Aun en pandemia, con menos circulación, los usuarios de la AP-1 han sufrido atascos cuando se produce el mínimo accidente. De ahí la importancia de que la infraestructura se adapte a su nueva condición de autovía, que obliga a la Administración del Estado a dotarla de más carriles y más conexiones para atender al aumento de tráfico y para dar mejor servicio a los habitantes de los pueblos que la jalonan. La tramitación de los proyectos de actualización van cogiendo ritmo y el anteproyecto para construir los nuevos accesos ya cuenta con el «visto bueno favorable» del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico, según confirmó ayer la diputada socialista Esther Peña este periódico. De modo que la construcción de las nuevas entradas y salidas a la doble vía en Monasterio de Rodilla y Zuñeda está más cerca. No obstante, aún tendrá que superar unos cuantos obstáculos, el primero el periodo de información pública que se abrirá de manera inmediata, tras lo cual habrá que licitar el proyecto definitivo, redactarlo, poner precio a las obras y adjudicarlas. Es decir, aún restan por salvar todos los trámites que conllevan dotación económica en Presupuestos, de modo que su avance dependerá de la voluntad política de quien esté en el Gobierno en cada momento, porque está claro que la  reforma de la autopista no se va a ejecutar, ni de lejos, en este mandato.  

Este anteproyecto llevaba esperando el visto bueno de Medio Ambiente desde hace un año, hasta que este mismo mes ha recibido declaración favorable en un procedimiento simplificado, puesto que los dos nuevos ramales se ejecutarán en un corredor viario ya existente, lo que permite abreviar el trámite.

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