Charo González: "La juventud quiere respuestas rápidas"

A.G.
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Blowin' in the wind Conversiones sobre Burgos (XV) Charo González, profesora de FP y abogada

Charo González, es profesora del colegio Santa María la Nueva y San José Artesano. - Foto: Miguel Ángel Valdivielso

"Esta no es la tierra sagrada donde yo nací pero estoy segura de que va a ser el suelo bendito donde moriré". Así de rotunda -y parafraseando el himno- se muestra Charo González (Chari para todo el mundo), profesora del colegio Santa María la Nueva y San José Artesano, cofundadora del Grupo de Burgos de Amnistía Internacional, del grupo de Jóvenes Abogados del Colegio de Abogados de Burgos y vicepresidenta durante muchos años de la Asociación para la Defensa de la Mujer La Rueda, cuando habla de la relación que empezó con esta provincia en el lejano verano de 1978 cuando vino a Ocón de Villafranca acompañando a una amiga. No sabía entonces -tenía 24 años- que aquí, concretamente en Belorado, conocería al amor de su vida, Juanjo, e iniciaría con él una vida en común de la que han nacido una hija y un hijo burgaleses: "Lo mío con Burgos fue como lo del anuncio de ING Direct, vine por una cosa y me quedé por otra. La idea era pasar unos días pero nos divertimos tanto que la cosa se alargó y tuvimos que llamar a casa para que nos mandaran ropa y dinero", dice, entre risas. Asturiana -condición que lleva a gala y no puede esconder por el acento que aún la acompaña a pesar de los años en la meseta- González nació en 1954 en Figaredo pero insiste mucho en que se la vincule a Ablaña, localidad en la que vivió mucho tiempo y donde en 1962 se inició una huelga minera que pasaría a la historia como un pulso inaudito a la dictadura de Franco. "Aquello fue una demostración de fuerza de los mineros, que estaban cansados de las condiciones en las que vivían. Yo tenía solo 8 años pero fui muy consciente de toda la solidaridad que se generó y de otra cosa más importante: de cómo las mujeres fueron un elemento clave para que aquella protesta fuera para adelante aunque nadie se acordó de ellas. Eran las que sacaban adelante a las familias y las que se apoyaban las unas a las otras en los momentos más duros, pero cuando ha tocado hacer memoria de aquellos acontecimientos prácticamente nadie las ha homenajeado como se merecen". Probablemente en aquel momento se desató en Chari González un incipiente feminismo, ideología que la ha acompañado toda la vida no solo en el plano teórico sino también como abogada ayudando desde La Rueda a muchas mujeres que llegaban cansadas de tanto maltrato y asustadas por un futuro nada halagüeño: "En los primeros años poco podíamos hacer salvo acogerlas con mucho calor porque ni siquiera la ley estaba del lado de las mujeres maltratadas, era algo de lo que no se hablaba, y había cosas que te rompían el corazón como mujeres que volvían con su maltratador porque ellas eran dependientes económicamente y nosotras no teníamos recursos para ayudarlas, hubieran hecho falta muchas casas de acogida. Más adelante, por suerte, esto cambió pero aún queda mucho por hacer".

No fue la abogacía la primera idea que barajó para encauzar su futuro profesional. Chari estudió Medicina tres años: "Tampoco es que tuviera una grandísima vocación pero eran los años en los que en la tele ponían Doctor Gannon, que tuvo mucha fama y empujó a mucha gente a esos estudios; en Oviedo, además, acababan de abrir la Facultad de Medicina y no había muchas restricciones para entrar; además eran los años en los que la universidad estaba en plena ebullición antifranquista pero... no se puede estar en varios sitios a la vez: no era posible ir a todos los mítines y asambleas y centrarte en los estudios, así que como siempre quise estudiar una carrera de Letras, finalmente me decidí cambiar a  Derecho".

