En busca del barrio sostenible

Á.M.
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El Ayuntamiento da los primeros pasos para buscar un distrito de la capital en el que diseñar una rehabilitación integral con parámetros de eficiencia plena

En busca del barrio sostenible

Es posible crear barrios sostenibles y las políticas emanadas de la UE y de los principales foros de desarrollo lo defienden con fiereza. Pero si bien las ciudades eficientes no son una utopía, el primer paso para lograr el objetivo de vivir sin matar -el entorno- es creérselo. Las iniciativas legislativas se han demostrado insuficientes y, hasta la fecha, los arranques en defensa de una construcción que apenas genere consumo energético se han limitado a iniciativas privadas muy concretas en el caso de Burgos, siendo la UBU, con su reforma de dos módulos del Hospital Militar, la única institución pública que ha aplicado el estándar passive house.

En el Ayuntamiento capitalino quieren intentarlo. Y quieren hacerlo a lo grande. Al menos así lo plantea el concejal de Fomento, Daniel Garabito. «Vamos muy atrasados en este campo y me preocupa ver cómo algunos partidos de la oposición frivolizan cuando se trasladan al pleno los debates sobre sostenibilidad. En nuestro programa contemplamos la realización de una experiencia piloto en sentido amplio y ya estamos trabajando en ello. Se están manteniendo reuniones con empresas especializadas y hay áreas municipales que están estudiando posibilidades».

El programa con el que el alcalde, Daniel de la Rosa, acudió a las elecciones de mayo recoge esta premisa de forma clara. Así: «Promoveremos actuaciones globales de sostenibilidad en determinadas áreas de la ciudad que supongan espacios de regeneración integral. Se escogerá, de acuerdo con sus residentes, un entorno ya edificado como laboratorio urbano» en el que aplicar medidas coordinadas de eficiencia energética. «Esto no es política, es el sino de los tiempos. Es algo que la ciudad debe hacer gobierne quien gobierne», añade el concejal.

El punto de partida es que «los ARU, como plan de regeneración, deberían estar ya superados». Antes llamados ARI, los proyectos pagados entre el Estado, la Junta el Ayuntamiento y los vecinos han servido para lustrar los espacios públicos y las fachadas de los edificios. Una mejora, sin duda, pero insuficiente para lograr vivir sin generar una gran demanda energética y una factura mensual acorde.

«El precio de la energía no va a bajar nunca, es una utopía pensar así. En ese escenario lo inteligente es buscar edificios eficientes, empezando por el propio Ayuntamiento. No es de recibo que tengamos un parque de 170 edificios municipales y que ninguno sea sostenible. Yo entiendo que invertir en esto viste menos que cortar una cinta, pero la inversión tiene un mayor retorno», defiende Garabito. Para romper esa sonrojante realidad, el Ayuntamiento ha obligado a que la futura escuela infantil de Río Vena se construya bajo criterios del estándar passive house.

El equipo de gobierno lleva semanas trabajando en la búsqueda de metodologías de actuación. No se trata simplemente de incentivar la aplicación de criterios constructivos que vayan más allá del «superado» pero vigente Código Técnico de la Edificación. «Queremos, por ejemplo, ligarlo a los grupos de investigación de la Universidad de Burgos». Buscar, en definitiva, el proyecto que demuestre que una ciudad sostenible es posible.

El plan de los socialistas no se centra en la construcción de un ‘nuevo barrio’, sino que busca ser una solución de habitabilidad para uno ya existente, así que «aunque todavía estamos analizando cuál sería el mejor lugar para hacerlo», es evidente que la iniciativa se centraría en alguna de las barriadas históricas de la capital y que necesitará el concurso de los vecinos.
Entre las medidas concretas que Garabito cree realizables está la «instalación de calderas a nivel de barrio», algo que «se hace en el Norte de Europa y que se ha demostrado mucho más eficiente» que las calderas individuales, «que son un anacronismo», y las calefacciones centrales. «Hemos mantenido reuniones para analizar su viabilidad y creemos que es posible hacerlo en Burgos».

Hasta la fecha, la única iniciativa municipal que ha pretendido unificar servicios por barrios ha sido la instalación de redes de recogida neumática de basuras, que sólo funciona en el entorno de la antigua estación y Cellophane. Se hicieron también inversiones millonarias en Fuentecillas y el S-3 y S-4, pero no llegaron a funcionar.

El coste, eso sí, lo pagaron los compradores de vivienda (en la repercusión de la urbanización de los nuevos sectores) y no obtuvieron ningún beneficio a cambio, como por ejemplo una reducción de la tasa de recogida de basuras. Sí, la red es más eficiente, requiere mucho menos coste a largo plazo (toda la basura llega a una central y no requiere de camiones circulando a diario de contenedor en contenedor) pero encarece la construcción.

Esa es la lección que Burgos debe aprender: los propietarios deben saber que invierten a medio y largo plazo, pero con un retorno muy alto. El Ayuntamiento, por su parte, debe garantizar a los vecinos ventajas que estimulen la inversión.