La guardiana de la memoria

R. PÉREZ BARREDO
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La asociación ASHEF, con Dúnia Rusell a la cabeza, ha conseguido rehabilitar uno de los edificios del poblado de La Engaña. Su próximo objetivo, recuperar la estación de tren

Dúnia, frente al punto informativo.A su espalda, el edificio que ha sido rehabilitado y que es ahora su hogar. - Foto: Patricia González

Entre los riscos, bajo el aguacero, la humedad es heladora. Acercarse en pleno diluvio neblinoso al poblado de La Engaña es como adentrarse en Comala en busca de Pedro Páramo: todo es silencio, olvido y ruina. ¿Todo? No. Ya no. En uno de los edificios que un día dieron servicio a aquel poblado que se construyó y habitó para quienes se afanaban en horadar la obstinada montaña que habría de unir Burgos y Cantabria por ferrocarril hay alguien: no es un presencia fantasmal, ni la estantigua de un mal sueño, ni un espejismo.

De allí, del que fuera almacén del economato, sale Dúnia Rosell con una sonrisa que por un instante borra el gris de la mañana y detiene a la lluvia; tras ella, Vita, una perra alegre que salta sin parar y busca la caricia del visitante con la obstinación de las almas libres y puras. Es Dúnia una suerte de Robinsona del siglo XXI, una superviviente, una heroína que ha conseguido algo que sólo hace unos pocos años parecía una locura quijotesca, una quimera.

(Más información, en la edición de papel de hoy de Diario de Burgos)

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