Ya licenciada, se casó en la mismísima Catedral -"pudiéndolo hacer en Covadonga", ojo- y disfrutando de un entorno que siempre le ha encantado. La primera imagen que tiene de Burgos es la de un sitio lleno de árboles, muy verde: "Entramos por la carretera de Valladolid y me encantó ver que tenía río que es algo que siempre me parece que aporta un valor añadido. Y creo que la ciudad ha dado un vuelco muy interesante a mejor en estas últimas décadas con la peatonalización y la puesta en valor de los monumentos: cuando llegué la Catedral estaba negra y la Casa del Cordón aún no se había recuperado. Ahora es un lugar estupendo y no lo digo solo yo, a mí viene mucha gente a verme y todo el mundo me dice que es una ciudad preciosa. Además es cómoda y llana, algo muy importante cuando vas cumpliendo años".

Si el paisaje la arrebató desde el primer momento, con el paisanaje  lo tuvo un poco más difícil pero nada que fuera imposible para esta asturiana de risa fácil y carácter abierto, bailonga y disfrutona: "Ay, al principio me pareció que la gente era tan fría como el tiempo, muy seria y demasiado formal, con poco sentido del humor, y durante casi un año no acabé de pillarles el punto pero me di cuenta después que lo que tenía que hacer era salir a buscar a los burgaleses. Porque yo tenía los amigos de Juanjo pero quería tener los míos, sobre todo quería tener mis amigas y a casa no iban a venir a buscarme. Así que me apunté a un curso de práctica jurídica de la UNED donde conocí a las primeras".

A mediados de los 80 constituye con otros profesionales de su misma edad -rondaban los treinta- la asociación de Jóvenes Abogados de Burgos, similar a las que ya existían en otras ciudades y que buscaba un espacio de contacto entre los recién llegados a la profesión: "Eran tiempos en los que se abrieron muchos despachos y como jóvenes que éramos teníamos muchas inquietudes". De aquellos años recuerda a Emiliana Molero, ahora secretaria general de FAE, y una actividad que incluyó algún trabajo como pasante para el sindicato UGT, casos de Derecho Civil y la constitución de una pequeña empresa, Centro de Desarrollo de Estudios Sociales, que ofrecía cursos de formación destinados a la inserción laboral. Dos años aproximadamente estuvo dedicada a la abogacía y su paso a la docencia fue casi por casualidad: "Fui a hacer una gestión a la delegación de Educación -creo que a pedir el título o algo así- y vi que había una lista para interinos y me apunté. A los dos o tres días me llamaron y me preguntan si quería ir a sustituir una baja en Aranda en un instituto de formación profesional. Yo nunca me había planteado ser profesora pero dije que sí, me gustó, y en la docencia me quedé porque además de encantarme me ayudaba a conciliar porque en Burgos no teníamos familia que nos pudiera ayudar aunque sí amigas con las que nos echábamos una mano".

En el colegio Santa María la Nueva y San José Artesano -ubicado junto a la Barriada Inmaculada y donde aún sigue- ha impartido formación y orientación laboral, Derecho Mercantil, Derecho Administrativo y otras disciplinas transversales, a la vez que reivindicaba este nivel educativo como muy necesario a pesar de que, asegura, sigue siendo la hermana pobre del sistema: "Por aquí han pasado alumnos tan brillantes como los que han podido hacer una carrera universitaria y que están desarrollando unas trayectorias personales y profesionales muy importantes, tiene un gran valor" y ha ido viendo cómo crecía Gamonal y cómo han evolucionado los adolescentes: "Siempre han tenido un punto de rebeldía, eso es lógico, y siempre, por desgracia, se han tenido que enfrentar a la falta de expectativas de inserción laboral -igual en los años 90 que ahora- pero quizás en este momento sean más indisciplinados y, desde luego, están muy influidos por las redes sociales y leen poco, dos circunstancias que les hacen tener mucha menos reflexión, quieren respuestas rápidas a todo, creo que viven muy deprisa".

