 millones de dólares en una expansión global, diseñada para llegar a nuevos consumidores y consolidar la marca Goya en todo el mundo.

 

Hoy, 85 años después de que fuera fundada, la empresa del burgalés Prudencio Unanue vende sus 2.500 productos no sólo en Estados Unidos; también en el Caribe, Centroamérica, México, Sudamérica y España. Da empleo a más de 4.000 personas y factura en torno a 1.500 millones de dólares cada año. Hace quince años, conscientes de que la emigración latina en España era cada vez mayor, apostar por invertir en el país del que salió el fundador del imperio alimentario. Adquirió Nativo y creó Goya Nativo, filial de Goya Foods. El objetivo de los Unanue era claro: ser tan conocidos en España como en Estados Unidos. Y ese fin ha ido poco a poco cumpliendo: los productos de Goya se pueden adquirir tanto en grandes superficies como en pequeños establecimientos como locutorios. Según los datos que maneja la empresa, el arraigo de la marca Goya en España se acerca ya al 50 por ciento del mercado latino residente en el país, facturando por encima de los 15 millones de euros anuales. La polémica generada por los halagos de Robert Unanue a Donald Trump resultan aún más llamativos cuando precisamente la empresa de origen español se benefició muchísimo de los anteriores inquilinos de la Casa Blanca: no en vano, la primera dama, Michelle Obama, eligió la marca creada por el burgalés para promover una campa de alimentación saludable... Nada que ver con este atragantamiento de última hora.