El 'boom' del teletrabajo se desinfla

EFE
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La vuelta a la oficina por la mejora de los datos epidemiológicos del coronavirus provoca que el empleo a distancia caiga a la mitad aunque todavía triplica la tasa previa a la crisis sanitaria

El 'boom' del teletrabajo se desinfla - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez

Ya se ha cumplido un año de la regulación del empleo a distancia. Pero sigue siendo una incógnita el nivel de teletrabajo que perdurará cuando la pandemia acabe, ya que la tasa de asalariados que trabajan en su domicilio ha caído a la mitad desde el inicio de la crisis pero aún triplica la que había antes.

La vuelta a la oficina es un hecho desde hace meses, ya que con la desescalada posterior al confinamiento estricto (en el verano de 2020) la tasa de empleados que operaban más de la mitad del tiempo desde su casa disminuyó significativamente, pasando del máximo marcado en el 15,28% al 8,92%.

Desde entonces, esa tasa ha bajado otro punto, al 7,89%, porcentaje que todavía triplica el 2,48% de 2019, año en el que teletrabajaron más de la mitad del tiempo una media de 413.700 asalariados, frente a los 1,3 millones que lo hacían en el segundo trimestre de 2021, según la Encuesta de Población Activa (EPA).

Habrá que esperar a los datos del tercer trimestre -que se esperan para los próximos días- para saber si el regreso de las vacaciones de verano está suponiendo un punto de inflexión para el retorno masivo a una presencialidad total.

La coordinadora confederal de la Unión de Técnicos y Cuadros de UGT, Paula Ruiz, asegura que muchas empresas se habían marcado el mes de septiembre como fecha de vuelta completa a las oficinas, lo que a su juicio es «una insensatez y una temeridad» teniendo en cuenta que la pandemia no se ha acabado.

¿Puede la empresa obligar a volver al centro de trabajo al 100%?

Desde ese mismo sindicato, el abogado del servicio de estudios Daniel Pueyo recordó que el teletrabajo es voluntario y reversible para ambas partes, por lo que puede iniciarse o suspenderse tanto a instancia de la compañía como del empleado.

Con carácter general, la empresa puede poner fin al trabajo a distancia parcial o totalmente sin necesidad de un tiempo mínimo de preaviso, salvo que haya acuerdo individual o colectivo que establezca otra cosa.

Para poder seguir en casa, el asalariado tendría que justificar un mayor riesgo para su salud por la exposición al coronavirus o apelar al derecho de conciliación, específicamente reconocido a los padres de hijos menores de 12 años.

En caso de que se revierta totalmente el teletrabajo, el empleado tendría que devolver el material que la empresa le hubiera facilitado, pero no la compensación económica por los gastos asumidos si la hubiera habido, salvo en el caso de que se hubiera abonado por adelantado.

¿Permanecerá la tendencia cuando termine la COVID-19?

El secretario de Nuevas Realidades del Trabajo de CCOO, Carlos Gutiérrez, cree que todavía hay dudas sobre si el teletrabajo volverá al «nivel ínfimo» previo a la pandemia o si realmente se ha producido un cambio cultural en las empresas respecto a la organización laboral.

Así, señala que la negociación colectiva está avanzando y pone el ejemplo de convenios como el de la banca o de grandes empresas  que ya regulan el empleo a distancia.

Sin embargo, también reconoce que hay resistencia por parte de empresas que siguen ancladas en una cultura «basada en la desconfianza hacia los trabajadores» que obliga a estar presente.

En CEOE consideran que, «en la medida que los puestos de trabajo sean teletrabajables», es de esperar que esta forma de organización crezca y se consolide en el marco de relaciones laborales.

A juicio de la CEOE, la mayoría de compañías y asalariados previsiblemente elegirán combinar presencialidad y trabajo a distancia «por el valor que tiene el trabajo como elemento de socialización y de fomento del trabajo en equipo».

Para la directora del centro Futuro del Trabajo en EAE Business School, Pilar Llácer, el año 2022 será clave para constatar si ha calado un cambio cultural respecto a este fenómeno que ella ve imparable.

Esta experta explica que otros procesos como la digitalización y la transición energética también influirán en ello, además de la incorporación de una nueva generación de profesionales que no concibe el control horario ni tampoco la presencialidad.