Antes que el turista va el vecino

C. SORIANO
-

Los barrios a examen (VIII) | La Asociación de Vecinos del Casco Histórico Alto pide finalizar los proyectos ya iniciados y que están a medias: la limpieza de la vivienda en Cabestreros, abrir Embajadores y adecentar el pavimento en Fernán González

Las escaleras mecánicas de la calle Subida a Saldaña apenas están en funcionamiento porque el sistema se atasca. - Foto: Jesús J. Matí­as

El barrio del Casco Histórico Alto es la zona más castigada de Burgos, afirman desde la Asociación de Vecinos. «Aquí viene mucha más gente a divertirse, viene más gente por el patrimonio, viene más gente por todo», se queja un portavoz. Es un paso continuo de turistas, por lo que los residentes exigen que la zona esté bien primero para ellos y, luego, para la ciudad, y no al revés. Defiende que en el Ayuntamiento «todo son peros», y que deberían agilizar la burocracia; sin embargo, si han conseguido que les hagan caso, ha sido por ir personalmente y «ser pesados»:«Tienes que conocer a los concejales, pero los que realmente retrasan las cosas son los técnicos».

El caso de la casa de la calle Cabestreros es un ejemplo de ello. Abandonada hace más de una década, esta propiedad, al tener diversos accesos y agujeros, se llenó de palomas y de toda la suciedad que estas aves suponen: «Anidaron ahí y, ahora, el edificio tiene medio metro de excrementos acumulados». La situación de los olores, sumada a las humedades de la infraestructura, causa muchas molestias a los vecinos, que lo describen como un estado de insalubridad. Desde el Consistorio consiguieron la autorización para limpiar la zona, pero no se ha actuado todavía:«Llevamos varios meses esperando desde que hicieron el informe. Si no han hecho nada es porque los técnicos lo habrán olvidado». Desde el Ayuntamiento, añade el portavoz, han empezado ahora lo que tendrían que haber hecho hace diez años.

El aparcamiento es un problemas latente más en el barrio. Hasta ahora, las calles se llenaban de coches aparcados sin ningún tipo de regulación, por lo que desde la Asociación se pidió al Ayuntamiento que, de alguna manera, lo reglara para los vecinos. «Pusimos una serie de ejemplos de cómo se hace en otras ciudades», explica. La idea es combinar, según las necesidades de cada calle, diferentes zonas de aparcamiento (zona verde, naranja o azul). La respuesta que obtuvieron fue que solo se implantaría zona azul, y así se hizo, a lo que un grupo de vecinos organizó una campaña en contra: o se hacía según las necesidades de cada vía, o no se hacía nada. La decisión del barrio, para no enfrentarse los unos con los otros, ha sido volver a la situación anterior «hasta que vean que la cosa es insostenible, y volvamos a retomarlo», añade el portavoz.

La siguiente petición desde la Asociación es la realización de la última fase de la calle Embajadores, la única de Burgos que aparece en las vías medievales. Hace veinte años se quemó una casa entera y, por miedo, se cerró la vía. Los representantes del barrio intentan abrir el callejón, y lo que han conseguido hasta el momento es que se hicieran obras para separar las viviendas caídas de lo que es el camino y se retiraran unos hierros que sujetaban unas arcadas protegidas. Lo que piden ahora para acabar el proyecto es tirar unos muros de ladrillo y hacer pintura artística con escenas históricas sobre otros. Les preocupa, además, el estado en el que se encuentra, lleno de basura y cristales que los jóvenes dejan de sus botellones. Por el momento, la única forma de acceder desde la calle Fernán González a Embajadores es un agujero que estos abrieron en la pared para tener un sitio escondido donde nadie les molestara.

Otro proyecto que exigen que se termine es el de el adecentamiento de las calles Fernán González y Santa Águeda. Hace un tiempo se realizaron obras para quitar las piedras de la carretera y poder hacer un camino liso. Sin embargo, por problemas de presupuesto, el trabajo se quedó a mitad: «Los vecinos se quejan mucho. Y nos han prometido que sí lo harán, y es que están obligados porque es parte del Camino de Santiago», explica.

El último de los problemas que tienen en el Casco Alto es el de las escaleras mecánicas que se construyeron en la calle Subida a Saldaña. «No funcionan nunca», describe el portavoz. Los jóvenes le dan al botón de emergencia, que causa que se queden paradas, y los técnicos tienen que ir hasta allá a volver a activarlas. «Cada vez que vienen es dinero, y muchas veces ni siquiera acuden». Además, al estar al exterior, y como muchas veces hace viento, escombros y bolsas de plástico atascan el sistema porque es muy sensible. «Las damos por perdidas», se queja. 

La situación se repite con el ascensor que está situado en esa misma zona, en la calle Hospital de los Ciegos. Los vecinos se quejan de que siempre está averiado pero, al menos, «si llamas, sí que vienen». El interior, eso sí, está lleno de pintadas y grafitis. Las demás disputas que podamos tener en el barrio, acaba el portavoz de la Asociación de Vecinos, son problemas del día a día.