"El coronavirus se ha cargado el espectáculo y las prisas"

ANGÉLICA GONZÁLEZ
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ENTREVISTA | Jesús de la Gándara, jefe del servicio de Psiquiatría del HUBU

Jesús de la Gándara, jefe del servicio de Psiquiatría del HUBU. - Foto: Luis López Araico

En tiempos de incertidumbre como los actuales la mayoría intenta encontrar alguna certeza para no sucumbir al miedo y a la ansiedad. En otros siglos eran los curas los que aliviaban a las gentes; en 2020 hace ya tiempo que han sido sustituidos por psiquiatras y psicólogos, que tratan de forma científica las enfermedades mentales e intentan analizar los comportamientos sociales. Jesús de la Gándara, jefe del servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario de Burgos, ofrece en estas líneas un análisis de la situación y ofrece algún consejo, sencillo y al alcance de cualquier mano, para no morir en el intento de superar emocionalmente la cuarentena impuesta del coronavirus.

¿Le preocupa especialmente alguna patología mental que sea más susceptible que otras de empeorar en una situación de alarma como esta?

Sí, los trastornos de ansiedad y los que tienen que ver con la hipocondría, esas personas que son aprensivas, que tienen trastornos de tipo psicosomático. Depresivos y bipolares, no excesivamente.

¿Pueden dar la cara enfermedades nuevas por la tensión del momento?

Por eso estamos en prevención. Nos preocupa que aumente mucho la ansiedad global y se manifieste en las personas que tienen tendencia, por su personalidad, a sufrirla en mayor grado y aunque de momento no lo estamos observando es una de las mayores preocupaciones del servicio de Psiquiatría en este momento. La tónica general es que cuando llamamos a los pacientes están tranquilos, de momento la respuesta es correcta y nada alarmada, pero sí hay petición de ayuda y se la estamos ofreciendo. 

¿Qué es lo más importante ahora para los pacientes con enfermedad mental?

Mantener la sensación de control y a eso ayuda que sepan que tienen a una persona al otro lado del teléfono que les va a resolver problemas con la medicación o de otro tipo. Para que se mantenga el control es necesario que haya información y conciencia y esa sensación disminuye con alarma y angustia. Cada profesional, además, ha de transmitir esa sensación de seguridad y de control.

¿Cómo se tienen que cuidar los sanitarios y los trabajadores de otros servicios imprescindibles?

Para empezar, evitando la improvisación, por eso todo lo hemos organizado y protocolizado, que cada uno sepa lo que tiene que hacer en cada momento. Esto evita alarma y prisas. También hay que mantener la rutina de la vida.

¿Cómo se mantiene la calma -hablo ya de la gente sin patología psiquiátrica- en una situación como esta, inédita en la historia y que para muchas personas va a suponer enfermedad, fallecimiento y pérdida del empleo?

Yo no entiendo muy bien cómo todavía no hemos perdido la calma, realmente es algo que me sorprende. Estamos observando una respuesta global muy serena, y a pesar de que el coronavirus supone una gran alarma social se ha pasado poco a la acción y no ha habido cosas llamativas desde el punto de vista público. Esto se debe, creo, a que se ha ido asumiendo el problema de una forma muy escalonada: una primera fase como más informativa, viendo lo que les ocurría a otros; la segunda, lo hemos visto venir y la tercera, aquí está. Esto es un modelo de manejo del estrés personal y social: parcelar la adaptación al estrés en tres niveles: de alerta, es decir, estar disponible pero no alarmados (y esto ya pasó hace más de un mes y lo vivimos más como un espectáculo -algo que le sucede a otros- que como un problema); el segundo paso, de alarma, el hecho de que lo esté comunicando el Gobierno y no otras partes de forma alarmista; y el tercero, la acción, que en este caso hemos conseguido que la gente no haga nada, que muchas veces es la mejor defensa contra la ansiedad. Esto es lo que se llama reacción de sobrecogimiento, es una reacción defensiva. Hemos adoptado un modelo de advertencia y de acción y lo hemos hecho concadenadamente y por eso no tenemos la sensación de estar en un país en crisis global.

Explíqueme esa primera obsesión que tuvo la gente por acaparar víveres y el extraño caso del papel higiénico, ya por suerte mitigado.

Es un modelo de reacción y de imitación de lo que hemos visto muchas veces en la tele cuando les ha sucedido algo a otros: Cuba, Venezuela, huracanes... es algo transmitido culturalmente y por eso lo hemos adoptado. Por suerte, hemos tardado bastante poco tiempo en darnos cuenta de que estábamos haciendo el tonto. Y sobre el papel higiénico, francamente, no te sé decir (risas).

Parece que es normal que sintamos miedo o ansiedad en un momento así. ¿Cómo se canalizan estas emociones? 

