Una derrota cantada

ALMUDENA SANZ
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Juan de Padilla, el Cardenal Cisneros o el Condestable de Castilla protagonizan la ópera 'Los Comuneros', con figurantes burgaleses, que concluye este sábado en el Fórum su gira por la Comunidad

Padilla, encarnado por el tenor Alejandro Roy, en su encuentro con Juana de Castilla, a la que da vida Conchi Moyano.

No sorprenderá su final, sí su principio. La Historia está escrita y Padilla, Bravo y Maldonado caerán derrotados el 23 de abril de 1521 tras la batalla de Villalar. Sin lugar al canto de esperanza. Pero hay muchas maneras de contar un fracaso. La ópera se presume como un vehículo épico y novedoso. Los Comuneros, enmarcado en la celebración de su quinto centenario, concluye mañana en el Fórum (20.30 h., 25, 35 y 40 euros) la gira que ha emprendido por toda Castilla y León tras su estreno el pasado día 2 en Salamanca. 

Pensada para todos los públicos, con 75 minutos de duración y planteada con un ritmo cinematográfico, su autor, Igor Escudero, escribe una ópera en tres actos. El primero sitúa al público en los prolegómenos de la llegada del rey Carlos I, en el año 1517, con el Cardenal Cisneros, regente de Castilla, como uno de los protagonistas. El segundo relata cómo se organiza el movimiento comunero, la visita que hacen a la reina Juana la Loca en Tordesillas, donde la brindarán su confianza como la verdadera reina. El tercero recrea las batallas de Torrelobatón y el desenlace final en Villalar. 

La Orquesta Sinfónica de Castilla y León (Oscyl) interpreta la parte musical bajo la batuta del segoviano José Luis López Antón. 

¿Cómo se traslada este relato al pentagrama? ¿Cómo es la música que envuelve la representación? 

«La estética musical está inspirada en la época originaria, en el siglo XVI, y la armonía también bebe de esta música renacentista y barroca. En ese sentido, aunque sea una nueva creación, del año 2021, no sigue una línea de vanguardia, sino que por momentos podría asociarse con las grandes bandas sonoras del cine», agrega López Antón al tiempo que, a modo de ejemplo, observa que el uso de acordes más disonantes y polirritmias ilustran el conflicto interior de la reina Juana o la carga de instrumentos de viento-metal (trompetas, timbales...) y las voces del coro subrayan la tensión dramática del último acto, con tintes más heroicos. 

Juan de Padilla, interpretado por el tenor Alejandro Roy, lleva el peso de este montaje que cuenta con la burgalesa Eva Saiz Díez como ayudante de producción y miembros de la Asociación de Recreaciones Históricas de Burgos entre los figurantes. Junto al célebre comunero encarnan papeles destacados Pedro Girón (Fernando Campero) e Íñigo Fernández de Velasco (Xavier Casademont), ambos de la misma familia, pero representantes de distintos bandos, comunero y realista, respectivamente. El Cardenal Cisneros (José Concepción), Juana de Castilla (Conchi Moyano), Juan Bravo (Alfonso Baruque) y el fraile Francisco (Ferrán Albrich) completan el elenco. 

«Hay un momento musicalmente fantástico, cuando Padilla dice '¡qué pena que Castilla sea gobernada por aquellos que no la tienen amor!', una cita textual que recorre todas las iglesias de Castilla en unos pasquines. Y ese es el punto culminante y el gran clímax de la obra, cuando se produce el ajusticiamiento de Padilla», enfatiza el batuta sobre esta producción que tuvo que hacer equilibrios para salir adelante por culpa de la pandemia. 

Unas circunstancias que han influido en su puesta en escena y en los tiempos. López Antón coge prestadas unas palabras del compositor para anotar que es una ópera con alma cinematográfica. Su ritmo es trepidante, nada que ver con las óperas wagnerianas, que pueden alargarse horas. «Es una manera muy bonita de revisitar nuestra historia, la de los castellano y leoneses. Es como ver desde otro prisma una película en la que ya sabes qué va a ocurrir», destaca y advierte como un reto llevar a escena una ópera de estreno, «sin grabaciones, referencias ni tradición», que, en contrapartida, permite una flexibilidad impensable en las de repertorio. 

Los Comuneros baja el telón en Burgos. Pero no descarta levantarse y seguir camino por las otras tierras de aquella vasta Castilla.