La ruta emocional de una cigüeña

I.L.H.
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Una hija de Jordi Conill, exvicepresidente de la Diputación de Barcelona preso en Burgos por su lucha antifranquista, relata en un largometraje el viaje que emprende al pasado para conocer esa etapa de su progenitor. En mayo se proyecta en la ciudad

La directora del documental ha encontrado en este trabajo una forma de recuperar a su padre, que falleció «demasiado pronto». Abajo, ella a hombros de Jordi Conill.

La cigüeña es un ave migratoria que para llegar a su destino recorre grandes distancias cada año. Barcelona y Burgos están separadas por 600 kilómetros, pero a Joana Conill le ha costado toda su vida afrontar la ruta que la llevaría hasta el nido de «la cigüeña de Burgos», la única historia que le contó su padre sobre sus 10 años en prisión. Para llegar a su destino, en 2014 emprendió el vuelo con un guion, una cámara y una campaña de micromecenazgo. Buscaba saber para cicatrizar en un documental aquello que la atormentaba. Tras seis años de trabajo e investigación, lágrimas, dolor y angustia y también maravillosas historias y encuentros personales, Joana Conill ha podido concluir el periplo de La cigüeña de Burgos.
Joana es hija de Jordi Conill (1939-1998), un anarquista de las Juventudes Libertarias que, se cree, participó en el intento de atentado contra Franco en el palacio de Ayete (San Sebastián) en 1962. Por su vinculación con la lucha antifranquista fue detenido, torturado, juzgado en consejo de guerra, condenado a muerte y, gracias a la intervención del que años después sería el Papa Pablo VI, conmutar su pena por treinta años de prisión. Pasó diez en la cárcel, la mayor parte del tiempo en Burgos, y entre rejas se pasó al comunismo y militó en el PSUC desde la clandestinidad. Con la democracia llegó a ser concejal de Barcelona y vicepresidente de su diputación.

Pero de su paso por Burgos Joana Conill no conoció nada por boca de su padre. Salvo la historia de una cigüeña que cayó herida al patio del penal y que cuidaron y curaron entre varios compañeros. Aquella cigüeña, admite la directora del documental, le permitió hacerse «una idea física de lo que era una cárcel» y, al crecer y no poderle preguntar a su padre, se ha abrazado a ella para emprender un vuelo íntimo y difícil al pasado.

«La cigüeña de Burgos es un viaje personal a través de la memoria histórica en busca de la reparación personal y colectiva», argumenta mientras añade que el documental va de cómo vive ella esa ansiedad por saber. Tras seis años y después de indagar en documentos oficiales y entrevistar a unas 70 personas, Joana cuenta la historia de su padre de principio a fin y hasta donde ella ha podido llegar.

Cartel del largometraje 'La cigüeña de Burgos'.Cartel del largometraje 'La cigüeña de Burgos'.

A Burgos viajó en 2015 para acceder a la prisión -cuyo permiso le denegaron- y para entrevistarse con un hijo de la familia que acogió a su abuela cuando ésta se desplazaba desde Barcelona para visitar a su hijo. De su estancia se lleva la «emocionante acogida» que le brindó la ciudad: «Se nos olvida pronto que precisamente en los lugares de mayor represión también hubo precisamente las personas que más se la jugaron y de forma más anónima y humilde posible. Eso es algo que también me llevo de regalo de estos seis años, haber descubierto la de héroes y heroínas anónimas, que sin grandes nombres ni reconocimientos cambiaron la historia».

La cigüeña de Burgos se estrenó el pasado 4 de septiembre en la Filmoteca de Barcelona y se proyectará en Burgos en la VI Muestra de Cine Documental que prepara Espacio Tangente y la Universidad de Burgos para mayo de 2021.