La ansiedad es una respuesta humana universal. Es también un sufrimiento pero no siempre es un síntoma y hay que evitar que ese sufrimiento se convierta en enfermedad. Y se puede hacer a través de la catarsis, que significa hablar, compartir lo que produce ese estado, y lo mejor para eso es la empatía, que es el mejor paño caliente contra la ansiedad y se hace con personas que te quieren. También se puede ir a la anulación del síntoma con distracciones pero también intentando mentalmente sacar de la cabeza esa ansiedad como si fuera un objeto que echamos fuera. Si todo esto no funciona hay que tomar un ansiolítico porque más vale hacerlo a dosis pequeñas que estar sufriendo y contagiarlo a la gente de alrededor porque, al final, se acaba contagiando al grupo y produciéndose un mecanismo antidefensivo llamado alta expresividad emocional, que significa que en la comunicación se ponen en marcha muchos contenidos emocionales y no informacionales. No es lo mismo decir ‘hoy es lunes’ que ‘¡Dios mío, hoy es lunes!’: hay que disminuir la cantidad de expresividad emocional de cada grupo (familia, equipo de trabajo…) y esto se hace con distracciones y aumentando la información y no la emoción.

¿Y qué ocurre con la incertidumbre? Estoy pensando en las miles de personas afectadas por un ERTE, en los autónomos, quienes no llegan a pagar el alquiler o la hipoteca… que ahora mismo tienen un alto nivel de preocupación.

Yo estoy siempre disponible para mis pacientes por teléfono, whastapp o correo electrónico y tengo alrededor de unos 500, pues sobre este asunto, sobre el que quizás tendría que haber tenido ya alguna señal, solo he recibido una llamada. Sé que estamos al principio pero el hecho de que estos problemas se atenúen como consecuencia de ser compartidos está haciendo que la reacción de ansiedad no sea alarmista. Esto es lo que observado como persona y como psiquiatra; ojalá se mantenga así pero si dentro de una semana tengo que cambiar la información lo haré.

¿Qué efectos puede tener sobre el ánimo el confinamiento en casa?

Fundamentalmente, el aumento de la tensión y la ansiedad grupal, lo que decíamos antes. El tiempo juega en contra, especialmente en las familias en las que haya dos circunstancias: mucha convivencia estrecha (por el tamaño de la casa, horarios complejos, número de personas...) y en las que haya personas con más tensión emocional y más ansiedad y se produzca el modelo de alta expresividad emocional. Así, sería aconsejable tratar de aplazar la expresión de conflictos para otro momento, por ejemplo, a nadie se le va a ocurrir divorciarse en estos días de cuarentena.

¿Cómo se gestiona el confinamiento de una persona con enfermedad mental grave?

Si son de larga duración, ya saben ellas y sus familias cuáles son sus pautas de medicación, de cuidados básicos de salud, de buenos hábitos de vida, de estrategias psicológicas, por lo que para ellos es importante mantener el contacto con sus profesionales de referencia, psiquiatras, psicólogos… y seguir las mismas pautas. En los casos de nuevo diagnóstico la agilidad en su atención es prioritaria. Para ello hemos hecho dos cosas: Mantener los canales de información abiertos y facilitarles prescripciones, que es lo que tienen que tomar, cuándo y cómo. En este sentido, he pedido a la dirección del hospital, y ahora lo hago públicamente, que en las farmacias sean flexibles, que si llegan con una prescripción pero sin receta por favor les atiendan.

¿Algún consejo para que la convivencia sea lo más pacífica posible entre familiares que habitualmente se ven muchas menos horas que en estos días?

Hay que intentar hacer un horario, agendizar la vida: ducharse, vestirse, desayunar, normalizar la vida lo más posible como si uno fuera a salir a trabajar o a pasear, no hay que estar en pijama todo el día sin peinarse ni afeitarse. Hay que intentar mantener la rutina organizada. La vida está instada por sincronizadores, es decir, todos los días tomamos el café a la misma hora y con la misma persona y seguramente ni nos damos cuenta, pues ahora conviene meterlos en la agenda. También hay que cuidar de la casa, ventilar, regar las plantas y hacer algo, a ser posible creativo y que exija pensar Este coronavirus se ha cargado los símbolos señeros de la hipermodernidad: el espectáculo,  las prisas, la impaciencia, el viajar… se lo ha cargado todo y nos hemos dado cuenta de que podemos vivir sin todo eso. Por eso quizás es un buen momento para sentarse a escribir sobre lo que te satisface, sobre lo que te gusta y te da serenidad y alegría.

Hay muchas iniciativas destinadas a mantener alto el ánimo pero esto no ha hecho más que empezar. ¿Se atreve a pronosticar cómo será el ambiente emocional del país, no sé, al final de la semana que viene?

No me atrevo. Me pide el cuerpo decirte que vamos a seguir bien y que no va a haber grandes catástrofes pero mi mente de psiquiatra y de observador de la naturaleza humana, que es voluble y débil, me sugiere precaución. Creo que no va a haber grandes problemas porque lo estamos haciendo bastante bien, se está dando bien la información, no hay espectáculos mediáticos y estos son factores a favor de que no haya una gran alarma social y tengamos facilidad para esperar una o dos semanas. Otra cosa es si me preguntaras en meses porque la adaptación humana es buena en periodos cortos pero difícil en  periodos largos.

¿Qué ocurre con las personas que están pasando la cuarentena en soledad?

Es uno de los grandes problemas y de verdad que no tengo una respuesta. Quizás deberíamos buscar algo, una página en el periódico, un espacio en la radio, en la tele que les dedicara atención específica.