«Por si acaso». Es la explicación más repetida entre los clientes que a lo largo de las últimas semanas están vaciando las tiendas de cocinas portátiles, cámping gas, linternas o cargadores solares. «Por si acaso viene el apagón». ¿Y qué apagón es ese? Nadie lo sabe exactamente, pero para todos esos temerosos se ha inventado una nueva palabra que los define: «preparacionistas».

El miedo a un corte en el suministro eléctrico, motivado por el incremento de los precios de la luz, la crisis de abastecimiento de gas con Argelia y la siempre amenazante Rusia, o anuncios alarmistas como el que emitió el gobierno de Austria (aunque luego matizó que hablaba del año 2025) han hecho que el pánico, por ahora irracional, se reproduzca a gran velocidad. La reciente experiencia traumática del coronavirus tampoco ayuda a procesar bien amenazas externas o bombardeos pseudoinformativos, y el resultado práctico ha derivado en una compra masiva de productos que puedan sustituir a la electricidad para lo más básico: cocinar e iluminarse.

Las ferreterías de la ciudad no recuerdan un 'boom' de venta de cocinas portátiles como el de los últimos días. Mucho menos estando en el mes de noviembre. Porque normalmente estos aparatos, sucesores modernizados del clásico cámping gas, se despachaban a las puertas del verano pensando en la casa del pueblo, la barbacoa del patio o la acampada con los amigos.

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