Orgullo de reloj

A.C.
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Santocildes restaura el mecanismo de su iglesia, de 1864. Su péndulo podría ser el más largo de España, con 7 metros

El alcalde de Santocildes, José Benito Juez, junto a la maquinaria del reloj. Detrás de él, la parte final del péndulo. - Foto: A.C.

Pasó más de seis décadas en el olvido, encerrado en lo alto de la torre de la iglesia de los santos hermanos Acisclo y Victoria. Su péndulo ya no oscilaba, las grandes piedras de sus contrapesos de 80 kilogramos una y 130, la otra, ya no subían y volvían a bajar. En Santocildes el reloj de la iglesia permanecía en silencio viendo pasar el tiempo sin marcarlo desde el año 1955 hasta que la junta vecinal y la Asociación de Amigos de Santocildes decidieron restaurarlo.

Hace dos años pusieron el antiguo reloj de 1864 en manos del maestro José Luis Tomás San Román, un experto que vigila hasta treinta torres con sus respectivos relojes en La Rioja y quien asegura que el 90% de estos relojes se han perdido por completo. Su diagnóstico hizo desistir de volver a subirlo a lo alto de la torre, porque aunque puede funcionar, el desgaste de muchos de los dientes de sus piezas haría que ya no diera la hora con exactitud.Si se reponían todos los elementos defectuosos, «íbamos a hacer un reloj nuevo de uno viejo», resume el alcalde de Santocildes, José Benito Juez. Así que la decisión fue la de restaurarlo y mostrarlo en la iglesia, pero instalar una nueva esfera y una maquinaria electrónica que avisa a las horas en punto y las medias.

El pasado Día del Pilar, se expuso el reloj por primera vez a todos los vecinos y allegados que acudieron a la Eucaristía. Ahora brilla el bronce y la inscripción que indica el autor de un reloj que podría tener el péndulo más largo de España. Con sus 7 metros de longitud, el maestro relojero que lo ha recuperado así lo cree. Gracias a la largura del péndulo solo era preciso darle cuerda cada seis días. Fue obra de Francisco de Paula Abaitua, autor del que pudo ser el reloj histórico de la catedral de Santa María de Vitoria. Esta pieza se encontraba en la Torre de Elorriaga y una vez restaurada, su maquinaria se expone en la catedral vitoriana desde el pasado año.

Así, Santocildes ha querido emular a los grandes templos y mostrar con orgullo su reloj, el que los vecinos oían desde los campos y con el que sabían cuando regresar a casa de la faena. «Nos daba muchísima pena su estado y la idea original era que volviera a funcionar, pero no ha podido ser», explica el alcalde. En esta pequeña empresa han puesto su grano de arena la junta vecinal de Santocildes, la Asociación de Amigos de la pedanía, la Diputación y el Ayuntamiento con aportaciones muy similares hasta completar los 12.000 euros que ha costado la restauración y el nuevo reloj, cuya esfera imita fielmente la antigua hecha a base de chapas de zinc y abollada por los perdigonazos. Curiosamente, solo tiene una manecilla para las horas y ninguna que indique los minutos.

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