La huella de Concepción Arenal en Miranda

Ó.C.
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La pensadora y escritora residió en la ciudad al menos cinco meses para dirigir un hospital en la Tercera Guerra Carlista. La casa en la que residió todavía sigue en pie

A la izquierda, con la ventana y las puertas tapiadas, la vivienda de la escritora. - Foto: O.C.

Las actividades del 8 de marzo servirán en Miranda para visibilizar una historia olvidada vinculada a una estancia ilustre. El investigador José González Grijalba ha puesto luz a este relato repleto de sombras y además, ha encontrado el paradero de la vivienda en la que residió Concepción Arenal en la ciudad durante al menos cinco meses en 1875, y donde el lunes el Ayuntamiento colocará una placa conmemorativa. «Lamentablemente, como muchas cosas de Miranda se sabía algo, pero no se tenía muy claro y la gente tampoco le daba mucha importancia», afirma el descubridor.

Su amor por la historia motiva a este mirandés a bucear en los archivos. De esta manera encontró unos textos del periodista Saturnino Giménez sobre un hospital habilitado en Miranda para atender a los heridos de la Tercera Guerra Carlista. Este fue el hilo del que empezó a tirar y de los documentos sacó una descripción de la vivienda en la que estuvo Concepción Arenal que se pintaba como «una casita que consta de piso bajo y piso superior; en la pequeña estancia que forma este, recibiendo la luz por una ventana con honores de balcón».

Con esta imagen, Grijalba empezó a buscar, a mirar planos  y comprobar dónde podía estar, sabiendo además que estaba vinculada al actual recinto de Sagrados Corazones. «En aquella época en Miranda no habría muchas casas porque era pocos años después de montar el ferrocarril», matiza el investigador, y por este motivo empezó a escudriñar el entorno de la congregación. La pista definitiva llegó con la ventana «con honores de balcón», con lo que localizó una pequeña casa. 

Para confirmarlo empezó a mirar grabados y mapas de la época para asegurarse de que la casa estaba en pie en 1875. Ahí estaba. En la actualidad incide en que la parte superior la ocupan en el colegio Sagrados Corazones para guardar los aperos de su huerta, mientras que en la planta baja permanecen las cuatro paredes, aunque al parecer tampoco tiene uso.

En ese espacio olvidado por el tiempo, Concepción Arenal ganó las experiencias vitales para escribir una de sus publicaciones, Cuadros de la Guerra, donde quedan reflejados algunos de los momentos que vivió en su estancia en Miranda. Además, como atestigua la documentación recabada por Grijalba, hay otros textos que aparecieron publicados en revistas de la época, en el mismo tiempo en el que estuvo en Miranda.

Su labor. El descubridor de la vivienda afirma que hasta la ciudad llegó para dirigir aquel espacio sanitario impulsado por Cruz Roja y que según Grijalba «es el primero o como mucho el segundo que levantó esta organización en España». La  caridad sustentaba el hospital, «en el que también trabajaban mirandesas. Era tan pobre que pedían a la población cualquier cosa», apunta. 

La propia autora «detalla en sus escritos cómo los vecinos de la ciudad suministraban alimentos para que pudieran sobrevivir los enfermos y decía que no había grandes lujos, pero nunca faltaba comida sencilla». Las penurias están reflejadas en el estudio del investigador mirandés, que recuerda que Miranda durante la contienda era «el cuartel general de las tropas isabelinas, con el general al frente, y hasta aquí llegaban los soldados en el ferrocarril». Sobre su marcha, aclara que «se produjo por alguna enemistad con los militares», lo que llevó a Arenal a dejar la ciudad, donde sí quedó su huella.