Una vía de escape para cuidadores ejemplares

S.F.L.
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Cruz Roja de Briviesca colabora con un programa de apoyo psicosocial destinado a personas que atienden a dependientes en el medio rural. Las jornadas vuelven a impartirse online

La atención a los mayores es primordial para los voluntarios de Cruz Roja, que antes de la pandemia les sacaban a pasear y a realizar actividades con ellos. - Foto: DB

Isabel y su hermana se propusieron ser unas hijas ejemplares, casi tan buenas como lo fue su madre con ellas. Cada día acuden a visitarla, a mimarla y a entretenerla. Pero la desconexión nunca llega. Descuelgan el teléfono y respiran aliviadas cuando la señora Felisa, a sus 92 años, responde con júbilo ‘hola hija, estoy muy bien’.

Aún así, la intranquilidad está servida. La briviescana tiene una salud de hierro, sale sola a comprar y no deja pasar la oportunidad de ir a podar los rosales a la huerta. Sin embargo, un sentimiento vinculado a la culpa se entromete en la mente de Isabel, que considera que acudir a las jornadas del Programa Crecemos de Cruz Roja la ayuda a descargar y compartir su desasosiego.

A lo largo de 2020 una psicóloga se ha reunido con los participantes - cuidadores formales o informales (profesionales o familiares) de personas dependientes- para realizar sesiones psicoeducativas una vez al mes. Pero como no podía ser de otra manera, la pandemia ha vuelto a hacer de las suyas y las jornadas volverán a impartirse vía online, como se vinieron dando durante los meses que duró el primer estado de alarma.

Andrea Campo, la psicóloga encargada de gestionar el programa, invierte el tiempo en formar al grupo. Los cuidadores pueden expresar sus vivencias diarias, las dificultades emocionales de atender a una persona mayor, enferma o con discapacidad. También escucha y asesora cuando los usuarios comparten sus miedos o preocupaciones y las estrategias o las soluciones que han ido encontrando a problemas diarios. «De esta manera amplían y mejoran su red de apoyo, se encuentran en un entorno en el que se les presta atención, comprenden sin juzgar ni sentirse juzgados y aprenden nuevas formas de enfrentarse a las dificultades», declara la especialista.

«Andrea nos alivia el alma», afirma con auténtica devoción Ana María, una auxiliar de geriatría que desempeña sus funciones en la residencia briviescana para mayores La Milagrosa. «Me encanta mi trabajo pero la covid-19 lo ha endurecido mucho. Y no me refiero a la carga física sino a la emocional», manifiesta. Su familia reside en Madrid y lleva desde antes de la pandemia sin ver a su madre. «La carga afectiva pesa mucho y el apoyo que recibo de la psicóloga es fundamental a día de hoy», añade la empleada.

La profesionalidad de Campo es innegable. Comprometida con su causa y siempre dispuesta a dar lo mejor de sí, atiende a los participantes del programa fuera de horario si así lo requieren. «Nos saca de dudas por cualquier lado. Es un ángel», comenta Ana María. Asimismo, en cada una de las sesiones, la psicóloga imparte formación -de ahí que se denomine como un grupo psicoeducativo- sobre diferentes temas relacionados con el cuidado y la gestión emocional, seleccionando los contenidos a trabajar a partir de las dudas que surgen en las propias sesiones. «Explico diferentes contenidos, doy pautas y consejos que puedan llevar a la práctica en la labor de cuidado e intento solucionar cuestiones personales», aclara la educadora.

Para Agustín, un hombre sin apenas experiencia en el cuidado de ancianos, las pautas orientativas que recibe en las terapias resultan muy significativas ya que le enseñan a controlar sus emociones. Siempre ha vivido con sus padres pero desde que el progenitor tuvo que ser intervenido de la cadera, nada volvió a ser como antes. Así, desde septiembre ejerce también como cuidador de sus progenitores. Cuenta con la ayuda de una empleada para cubrir los periodos de tiempo que él permanece fuera del domicilio familiar por motivos laborales pero las horas restantes las dedica a facilitar la vida de los ancianos. «Soy novel en esto porque hasta ahora entre ellos se entendían bien», afirma.

Respecto a la jornadas de cuidadores, el de Piérnigas reconoce que solo ha asistido a una porque hasta ahora no había necesitado el apoyo que la psicóloga les brinda. Reconoce que es pronto para hablar de problemas surgidos desde que se hace cargo de la atención de sus mayores pero que por lo poco ha escuchado a sus compañeros ‘de clase’ comprende que las angustias acabarán por llegar. «Afronto una situación nueva y recibir unas directrices para conseguir ubicarme es de agradecer», apunta.

Tras las restricciones impuestas por los organismos las sesiones presenciales se han visto suspendidas de nuevo pero Cruz Roja y Andrea Campo permanecen en contacto con los usuarios y comparten información y contenidos por email y Whatsapp. Aquellos que deseen inscribirse deben contactar con la institución humanitaria.