Placeres para el paladar que no pasan de moda

R.E.M.
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La temporada de caracoles y setas vuelve con gran éxito después de que el año pasado coincidiera con el confinamiento y la confianza en los vendedores sigue resultando fundamental para adquirir estos productos

Es temporada de caracoles y en los comercios se nota, como muestra Tina Estébanez desde su tienda. - Foto: Christian Castrillo

Aquellos ricos platos que preparaba la abuela para toda la familia con productos como los caracoles o las setas han ido pasando de generación en generación y muestra de ello es el éxito que siguen teniendo. Es temporada precisamente ahora de ambos alimentos y en los pequeños comercios están notando que había muchas ganas de volver a consumirlos después de que el año pasado resultara imposible debido a que coincidió en pleno confinamiento.

«La temporada este año está siendo mejor porque el pasado como estábamos confinados no se podían comprar, sí que me llamó gente para ver si podía traer caracoles y setas y les tuve que decir que no», explica Tina Estébanez desde su frutería en la calle San Lorenzo. Igualmente, Tomás Maestre, que tiene su tienda también en la calle San Lorenzo, afirma respecto a las setas que «el año pasado no se podía salir y se quedaron muchísimas toneladas de perrochico porque no se pudieron coger». Coinciden en que ya había muchas ganas de disfrutar de ambos productos por estas fechas.

La temporada de caracoles arranca concretamente desde mediados de marzo (aproximadamente desde San José) y llega hasta junio con la llegada del buen tiempo. Maestre cree que puede llegar a vender en este periodo hasta 1.000 o 1.500 kilos, ya que a pesar de que vende todo el año, ahora es cuando más se consume. La temporada de la seta es prácticamente la misma aunque un poco más corta, desde mitad de abril y todo mayo. El perrochico «cuando está sobre 30 euros se vende», explica, algo que varía principalmente en función de si hay mucha o poca oferta y «este año parece que de momento sí que hay». Cree que el año pasado «habrá sido el año que más haya habido con diferencia, gracias a días con mucha humedad y buenas temperaturas», pero no se pudo aprovechar todo por las duras restricciones de ese momento.

A la hora de adquirir ambos productos la confianza en los vendedores sigue resultando fundamental, ya que tal y como reconocen suelen ir personas que acuden habitualmente a comprar o que han sido recomendadas por otros familiares o amigos. «Se anima mucha gente, yo tengo cierta fama porque desde la época de mi abuela ya se vendían caracoles, estamos hablando de los años 40», comenta Maestre, y añade que «la gente sabe que tengo buena mercancía y vienen aquí desde muchísimos sitios a por ellos». En la misma línea se expresa Estébanez, que asegura que «quien come caracoles sabe dónde comprarlos, tiene su tienda de confianza y si los ha comprado un año y le han salido buenos el año siguiente repite», y exactamente lo mismo ocurre con las setas, debido básicamente a que para adquirir estos productos «hay que tener mucha confianza».

Coinciden en que tienen principalmente un público mayor, ya que se encargan de cocinarlos, mientras «los jóvenes son poco de guisos». Esperan que no se pierda la tradición de elaborar platos típicos con ambos alimentos, aunque también comentan que «ya veremos cuando esa generación deje de prepararlos a ver quién se encarga». Y, por supuesto, lo que nunca falta en el momento de comprarlos son los diferentes consejos sobre cómo cocinarlos, tanto de los propios vendedores como de otras clientas que comparten sus trucos. Todo para que la receta quede siempre deliciosa, los comensales deseen repetir y estos placeres para el paladar sigan muy presentes año tras año sin pasar de moda.