La iglesia de Villangómez recupera la espadaña tras 3 años

I.P.
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Comienzan las obras para completar los tres cuerpos del campanario, en el que solo el inferior se mantuvo en pie tras el fuerte vendaval de 2017. También se reconstruirá la balaustrada del coro

La iglesia de Villangómez antes (i.) y después del derrumbe de la espadaña. - Foto: Valdivielso y Patricia

Eran las 8.45 horas del 3 de febrero de 2017 cuando una fortísima ráfaga de viento derribó los dos cuerpos superiores de la espadaña de la iglesia de San Cosme y San Damián de Villangómez, que se precipitaron sobre la bóveda, causando daños en la balaustrada del coro, que quedó hecha añicos, y en otros elementos que encontró en su caída. Dos años después se reconstruyó la bóveda dañada en un trabajo impecable utilizando métodos del siglo XVI, y ahora toca culminar los trabajos pendientes del interior, como es el coro, y levantar el campanario tal y como estaba antes de sufrir los efectos del temporal. 

Intervendrán los mismos actores que en la reconstrucción de la bóveda, los arquitectos Javier y José Carlos Garabito como autores del proyecto, y la empresa Aibur Restauraciones, en la ejecución. Los trabajos, que se iniciarán en los próximos días, están presupuestados en 48.400 euros, de los que 30.700 se financian con cargo al ‘convenio de las goteras’, entre Diputación y el Arzobispado. Con la fase anterior, la inversión total rondará los 100.000 euros.

El proyecto plantea la reconstrucción de la espadaña fielmente, gracias a los documentos fotográficos, reutilizando un 30% de las piezas existentes, que se conservan; el resto se reintegrará con nuevos bloques de piedra caliza, tratados con mortero de cal coloreado con pigmentos o tierras naturales estables, similar al existente. Se cuidará especialmente el trabajo en los elementos decorativos del campanarios, arcos, molduras, dinteles, jambas y zonas de encuentros.

La espadaña tiene 20 metros de altura y 8 de ancho. El primer y segundo cuerpo albergan dos hornacinas para las campanas y el tercero, solo una ventana y está rematado con un frontón clásico sobre el que se asentó el nido el nido de la cigüeña.  

Para evitar filtraciones de agua se ejecutará el emplomado de los huecos de la espadaña, mediante la colocación de láminas de plomo de 3 milímetros de espesor, y se hará el saneado de juntas de paramentos. Una vez que es instalan los andamios, explica Javier Garabito, se aprovecha para rematar toda la espadaña, por lo que se eliminarán las zonas reintegradas con mortero de cemento o resinas, eliminando polvo, hollín, materias orgánicas e incluso los morteros descompuestos o degradados.

Otra actuación importante se centrará en la balaustrada del coro, uno de los elementos más valiosos del templo. Se trata de una pieza de piedra afiligranada, en el que, como en el caso de la espadaña, se reutilizá el máximo de las piezas originales. Para ello se desmontarán los restos primitivos, eliminando las grapas de hierro. Las partes que tiene función estructural se reintegrarán con piedra caliza. Finalmente se realizará el montaje de la balaustrada, rejuntando con mortero de cal, y se realizará una serie de cosidos con varillas de acero inoxidable y resina epoxídica, así como la sustitución de las grapas de hierro por acero inoxidable.