En la Oficina Territorial de Trabajo de la Junta de Castilla y León se les denomina ‘desplazados’, término que designa a aquellos especialistas venidos de otros países que pasan un tiempo limitado trabajando en Burgos en la instalación de equipos y maquinaria para las industrias locales o las grandes infraestructuras públicas en marcha. En lo que va de año han sido 814 trabajadores extranjeros los que han operado o están operando actualmente, cifra que supone un crecimiento del 75,4% con respecto al mismo periodo del pasado año.

Los desplazados se han convertido en un buen termómetro sobre el momento de la inversión industrial en la provincia porque, según explica el jefe de la Oficina Territorial de Trabajo, Andrés Padilla, suelen integrar los equipos que se encargan del montaje y puesta en marcha de maquinaria y líneas de producción adquiridas en el extranjero por las empresas locales para modernizarse, expandirse y, en algunos casos, generar más empleos.

Es un movimiento, explica Padilla, irregular, que obedece a los picos de inversión de la industria local y que suele coincidir con grandes obras o, como ocurre en la actualidad, con la implantación de factorías en la cuarta fase del polígono de Villalonquéjar o las inversiones productivas impulsadas en los últimos años de bonanza económica.

Estos equipos de técnicos se  inscriben en Trabajo por espacios de tiempo que oscilan entre un mínimo de 3 días y un máximo de un año (3, 4, 6 o 9 meses). 

El pico de mayor actividad en los últimos años se registró en el periodo 2015-2016, años en los que se superaron las 300 empresas y el millar de técnicos venidos desde extranjero. Estos años coincidieron con los trabajos de construcción de la nueva planta de Campofrío en la calle de La Bureba, en la que se invirtieron 225 millones de euros, y de grandes proyectos de ampliación, como los desarrollados por Adisseo (135 millones) o Kronospan (140 millones), entre otras industrias locales.

En planta de Castañares de la multinacional maderera, por ejemplo, se alcanzaron picos de más de 300 especialistas procedentes de diferentes puntos de Europa para poner en marcha la gigantesca prensa del complejo y el resto de maquinaria que integra la planta de tablón aglomerado, tecnología procedente de Alemania e Italia, entre otros países. Todos estos profesionales pasaron largas temporadas afincados en pisos, hoteles, apartamentos e incluso bungalows del camping de la ciudad y casas rurales de municipios cercanos, lo que redundó en beneficio del sector hostelero local.

En los meses de verano de 2015 se alcanzaron los 700 trabajadores y 188 empresas implicadas,  cifra que no se logró en los años 2014, 2017 y 2018, y un número de operarios que solo alcanzan las plantillas de las diez primeras industrias burgalesas.

seguridad. La Autoridad Laboral conoce la actividad de estas cuadrillas de especialistas porque las empresas locales en las que trabajan tienen obligación de comunicar su operativa en Burgos de cara a garantizar la vigilancia en la salud laboral y la prevención de riesgos laborales.

Es, explica Andrés Padilla, un trámite que confiere la mayor legalidad posible a este tipo de trabajos y que ampara a los que les ejecutan bajo la normativa vigente en España.

Así, hasta la fecha, Trabajo ha tramitado 257 comunicaciones de empresas frente a las 173 del pasado año. La mayoría son trabajadores desplazados desde Portugal, Francia, Alemania y Rumanía, como países más destacados.

Todos se enmarcan en los sectores industrial, principalmente, y de la construcción, mientras que en servicios y en agricultura no se registra este fenómeno laboral internacional.

A día de hoy, 190 trabajos se han desarrollado o se desarrollan en la industria y 67 en el ámbito de la construcción.

(Artículo completo en la edición de hoy)