«Este intruso no ha podido conmigo; joven ya no me lleva»

G.G.U.
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Begoña Carrillo ha tenido cáncer de colon y mama, con dos recaídas en el pecho extirpado

«Este intruso noha podido conmigo:joven ya no me lleva» - Foto: Patricia González

Begoña Carrillo López es una autoridad en la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) de Burgos y no solo porque sus casi 22 años de convivencia con lo que ella llama «el intruso» la hayan convertido en una de las veteranas del colectivo, sino por su mezcla de entereza y sentido del humor ante una enfermedad que encontró acomodo en su colon y en su pecho derecho, en este caso con dos recaídas. «Nadie en mi familia ha tenido nada, yo soy la única. Pero siempre digo que este intruso no ha podido conmigo: joven, desde luego, ya no me lleva», dice, riéndose con sorna, a los 81 años. «Casi 82», matiza.

Carrillo tiene siete cicatrices en el cuerpo, así que raro es el día en el que no tiene dolores o molestias, pero su lema es que «no hay que amargarse ni amargar a nadie». Enterró a su padre y a su marido con menos de un mes de diferencia y el disgusto fue tan grande que, sostiene, allanó el camino para todo lo que vino después.

Su primer percance serio de salud fue una pancreatitis que la tuvo mes y medio ingresada en el Yagüe con unos dolores para los que no había calmante y que ella se veía incapaz de superar. Tiempo después, un dolor de tripa inusual le obligó a plantarse en la sala de espera de Urgencias hasta que alguien diera con la causa de sus males, que no era otra que un tumor en el colon ascendente. «Empezaron a darme quimio, pero a los ocho días tuvieron que dejarlo porque estaba intoxicada; completamente negra y aún me preguntaban si había estado tomando el sol», recuerda, especificando que ese cáncer no ha vuelto a dar la cara desde entonces, en 1998.

Pero un par de años después, en la ducha, notó una dureza en un pecho. «Creo que ni me sequé; me vestí y me fui corriendo al Yagüe», comenta, recalcando la importancia de que las mujeres aprendan a explorarse para distinguir lo hormonal de lo anormal. «Yo en marzo me había hecho una mamografía y no salió nada, pero ocho meses después, ahí estaba», explica esta burgalesa, que hasta tiempo después no supo que ese tumor había arraigado, con siete centímetros de afección en el músculo y en las costillas. Pero antes de tener todos esos detalles, Carrillo ya estaba otra vez en el proceso de pruebas, cirugía y tratamiento: quimio y radioterapia.

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