Facturas disparadas en las granjas de gallinas y pollos

R.E. MAESTRO
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Los costes de luz, gas, embalaje o pienso se han disparado. Antonio Álvarez, de la Cooperativa Avícola Álvarez, cree que no se puede seguir así más tiempo y que irremediablemente afectará al consumidor

Los costes, como la luz, se han disparado en la Cooperativa Avícola Álvarez, ubicada en la localidad de Villadiego. - Foto: Patricia

Si en los hogares se ha apreciado cómo las facturas de luz o gas se han disparado en los últimos meses imagínense la situación en la que se encuentran quienes tienen un consumo elevadísimo que resulta básico para poder sacar adelante su producción como ocurre con las granjas de pollos o gallinas, que requieren de unas temperaturas concretas. A eso hay que sumar otros costes desorbitados actualmente, quizá más desconocidos, que tienen que soportar estos negocios y que se han convertido en un verdadero problema imposible de aguantar durante mucho más tiempo que tarde o temprano acabará afectando al consumidor.

Hay tres gastos principales que se han desmadrado en el último año como son el pienso, el embalaje y la energía, explica Antonio Álvarez, de la Granja Avícola Álvarez en Villadiego. Lleva 25 años en esto y su padre está desde hace 60, pero reconocen que «en la vida hemos visto un incremento de costes como el de este año». Una situación que traerá, irremediablemente, consecuencias para toda la sociedad. «Al final lo tendrá que pagar el consumidor porque nosotros no podemos asumir esto», expresa, ya que cree que de seguir así mucho tiempo la viabilidad de las empresas desaparecerá.  «Esta es la realidad de un negocio familiar», insiste. Eso sí, a pesar de todo, agradece tener una clientela fiel que siempre opta por su producto.

Para empezar, habla sobre el gasto «más espectacular y del que menos se habla» como el incremento del  precio de la alimentación. La tonelada ha pasado de costar 260 euros  a los 330 euros actuales, una diferencia de 70 euros, y solo en un día ya necesitan 12 toneladas para alimentar a sus gallinas. «Me parece un auténtico drama el que tenemos en este sector de la alimentación de los animales, esto no puede seguir así mucho tiempo», manifiesta. En la pandemia se vendieron muchos huevos, eso es cierto, pero tal y como reconoce eso se produjo especialmente en las grandes superficies mientras las empresas locales, como en este caso, centran sus ventas en hostelería y pequeño comercio. «Venimos de esa y ahora llega esto», lamenta.

En cuanto al tema del cartonaje explica que siempre ha sido un mercado bastante plano, que ha mantentido unos precios similares, pero este año ha subido un 50%. En lo que va de 2021 se han producido  aumentos hasta en cinco ocasiones y «anuncian que puede haber más y no puedes hacer nada». Supone un artículo básico para este negocio y, obviamente, no se puede prescindir de él. Utilizan grandes cantidades de este material y no entienden que su valor siga escalando sin parar.

Por otro lado, este verano ha visto cómo se incrementaba el coste de la luz por tres en comparación con el año pasado, al pagar en julio hasta 3.700 euros mientras que el verano pasado se quedaba en 1.200. En verano hay más ventilación y cuando más motores funcionan, por ello el principal consumo eléctrico se da en julio, agosto y septiembre con motivo de las altas temperaturas. Precisamente en ese tiempo se han dado los precios más altos de la luz, batiendo récords día tras día, marcando su máximo -por ahora- en 188 euros el megavatio hora.

De esta forma, avanza que no quedará más remedio que hacer subidas en el precio final de los huevos. Aún así no podrán realizar un incremento como el que a ellos les ha supuesto en gastos, pero un ligero aumento de apenas unos céntimos ya significa bastante en el resultado final. Calculan que para mantenerse con las mismas proporciones que hasta este momento viendo lo que se ha multiplicado todo lo que se ha comentado para producir debería situarse la docena hasta 25 céntimos por encima de lo que se encuentra actualmente.

A Carlos García, criador de pollos y expresidente de la Cooperativa Avícola, aún no le ha llegado la factura de la luz de los meses de agosto y septiembre de su granja situada entre el alto de Villalbilla y Renuncio pero se pone en lo peor solo con pensar que la del mes de julio ya le había aumentado un 30%. Si antes pagaba unos 1.300 euros, ahora espera encontrarse con «bastante más de un 30%» de esa cantidad. Especialmente en el mes de agosto, aparte del calor cuando los pollos son grandes tienen un sistema de ventiladores y refrigeración para bajar la temperatura de la nave. «Está la luz a tope y por eso me temo que cuando me llegue el recibo me voy a echar a temblar», afirma.

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