MercaBurgos lucha por sobrevivir

G. ARCE
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8 mayoristas ocupan parte de los 20 puestos del mercado de frutas y verduras de Villafría, que compite día a día con el creciente poder de los supermercados, los cambios de hábitos en el consumo y el cierre de las tiendas de barrio

La actividad en MercaBurgos arranca a las 5 de la mañana y culmina a la hora de comer. - Foto: Jesús J. Matías

Solo los almacenistas más veteranos son conscientes del inexorable paso del tiempo, del cambio de hábitos en el consumo y del lento declive de una forma de entender un negocio familiar. Hace años, las furgonetas entraban de madrugada en fila india al pasillo central del mercado de Villafría para cargar las frutas y verduras compradas en una vorágine de ofertas al mejor postor, mercancía que se iba a vender horas después a pie de calle, de tú a tú con el cliente.

Hoy MercaBurgos es una instalación moderna, limpia y dotada con muelles de carga exteriores a lo largo de toda la estructura del complejo. Sin embargo, la actividad diaria se resume a ocho mayoristas (tres se han jubilado y cerrado en los últimos años) y la vorágine de antaño se ha reducido a un goteo de fruteros, gestores de residencias de ancianos, de comedores escolares y de establecimientos hosteleros, entre otros. Si no fuese por la abundancia, calidad, orden y colorido del género expuesto, casi hasta llaman más la atención las persianas echadas que las abiertas.

«Estamos bajo mínimos, igual que la frutería tradicional. Sobrevivimos de la fidelidad de nuestros clientes que, casi más que por los precios, te compran por el trato y por una relación de muchos años», explica Óscar Sagredo, de Frutas Sagredo, al que le corresponde la representación de los concesionarios de este recinto municipal.

Son, detalla este almacenista con 40 años de trayectoria, pocos, menos de los que en su día, hace doce años, afrontaron la obra para modernizar y cambiar la imagen de estas instalaciones ubicadas junto al recinto aduanero de Villafría. Entonces fueron cerca de 3 millones de gastos en mejoras de los que, puntualiza Sagredo, restan más de 800.000 euros por pagar del crédito solicitado, lo que supone un lastre más en estos tiempos complejos, al que suman el canon anual que pagan al Ayuntamiento por el uso del mercado. «Nos vemos malamente para cumplir...».

El representante de MercaBurgos hace un llamamiento a la ciudad porque «esto va a terminar por desaparecer», al igual que la frutería tradicional a pie de calle. Cada año son menos también los vendedores ambulantes de los pueblos, los que venían a abastecerse a Villafría antes de iniciar sus rutas. Como los pueblos, han desaparecido, «han buscado trabajo en otros sitios».
Las jubilaciones en este negocio son cierres definitivos, no hay relevo generacional. «Paradójicamente, los nuevos clientes son inmigrantes que sí están abriendo tiendas en los barrios y poco más...».

(Más información, en la edición de papel de hoy de Diario de Burgos)