Una borrachera de amor

A.S.R.
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Javier Gutiérrez, Daniel Pérez Prada, Vicky Luengo y Mónica Regueiro avivan 'Principiantes', obra basada en un relato de Carver

Javier Gutiérrez, Daniel Pérez Prada, Mónica Regueiro y Vicky Luengo (detrás) protagonizan ‘Principiantes’. - Foto: Laura Ortega

Cuando el telón sube, el público se cuela en una suerte de salón-cocina. Cuatro personajes se preparan para asistir a una cena. Un matrimonio ya de vuelta, Javier Gutiérrez y Mónica Regueiro, y una pareja joven en los primeros compases, Vicky Luengo y Daniel Pérez Prada, hablan del amor, y del desamor, y de todo lo que arrastran, con el alcohol como quinto en discordia. Basada en el relato De qué hablamos cuando hablamos de amor, de Raymond Carver, con adaptación de Juan Cavestany, dirección de Andrés Lima y cuajada de rostros habituales en la gran y pequeña pantalla, Principiantes llega este viernes al Teatro Principal (20.30 h., entre 8 y 20 euros). 

La historia se sitúa en la ciudad norteamericana de Albuquerque y la versión respeta lo más posible el texto original del maestro del realismo sucio. «Uno de los éxitos del autor es que consigue universalizar problemas muy concretos y habla del amor, el desamor, los miedos de estar en pareja, de los hijos y las separaciones, de triunfar o fracasar, del suicidio. Se habla de un montón de cosas y es fácil identificarse con ellos», comenta Mónica Regueiro, intérprete y productora de este espectáculo, feliz porque «la gente sale removida y se reconoce. Eso es muy bonito». 

¿Y de qué hablamos cuando hablamos de amor? «Es algo súper personal, muy complejo y depende del momento de tu vida puede ser una cosa u otra. Hay muchas clases de amor, que también se tratan en la función, por los hijos, por una profesión, y si hablamos del romántico o de pareja, una de las cosas más bonitas es el amor con libertad», contesta quien encarna a Terri, que, observa, tras una relación dura, de maltrato, tiene una visión del amor «muy particular, poco ortodoxa o políticamente correcta». 

«Yo he aprendido a quererla mucho y respetar esa visión, aunque sea muy complicado defender su postura, pero un actor no debe estar de acuerdo con sus personajes, y Terri me ha enseñado a ser menos condescendiente y tener menos prejuicios», sostiene la coprotagonista de este montaje que, no podía ser de otra manera, sufrió los rigores de la pandemia, con retrasos en su estreno, funciones con los aforos a la mínima expresión, horarios adelantados para cumplir con el toque de queda -«salíamos del teatro y no sabíamos donde ir a cenar»-... 

Pero ese largo invierno tiene próximo su fin y la espontánea risa de la actriz al otro lado del teléfono lo dice todo. «Retomar en septiembre y de nuevo escuchar los murmullos del público con la sala llena antes de empezar la función, es que se me ponen los vellos de punta, ¡es muy emocionante! Cuando llegue el momento, si llega, de ver a la gente sin mascarilla va a ser la bomba», se explaya esta mujer del teatro todoterreno, que hace ocho años se lio la manta a la cabeza, creó su propia productora, Producciones Off, y con el tiempo ha aprendido a bailar con ambas mónicas sin pisarse. 

«Una vez arrancan los ensayos me olvido de la productora y me centro en la actriz; se complementan bien porque tengo una visión global del proyecto», enfatiza encantada de esas dos caras. Tanto que anima a sus colegas a lanzarse y no esperar a que suene el teléfono. «El teatro no va a morir nunca porque no hay otra forma de reproducción; el teatro se ve cuando vas al teatro, y sobrevivirá a todo lo que se le ponga por delante», suelta con un optimismo contagioso.