Los coches con más de 10 años sufren el doble de accidentes

F.L.D.
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En 2018 se contabilizaron 118 incidentes de vehículos que tenían entre 11 y 15 años, aunque casi todos se debieron a causas ajenas a su desgaste o funcionamiento

Los coches con más de 10 años sufren el doble de accidentes - Foto: Alberto Rodrigo

Para evitar cualquier tipo de accidente de tráfico hay que tener siempre activados los cinco sentidos, pero no solo al volante, sino también en el mantenimiento del vehículo en el que viajamos. Se da la circunstancia de que algunos conductores deciden no revisar los componentes de su coche cuando éste ni siquiera ha pasado la primera ITV mientras que otros, que cuentan con un automóvil más antiguo, hacen lo mismo porque consideran que deben gastar en él el mínimo dinero posible porque está ya en la recta final de su vida útil. No es de extrañar, por tanto, que los siniestros se dupliquen tras los primeros diez años.

El aumento de accidentes con heridos es proporcional a la edad de los vehículos. En 2018, por ejemplo, los coches de entre menos de un año y 7 sufrieron una media de 19 siniestros. La cifra se duplica en los tres siguientes años y se multiplica por cuatro cuando supera la decena. El pasado ejercicio se registraron en la provincia de Burgos 412 percances, de los cuales 118 fueron protagonizados por automóviles de entre 11 y 15 años de antigüedad. Bien es cierto que en casi todos los casos las causas no están relacionadas con el mal funcionamiento o el desgaste, sino que se tratan de circunstancias de la circulación.

No obstante, es evidente que en materia de seguridad nada tiene que ver un coche de hace 15 años con uno actual, que cuenta con elementos mucho más sofisticados tanto a nivel de conducción como de protección de los ocupantes. Así lo recalca Fernando Andrés, miembro de la Asociación de Concesionarios de Automóviles de Burgos (Aconauto). «También se debe tener en cuenta», puntualiza, «el estado de conservación de cada automóvil», ya que hay algunos vehículos antiguos pero muy bien conservados y otros prácticamente nuevos que parecen llamar a las puertas de un desguace.

«Cuando las asociaciones proponemos planes de achatarramiento no es solo para que los concesionarios podamos seguir vendiendo, sino porque todo ello mejora la seguridad de los conductores», subraya Andrés, quien también ve en estas medidas una mayor implicación «a nivel medioambiental». En cualquier caso, incide en la necesidad de no quedarse solo en los números, sino analizar bien las causas. «A priori un coche antiguo va a tener más problemas de frenos y neumáticos, eso parece evidente, pero hay muchas variables», matiza.

Precisamente los neumáticos y los frenos son las únicas dos causas relacionadas con algunos de los 402 accidentes con heridos en las carreteras burgalesas. Llama la atención especialmente los dos que tuvieron lugar por fallos en sistemas de frenado en automóviles de menos de cinco años de antigüedad. Por su parte, los tres que hubo por culpa del mal estado de las ruedas fueron de coches de entre 6 y 15 años. En todos ellos se dieron circunstancia del habitual desgaste de las gomas o de algún defecto de fábrica.

REVISIONES QUE PUEDEN SALVAR VIDAS

Que un vehículo tiene más riesgo de sufrir un accidente debido a su antigüedad lo demuestran los datos, pero no tiene por qué ser por una cuestión de desgaste, sino que, tal y como apunta Gabriel Martínez, presidente de la Asociación de Empresarios de Automoción de Burgos (Adeabur), es más una cuestión de la poca concienciación de los conductores en cuanto al mantenimiento de su coche. Y es que, independientemente de la edad, todo automóvil necesita una revisión y, a medida que cumple años, la actitud de los usuarios se vuelve más pasiva. También influye, no obstante, el aspecto económico.

«A veces, conforme los vehículos envejecen, crece en el conductor la opción de un cambio y eso le hace perder de vista que por un lado la falta de mantenimiento preventivo convierte en más complicadas y caras las reparaciones, y por otro lado genera una inseguridad tanto al propio usuario y sus acompañantes como al resto de personas que van por carretera», explica Martínez. Este es un problema que, reitera, en los últimos años ha ido de la mano a la crisis económica. Aun así, opina que al igual que se cualquier persona no duda en reparar todos aquellos elementos de su vivienda para mantener un bienestar, es importante tener la misma mentalidad con nuestro propio coche. «Tal vez no sea necesaria una revisión cada vez que vamos a realizar un viaje, pero sí una consulta periódica en los talleres cualificados, siguiendo siempre los consejos del fabricante», añade.

Gabriel Martínez recuerda que en el último anuario de las Inspecciones Técnicas de Vehículos (ITV), alrededor de un 25% de los que lograron superar las revisiones presentaban anomalías. Una de las más comunes son los defectos y desgastes en los neumáticos. «Nos olvidamos que es lo que se agarra a la carretera», recalca antes de explicar que «hay que tener muy en cuenta su antigüedad, de manera que aunque tenga su banda de rodadura porque hemos hecho pocos kilómetros no debemos olvidar que es goma que se endurece por su exposición al sol y al frío». Del mismo modo, señala que es necesario estar atentos a posibles deformaciones por percances en la conducción como baches o golpes contra bordillos.

Martínez también hace especial hincapié en la importancia del desgaste uniforme, es decir, que el deterioro del neumático sea igual porque, de lo contrario, es un signo claro de avería y que probablemente no esté teniendo una adherencia adecuada. «Son los grandes olvidados», concluye, ya que muchas veces los conductores no se acuerdan de echarles un vistazo, sino que están más alertas a si arranca el coche, o si hay algún fallo de luces o en la dirección. «Desgraciadamente, cuando una rueda avisa de un problema es un susto y éste puede ser más o menos grave en función de su estado», finaliza.