Marian Peña

Observando al Mundo

Marian Peña


Convencer informando

24/11/2021

Observo preocupada la campaña de presión, coincidiendo con el aumento de casos de la covid en las últimas semanas, contra las personas que, haciendo uso de su libertad, han decidido no inmunizarse. Vaya por delante que soy defensora de la vacunación porque, a día de hoy, es el único método con el que contamos para controlar la mortalidad que produce el coronavirus; a pesar de ello no comparto declaraciones como las realizadas por el presidente de Cantabria quien considera que hay que vacunar «por las buenas o por las malas». Tampoco estoy de acuerdo con la legión de tertulianos que, con autoridad o sin ella, parecen señalar a estos ciudadanos como la principal causa del rebrote, colocando a todos ellos el sambenito del 'negacionismo'.

Para empezar, no podemos perder de vista que, en este país, la de vacunarse es una opción totalmente voluntaria y que hay algunas personas que, sin negar nada e informándose mucho, no están dispuestas a asumir los riesgos, que los tiene, de una vacuna que, a su juicio, se ha desarrollado demasiado rápido y con nuevos métodos poco probados y estudiados. La mayoría hemos decidido confiar en la ciencia en aras de lo que creemos nuestro bien y el de todos pero los que no lo ven así están en su derecho de no hacerlo y de no ser señalados ni represaliados por ello. Perpleja escuchaba en una televisión a uno de estos tertulianos comentando que la solución sería ofrecer «incentivos» para que cambien de opinión, mencionado como tales la prohibición de entrar en bares, discotecas y lugares públicos en general; cosa que más bien suena a castigo y a obligar por métodos indirectos.

Si hacemos caso a lo que cuentan sobre la inmunidad de grupo, en España, donde más del ochenta por ciento de la población estamos vacunados, no parece que los no inmunizados sean el mayor problema. No olvidemos que la vacuna no evita el contagio y que, al parecer, empieza a perder efectividad a los cuatro meses, de ahí que ya se esté hablando de una tercera dosis que cada vez se amplía a más grupos de edad.

Si queremos que la gente se vacune la clave no está en amenazar, castigar o enfrentar a unos con otros sino más bien en convencer con información clara y fiable y de eso nos falta un rato.