Nati 'La Bilbainita', la burgalesa que asombró al mundo

R. PÉREZ BARREDO
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Hija de emigrantes burgaleses en Bilbao, Nati Álvarez fue gran una estrella de varietés que cautivó al público hace ahora un siglo

Nati 'La Bilbainita', la burgalesa que asombró al mundo

Fue única. Especial. Irrepetible. Como lo sería Lola Flores décadas después. Tocada por un don divino, hecho de intuición y arte, Nati Álvarez, hija de burgaleses emigrados a Bilbao, asombró al mundo con sus bailes y danzas hace ahora un siglo. Con el nombre artístico de Nati la Bilbainita (por ser en Bilbao donde hizo sus primeros pinitos), esta bailarina que rivalizó con vedetes y canzonetistas de la época como Raquel Meller, La Chelito, La Coquito o La Goya dejó profunda huella en los escenarios de España, Europa y América. Hipnotizaba con todo: con los pies, los brazos y los ojos, al decir de las crónicas de la época. «Con una naturalidad pasmosa marca los tiempos de la danza, repiquetea sobre el tablado, se retuerce con elegancia y salero, se levanta sobre las puntas de los pies, se queda casi suspendida en el aire, y el espectador fijamente admira la pose de la magistral artista hasta que no puede más, y prorrumpe en atronadora ovación», rezaba una de ellas.

Los padres de Nati regentaban el ambigú del Salón Vizcaya, el más prestigioso de la ciudad en aquel Bilbao finisecular del XIX. Así, la criatura creció entre cupletistas, bailarinas, cantantes y toda la fauna perteneciente a una farándula que hacía las delicias de la sociedad. Pronto, la joven comenzó a imitar frente al espejo a aquellas exuberantes mujeres, y sus progenitores vieron en ella una estrella en potencia.

Tras pasar alguna temporada en Burgos, decidieron llevarse a la niña a Madrid. Acababa de cumplir 12 años cuando una de las grandes figuras del mundo del varieté,Adelita Lulú, decidió amadrinarla. El empresario Germán Matute se aprestó a representar a aquel diamante en bruto. «La Bilbainita no ha estudiado en ninguna parte y jamás ha tenido maestro; únicamente se vale de su intuición enorme, y cuando oye una música que le gusta o impresiona, poco a poco va componiendo su danza y su gesto, y así es como ha ido formando su repertorio.Su trabajo es único y personal, y no se parece al de ninguna otra bailarina», señaló en cierta ocasión el avezado empresario.

Debutó en 1913 en el Teatro Poliorama de Barcelona. Y aquello solo fue el comienzo de una carrera breve pero meteórica que llevó a la burgalesa a triunfar en salones de Europa e incluso de América. Toda la prensa ilustrada de la época (como puede observarse en este reportaje) se hacía eco de los éxitos de esta magnética bailarina, elevándola a categoría de estrella. Su fama fue enorme. Tanto, que el gran pintor JoaquínSorolla, fascinado tras verla actuar en un teatro en Sevilla, la retrató en un cuadro inolvidable que no hace muchos años fue subastado por Sotheby's por más de 100.000 euros. 

Como no podía ser de otra manera, también triunfó en su tierra de origen. Así anunciaba el Salón Parisiana, en 1918, la inminente actuación de su paisana: «En breve, gran debut de la inimitable estrella Nati La Bilbainita, el mayor éxito de la temporada».Cuando actuó, las crónicas fueron de lo más elogiosas: «De verdadero acontecimiento se calificaba el debut en este salón de la primera bailarina española, Nati La Bilbainita, y así lo entendió el público llenando por completo la sala. Nati, que es burgalesa de corazón, pues burgaleses son sus padres, y en Burgos ha residido con ellos hasta hace pocos años, ha desmentido el refrán de que nadie es profeta en su tierra. Nati ha triunfado por su arte delicado, exquisito, que se aparta por completo del de todas las otras bailarinas.Ella pone de relieve en sus bailes regionales el alma de cada una de las provincias españolas y es cada uno de ellos un modelo de fiel observación y de arte incopiable.Nati es, indiscutiblemente, digna de los enormes triunfos que en todas partes, como aquí, ha logrado.Sus toilletes, lujosísimas y siempre apropiadas, y el repertorio, variado todos los días, original e inagotable. Parisiana está de enhorabuena».

Sin embargo, su fulgurante éxito se extinguió pronto. Nati se enamoró de un indiano vizcaíno y dejó los escenarios para lamento de los espectadores que habían disfrutado de su arte durante unos años. 

Quiso el destino que fruto de su amor con José Antonio Arechavala Hurtado de Mendoza, empresario vinculado al mejor ron cubano de la época, quedara pronto embarazada. Y ahí se personó la tragedia: Nati Álvarez, La Bilbainita, falleció en el parto.Tenía poco más de veinte años. El recuerdo de su estrella artística quedó atrás, difuminado en páginas de revistas que duermen en el polvo gris de las hemerotecas.