Dejando a un lado de la de la salud, la factura económica que aún pagan los burgaleses por el tabaco es altísima. El año pasado los fumadores se gastaron 473.864.186 euros en comprar las diferentes modalidades de tabaco, cuatro veces más que en 2005, cuando apareció la primera ley que puso coto al fumar. Este incremento tiene que ver con las subidas periódicas del precio -insuficientes, como ya han reflejado en este artículo las expertas en tabaquismo-  pero que han hecho que a pesar de que se ha desplomado la venta de algunos artículos para fumadores, el gasto se ha disparado en estos quince años. 

Son datos del Ministerio de Hacienda, que señalan que en 2005 la factura del tabaco fue de poco más de 83 millones y en el 2010 superó los cien. De forma paralela las unidades vendidas (paquetes de cigarrillos, unidades de cigarros puros y kilos de tabaco de liar y de pipa) han ido descendiendo paulatinamente: En 2005 fueron 51.373.448; en 2010, 49.823.816 y en 2019, 42.633.523.

Estas cifras tienen alguna singularidad. Así, la venta de paquetes de cigarrillos se ha desplomado claramente, desde los 33,7 millones de 2005 a los 17,6 del año pasado, mientras que los puros han aumentado de 17,5 millones de unidades en 2005 a 24,9 en 2019.

El tabaco de liar descendió entre las dos leyes de tabaco para crecer a partir de 2010: En 2005 se vendieron 67.331 kilos (3,3 millones de paquetes de 20 gramos, que es el que se consume de forma más habitual), en 2010, 21.018 kilos (1 millón de paquetes) y en 2019, 31.533 kilos (1,5 millones de paquetes). La pipa es lo que menos se fuma y su evolución ha sido similar a la del tabaco de liar: En 2005 se vendieron 9.526 kilos, en 2010 se desplomó hasta los 1.597 y en 2019 ha remontado y ha llegado a los 4.355 kilos.