Villafría tiene menos del 15% de los viajeros previstos

H.J.
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El Plan Director de 2001, a punto de ser reemplazado para su actualización, estimó que en 2015 volarían desde Burgos más de 122.000 personas al año cuando en 2019, un ejercicio de repunte, fueron solo 17.700

Villafría tiene menos del 15% de los viajeros previstos - Foto: Jesús J. Matías

Repasar el Plan Director del Aeropuerto de Burgos elaborado por el Gobierno hace veinte años es retrotraerse a una época en la que no había crisis económica posible en el horizonte. Al menos para los responsables públicos de entonces, y según los estudios que costeaban y financiaban, la economía y el progreso podían ser crecientes hasta el infinito.

Por eso los dirigidos por el entonces ‘superministro’ de Fomento, Francisco Álvarez Cascos, llegaron a poner por escrito, negro sobre blanco, cosas como que el aeródromo de Burgos tenía demanda potencial para diez destinos regulares, nacionales e internacionales, algunos de ellos a lo largo de todo el año, o que Villafría podría alcanzar los 122.653 pasajeros en el año 2015, con casi 18.000 operaciones.

La realidad es radicalmente distinta. En 2019, el último de normalidad antes de que llegase la crisis del coronavirus, tras el reinicio de los vuelos a Barcelona que llegaron a desaparecer hace unos años y con el notable impulso ejercicio por la escuela de pilotos de FlyBy, los usuarios fueron 17.688. Un 14,42% de lo que se previó para hace cinco años. Y los vuelos se quedaron en 3.219.

Aquellas ensoñaciones ni siquiera están actualizadas porque AENA lleva una década anunciando que habrá un nuevo Plan Director y éste no se termina de concretar. Fuentes oficiales del organismo dependiente del Ministerio de Fomento explican que el nuevo documento está a punto. La revisión ya se ha tramitación y está evaluado desde el punto de vista ambiental y tiene el visto bueno del Comité de Coordinación Aeroportuaria de Castilla y León. Así que solo le falta la aprobación final, pero esta no llega.

NUNCA LLEGÓ NI A UN TERCIO

En ella se verá cuáles son las nuevas perspectivas de la instalación capitalina, que tras la espectacular inversión realizada para ampliar su pista y construir una nueva terminal inauguró en 2008 una flamante infraestructura, modesta pero muy correcta para una ciudad y una provincia con su población. Entonces toda la sociedad burgalesa se las prometía muy felices y era un lujo placentero poder volar desde casa hasta otras ciudades españolas y europeas.

Los primeros años fueron positivos y la cima se alcanzó en 2011, con 35.447 usuarios (aun así, un 28,9% de lo que aventuraron las optimistas previsiones del Plan Director) y casi 4.000 operaciones. Más de 17.000 personas volaron a Barcelona, 3.600 a Palma de Mallorca, casi 2.000 a París, en verano hubo conexiones con Menorca, Málaga e Ibiza y en los puentes chárters a Praga, Berlín, Ámsterdam y París. Lo que muchos habían soñado. Sin embargo, la caída fue fulminante y solo cinco años más tarde, en 2016, lo más duro de la crisis dejó una paupérrima cifra de 4.682 pasajeros.

Desde entonces, gracias a la vuelta de Air Nostrum y a la apuesta de FlyBy, el vuelo se ha remontado ligeramente, en 2019 el incremento de pasajeros fue de un espectacular 71% pero seguimos estando lejísimos de lo que se imaginó a principios del siglo XXI. Barcelona es el único destino consolidado y produce un efecto enternecedor repasar lo que el aeropuerto burgalés quería ser frente a lo que es.

 

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