No nos llegan las coladas de lava, ni las gigantescas nubes de ceniza, ni sentimos en el tremor volcánico bajo nuestros pies, pero la isla de La Palma está más presente en Burgos de lo que parece. Los plátanos que se cultivan en las laderas hoy ardientes del Cumbre Vieja y de todos los volcanes que conforman el archipiélago canario forman parte del menú diario de los burgaleses. De hecho, es -con diferencia y por peso- la fruta más consumida durante los 365 días del año en plena Castilla. Solo MercaBurgos, el mercado mayorista que abastece a las pequeñas fruterías, comedores escolares, residencias de ancianos, hospitales y restaurantes de la ciudad, comercializa cerca de 15.000 kilos cada semana, buena parte de ellos procedentes de la isla de La Palma. Sumen a esto la actividad de las medianas y grandes superficies, hegemónicas en la comercialización de fruta.
Porque en Burgos se vende y consume el plátano canario durante todo el año, al compás de una cosecha continua impulsada por el tropical clima de las Islas, cosecha que cuando decrece -sobre todo durante el mes de noviembre- deja algo de espacio a su principal competidor, la banana, cultivada en  otros países. Hay 160 variedades de banana y el plátano no se queda atrás.  Las marcas también son muchas, impulsadas por cooperativas agrarias canarias que reúnen a pequeños y grandes productores.

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