Junto a la docencia, su segunda pasión es el activismo. Feminista convencida y cabreada por cómo las noticias falsas se están cebando en una lucha, la de las mujeres, que considera absolutamente digna e imprescindible, forma parte también del núcleo primigenio del Grupo de Burgos de Amnistía Internacional que se puso en marcha hace ahora 25 años: "Para mí el respeto a los derechos humanos siempre ha sido fundamental y me gustó mucho cómo había nacido esta organización y la forma en la que demuestra que poniendo todos de nuestra parte las cosas pueden cambiar a mejor". Era una época en la que estaba todo por hacer y en la que, recuerda, contaron con la complicidad del entonces alcalde, Valentín Niño: "Le recuerdo con mucho afecto. A las asociaciones nos fue muy bien con él en el Ayuntamiento, me acuerdo de que íbamos a pedirle cosas, qué sé yo, cien sillas para un acto y él nos decía ¡pues tomad doscientas!".

Chari es una mujer de izquierdas y cuenta que siempre fue simpatizante del PSOE, donde nunca ha militado, aunque dice que este partido le empezó a decepcionar la misma noche de 1982 en la que consiguió la mayoría absoluta más grande de la democracia: "Yo tuve hasta un póster de Felipe González en mi habitación pero ahora tendría que cambiar mucho para que volviera a sentir por ese partido lo que sentí entonces, aunque sí  que es cierto que hay gente que me gusta, como Ángel Gabilondo". Aunque ella es de las que siempre votan, se reconoce en el desánimo generalizado que planea sobre el votante progresista: "No creo que en Andalucía haya tanta gente de extrema derecha, lo que ha ocurrido con Vox es que prácticamente la mitad del censo no fue a votar, se quedó en su casa; yo siempre lo hago pero me gustaría hacerlo con más ilusión. Creo que los políticos deben comprender que el tiempo de las mayorías absolutas se acabó y que lo que hay que hacer es llegar a acuerdos y a esos acuerdos no se puede llegar exigiendo el cien por cien de la postura de inicio sino que hay que ir modulándola".

Lamenta que el debate político, que a ella le encanta, no llegue a la escuela. Su alumnado no habla de política, cree que le ha vuelto la espalda: "A mí me encantaría que se recuperase la asignatura de Educación para la Ciudadanía, con el nombre que sea. Es un misterio para mí por qué desapareció, porque yo leí los libros que se utilizaban en esas clases y jamás pude entender dónde estuvo el problema. La derecha dijo que si se adoctrinaba a los estudiantes y adoctrinar, adoctrinar, es lo que se hacía antes, fue lo que viví yo como alumna, con la Formación del Espíritu Nacional".

En este sentido, echa mucho de menos que haya una materia en las aulas que forme a los jóvenes, por ejemplo, en materia tributaria: "De esta manera conocerían qué son los impuestos, para qué sirven y por qué hay que pagarlos. Se les debería hablar, además, de la Constitución, de las leyes vigentes, que se les diga que tenemos que ser solidarios, que somos iguales, que tenemos que respetar a las minorías, que tenemos la obligación de participar, cada quien lo que pueda, pero en definitiva tomar parte activa; que lo llamen como quieran, Educación Cívica o Educación para la Vida o Educación para Vivir, pero que se incorpore a las aulas".

La ausencia de este tipo de formación hace, a su juicio, que los más jóvenes estén despegados de la actualidad y ciertamente despolitizados. Y no tienen referentes: "Creo que Podemos ha perdido una oportunidad de oro para convertirse de verdad en el referente de tanta gente joven que no lo tiene, oportunidad que empezó a perder cuando pudo apoyar a Sánchez la primera vez y no lo hizo. Es una pena, porque el movimiento fue ilusionante y creó muchas expectativas, pero no están a la altura".

El activismo le sigue acompañando pero dice que ya no va a mítines políticos: "Ya no estoy para esos trotes porque no quiero aguantar alabanzas propias y todo tipo de obviedades y ahora solo me movilizo para evitar que nos quiten los derechos que tanto nos ha costado conseguir a las mujeres. Y lo voy a seguir haciendo siempre que sea necesario".