Pueblos que 'matará' el AVE

R. PÉREZ BARREDO
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Recorremos algunas de las localidades de La Bureba que más se van a ver afectadas por el caprichoso trazado de la alta velocidad. Quintanaurria es la que peor parada sale, tal y como denuncian sus vecinos

Eduardo, Miguel Ángel, Boris, Ricardo e Ismael, estudiando el mapa para señalar con precisión de qué manera afectará el AVE a Quintanaurria. - Foto: Jesús J. Matí­as

"Nos parte el pueblo, nos parte la vega, nos parte la vida por la mitad. Este pueblo está condenado a desaparecer por culpa del trazado elegido para AVE". La tarde es veraniega y plácida en Quintanaurria, con un cielo como si lo acabara de pintar Velázquez, de un azul perfecto, casi irreverente, apenas pintarrajeado por las caprichosas estelas que dejan los aviones. Quien habla con pesimista y negra contundencia es Eduardo, uno de los vecinos que mejor conocen el brutal impacto que la variante elegida para conectar Burgos con Vitoria va a tener en esta zona concreta y tan privilegiada de La Bureba. Porta con él planos e informes detallados, y es capaz de precisar -con sólo señarlo con un dedo- el itinerario que amenaza esta pedanía: allá, el humedal y toda la vega del río; allí, el coto de caza (que da dinero al pueblo); en ese punto, la senda por la que pasean los vecinos del pueblo desde tiempo inmemorial. Todo ello quedará amputado, marcado, delimitado, vallado por el corredor de la alta velocidad.

"Nos vamos a quedar como enjaulados", tercia Miguel Ángel, uno de los más jóvenes habitantes de este pueblo. "Como en una cárcel. Y se acabó la tranquilidad. El pueblo va a desaparecer. ¿Quién va a querer no ya venir, sino a quedarse a vivir aquí?". Ricardo, otro de los más jóvenes, recurre al humor negro. "Yo me voy a comprar una soga, pero no para ir tirando, sino para ahorcarme con ella. Nos hacen polvo. Les da igual el pueblo, cualquier pueblo. Y al nuestro lo van a matar". El trazado a la altura de Quintanurria invade las mejores y más ubérrimas fincas agrícolas y amenaza la supervivencia de una fauna espectacular: el águila real, el búho real, la garza y la nutria se enseñorean de este rincón idílico de la comarca burebana.

Dice Miguel Ángel que tuvieron que porfiar lo que no está en los escritos para poder instalar una humilde pasarela sobre el río Zorita "pero para poner aquí ochenta metros de ancho de hormigón no pasa nada. Luego los políticos dicen que quieren revitalizar los pueblos y luchar contra la despoblación. Es todo un cuento. Mentira. Apuestan por las ciudades y los pueblos grandes a costar de matar cientos de pueblos pequeños", apostilla. Se da la circunstancia de que después de muchos años sin sumar nuevos vecinos, no ha mucho tiempo que recaló en Quintanaurria una familia encabezada por un moldavo llamado Boris. Buscaba paz y tranquilidad, y decidió invertir en el pueblo comprando un solar en el que edificarse una casa. Ya no lo tiene tan claro y casi con total seguridad se quedarán los cimientos tal como pueden verse en una de las fotos de este reportaje. "Yo no quiero vivir en un sitio con ruido. Elegí este pueblo precisamente porque es tranquilo. ¿Cómo voy a hacerme una casa aquí? No, no, no", subraya con pena.

Tanto Miguel Ángel como Ricardo creen que no podrán resistir tan espantosa situación y que lo más probable es que terminen yéndose a Briviesca. "Nosotros estamos aquí porque nos gusta, por la calidad de vida que nos ofrece el pueblo. Si el AVE pasa por aquí todo ese se terminará", insiste Miguel Ángel. El aislamiento será, señalan, otro baldón insuperable. No sólo porque los vecinos que permanezcan ya no podrán seguir usando las sendas habituales, ni los cazadores las rutas de siempre: es que para poder ir a un paraje al que ahora se tarda apenas unos minutos tendrán que invertir muchos más. Y en coche, dando un rodeo. Ninguno de los vecinos entiende la obstinación ministerial con esta alternativa, que en un principio iba a discurrir por otro lado, cercano al pueblo pero con mucho menor impacto. "No entendemos por qué se cambió de opinión. Creemos que quizás hubo presiones por parte de la empresa Aguas de Santolín, ya que en un primer momento el trazado pasaba más cerca de ella, por la parte de arriba, que del pueblo".

Quinatanaurria es la única pedanía que ha presentado en última instancia alegaciones al proyecto. Hace varias semanas, varios representantes del pueblo fueron llamados al Ministerio para que dieran su brazo a torcer. No lo hicieron. Otrosí: ahora tienen que preparar un recurso, acaso el último cartucho para tratar de impedir lo que, en palabras de Ismael Alonso, presidente de la Asociación de Pueblos Olvidados de Burgos, considera un "atropello sin sentido. Quintanaurria se va a ver gravemente afectada; es el pueblo que peor parado va a salir de todo el trazado, que también afectará a otros como los Rublacedos, Rojas, Berzosa o La Vid. Pero Quintanaurria va a ser el peor. Por eso le hemos pedido a la diputada Esther Peña que se reúna con nosotros, conozca nuestros argumentos e interceda. La supervivencia de este pueblo está en juego".

"Es darse contra un muro". A apenas dos kilómetros de Quintanaurria está el pueblo -y municipio- de Rojas, al que el trazado del AVE también va a afectar sobremanera. Desde el promontorio en el que se ubica el cementerio se observa el caserío de la villa y, a lo lejos, las ruinas espectrales de lo que un día fue un castillo. Casi rozando el muro del camposanto: por ahí pasará el tren. Su alcaldesa, Isabel Alonso, admite que la lucha ha sido dura pero inútil hasta la fecha. "En su día nos levantamos en armas, pero ya estamos muy cansados. Yo puedo razonar, argumentar, dar motivos... Pero lo que no puedo es darme golpetazos contra una piedra. Tenemos claro que esta no es la opción buena ni medioambientalmente, ni económicamente. Por eso no entendemos que los políticos se hayan obstinado en ella. No estamos resignados, pero sentimos que tenemos poco o nada que hacer", explica.

Para Alonso, esto va a constituir un golpe durísimo para el pueblo y para la comarca. "La Bureba está despoblada. ¿Qué se va a conseguir con esto? Ahuyentar aún más a la gente. Y que además de despoblada, que esta comarca esté fea. ¿Quién va a venir aquí? Quitas turismo, posibilidades, tranquilidad. La gente elegirá otros pueblos a los que ir, otros pueblos que visitar". Basta darse una vuelta por las calles de Rojas para comprobar el sentir general de sus gentes. Doña Rosa y doña Cándida, por ejemplo, lo tienen muy claro: "No queremos tren". Y Cándida añade con humor: "Salvo que nos pongan un apeadero, entonces bueno...".

Trazado adelante, pueblos como Piérnigas, Vileña, Berzosa o La Vid se hallan en un trance similar. "Nos va a partir todo", explica Alfonso, vecino de La Vid. "Tendremos problemas con los accesos, con el agua, con las tierras de labor, con el coto de caza.. Incluso el proyecto de parque fotovoltaico se va a ver afectado. Nos machaca. Es un golpe brutal a todos los niveles, incluida la fauna. Aquí venía Félix Rodríguez de la Fuente para practicar la cetrería... Se van a cargar este pueblo y todos los demás. Para nada", concluye.