La experiencia, elemento clave en la lucha antiterrorista

R. PÉREZ BARREDO
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El exagente burgalés del CNI Fernando Pinto ultima su próxima publicación, en la que reflexiona sobre el valor de la experiencia antiterrorista para abordar el desafío actual que constituye la amenaza constante del yihadismo

Fernando Pinto, exagente burgalés del CNI. - Foto: Alberto Rodrigo

Desde la II Guerra Mundial han sido muchas las sociedades que tuvieron que enfrentarse a fenómenos terroristas, hoy considerados ‘viejos’ o ‘tradicionales’ al compararlos con el ‘nuevo’ terrorismo yihadista. En España, ETA dejó durante décadas un reguero de muerte, y ha vivido también el terrorismo yihadista. Sobre la experiencia que combatir al primero ha supuesto para luchar contra el segundo versa Terrorismo y contraterrorismo. La experiencia, el próximo libro del burgalés Fernando Pinto Cebrián, ex agente de los servicios de inteligencia españoles en varios países del mundo. Este exmiembro del CNI defiende que, en efecto, la lucha antiterrorista librada enEspaña contra ETA ha sido clave para contrarrestar la amenaza yihadista. «Esa experiencia está basada fundamentalmente en el camino seguido en tal lucha (desde la sorpresa e inoperatividad inicial a la adaptación operativa y la derrota final) y en la existencia de unos archivos y protocolos operativos y jurídicos ya establecidos que agilizan la lucha contra el terrorismo.Con todo, Pinto considera que, a la vista de la complejidad del ‘nuevo’ terrorismo, se antoja necesario que las estructuras antiterroristas «sufran las transformaciones necesarias para estar preparadas profesionalmente en atención a que el terrorismo de ETA no es equiparable al yihadista».

Así, el exagente de inteligencia considera importante «desde el reconocimiento de la falta de experiencia ante el terrorismo yihadista, esas transformaciones, bajo el espíritu de la acción contraterrorista anterior, habida cuenta de las diferencias entre ambos terrorismos y la necesidad de no perder tiempo en la entrada en eficacia en el terreno operativo». Y hace una advertencia: «En España, la cuestión de la experiencia antiterrorista y la consideración de ser la ‘avanzadilla’ antiyihadista en Europa, aun sirviendo al mantenimiento de la moral de las fuerzas empeñadas y a la disminución de la ansiedad y/o el miedo de la sociedad española a los atentados de tal signo, pasan a segundo plano, y más cuando la seguridad total, absoluta, no existe y además es imposible mantenerla en el tiempo, por lo que un atentado significativo en cuanto a víctimas podría derribar, al menos ante la sociedad, tales afirmaciones».

Es adaptación continua y permanente es capital, subraya Pinto.«Hay que tener en cuenta que la actualidad, con sus cambios constantes (guerra de Siria aún no cerrada del todo, la crisis migratoria en evolución, el apogeo, derrota sobre el terreno y continuidad del Estado Islámico, la marcha de yihadistas autóctonos a combatir en defensa del Califato, el regreso de dichos combatientes, el uso creciente de Internet para su propaganda, las nuevas formas de acción en Europa...), empujan a las fuerzas de seguridad a adaptarse de manera continua a las mutaciones del terrorismo yihadista».

Para Fernando Pinto la valoración en su justa medida de la experiencia habida y sus resultados «sabiendo diferenciar lo que es válido y lo que no en el contexto actual, nos ha de ayudar, incluso como elemento que eleve la moral de las fuerzas antiterroristas, en la consideración de que lo mismo que hemos derrotado anteriormente a otros grupos terroristas lo podremos hacer con el yihadista». Se ha de repensar necesariamente, subraya el exagente burgalés, «sobre los conocimientos que tenemos de terrorismo, propios y foráneos, pasados y presentes, para adaptarnos con eficacia al enemigo actual. Es decir, reflexionar sobre lo ya actuado con sus aciertos y errores. Un conocimiento que, teniendo en cuenta a su lado la evolución de los avances científicos y tecnológicos aprovechados por los contendientes, ha de servir de base al desarrollo más eficaz de los planteamientos antiterroristas actuales». 

El conocimiento. El exagente del Centro Nacional de Inteligencia indica que se ha de acudir «al conocimiento de los diferentes tipos de terrorismo sufridos y sus porqués, los sinsentidos o sinrazones de su existencia, y los diversos planteamientos empleados a lo largo del tiempo para enfrentarse a sus variadas ideologías, para asfixiarlas y, por ende, a las acciones terroristas subsecuentes, al objeto de que podamos desarrollar el análisis crítico de los planteamientos actuales contra el yihadista. Desde aquel conocimiento lo más exacto posible, del cómo se actuaba en la lucha contraterrorista, se debe facilitar el alcance eficaz de las nuevas decisiones a tomar en dos campos: por un lado el teórico/ideológico en el que se producen modelos de actuación sobre el grupo terrorista según las ideas fundamentales con las que explican lo que son, lo que quieren y lo que hacen; y, en segundo lugar, el campo operativo, en el que se determinan las acciones ejecutivas contra los terroristas (acciones de aplicación a corto, medio y largo plazo) en acuerdo con el conocimiento de las herramientas (técnicas y procedimientos) que aquellos emplean». 

Pinto Cebrián cree para enfrentarse a ese combate hay que partir de la base de que, aunque todos los terrorismos tengan puntos en común, «tienen asimismo peculiaridades propias que los diferencian y que, por lo tanto, las formas de lucha contra ellos, aunque también tengan elementos comunes, cuentan igualmente con diversos planteamientos de acción (diferentes, según países, en cuanto a su sociedad, sus tipos de Gobierno, organización de sus fuerzas y cuerpos de seguridad, y de sus servicios de inteligencia), por lo que estos merecen un estudio particular al responder a una violencia prolongada en el tiempo, diferente en cada caso en cuanto a objetivos a alcanzar y medios empleados; violencia especifica que es también diferente a la de otros tipos de delincuencia, requiriendo, por tanto, métodos de actuación diferentes de los habituales», concluye el militar burgalés.