En verano, al pueblo

PABLO ÁLVAREZ / Valladolid
-

Más gente y estancias más largas. 1,2 millones de veraneantes eligen zonas rurales de Castilla y León para sus vacaciones, un 10 por ciento más que antes de la crisis

En verano, al pueblo

Dispersión, baja densidad, envejecimiento... Son algunas de las características que definen la estructura territorial y demográfica del medio rural de Castilla y León. Pero quién lo diría estos días si se acerca a algunos pueblos de los valles del Tiétar y del Alberche, en Ávila, o a las Merindades, de Burgos; que en estas fechas son un hervidero de gente; muchos jóvenes.  Ya están allí los veraneantes. Yestán para quedarse una temporada cada vez más larga. 
 
La crisis también ha tenido efectos en esto. En este caso positivos. Cada vez son más las personas que eligen los pueblos de Castilla y León para pasar el verano, lo que hace que las zonas rurales de la comunidad dupliquen con holgura su población en los meses de julio y agosto. Concretamente los municipios de menos de 10.000 habitantes pasan de tener una población censada de 885.840, a los 2.083.374 en periodo estival, según los datos recogidos por el profesor de Geografía Humana de la Universidad de Valladolid, José María Delgado. Es decir casi 1,2 millones de personas más en pueblos, con especial incidencia en algunos territorios, como los ya mencionados valles abulenses o el norte burgalés. 
 
La población flotante de veraneantes, ha crecido en Castilla y León en torno a un diez por ciento en los últimos años de crisis. «El aumento más importante se produjo entre 2005 y 2010, aunque ha continuado creciendo hasta ahora», reconoce Delgado Urrecho. «Se trata de personas que antes programaban sus vacaciones con viajes al extranjero pero con la crisis eligen el pueblo, donde mantienen lazos familiares o tienen casa familiar y les sale más barato», añade el profesor que junto a Luis Carlos Martínez ha publicado el artículo Importancia de la población flotante en los municipios rurales del interior peninsular. Análisis de la situación de Castilla y León, donde analiza esta cuestión.
 
Zonas. El estudio pone de manifiesto que las comarcas abulenses de los Valles del Tiétar y del Alberche, con una población empadronada de 61.943 personas, alcanzan los 269.275 habitantes durante el verano, es decir, experimentan un incremento del 335% (más de cuatro veces superior). Éste se reduce hacia el este, en la franja meridional segoviana y la Sierra de Guadarrama, donde el crecimiento es del 220% (de 24.753 a 79.322). En cuanto a Las Merindades burgalesas el aumento es del 172% en esa estación (casi el triple), de 26.125 a 71.016 habitantes. 
 
Aunque con una distribución más dispersa, otros centros de servicios llegan asimismo a triplicar sus residentes (Valderas en León y Riaza en Segovia) o a duplicarlos holgadamente (Burgo de Osma y San Esteban de Gormaz, en Soria), siendo también expresivos algunos núcleos de menor entidad en el norte palentino (Barruelo de Santullán), las riberas leonesas (Valencia de Don Juan) o el noroeste zamorano (Puebla de Sanabria o Galende, entre otros). 
 
Pero no sólo llegan más, sino que además se quedan más tiempo. Así lo constatan alcaldes de los municipios que más crecen durante el verano. «Antes, algunos sólo venían en la semana de las fiestas, pero ahora vemos cómo empiezan a llegar ya en julio y están aquí tres semanas o el mes completo, si no más», señala la alcaldesa de Ucero (Soria), Elisa de Miguel, una localidad que no alcanza los cien empadronados y según las estadísticas puede llegar a las mil. 
 
No se empadronan. En el caso de Navaluenga (Ávila), las estancias temporales ya no se limitan sólo a los meses de verano y algunos fines de semana, donde pasa de 2.200 vecinos censado a tener una población próxima a las 20.000 personas. Durante gran parte del año, muchos de ellos, más de 4.000 según su alcalde, Armando García, residen allí más de la mitad del año, aunque siguen censados en su ciudad de origen. «Muchos de ellos son jubilados que conservan el empadronamiento en Madrid pero como no lo están aquí, no nos llega la financiación del Estado para costear los servicios. Es una cuestión que debería abordarse con las nuevas reformas locales para que se tenga en cuenta  esta población flotante», asegura el regidor. 
 
En las conclusiones de su artículo, Delgado considera que se hace necesario conocer el impacto de la población flotante «antes de acometer cualquier reforma del modelo de ordenación y gobierno del territorio que implique una redistribución de la localización de equipamientos y centros prestadores de servicios».
 
De dónde llegan. Las aportaciones más destacadas proceden de Madrid, que concentra más de la mitad de la población vinculada llegada de fuera (52%), seguida del País Vasco (22%). Los primeros se concentran especialmente en los valles abulenses y la sierra segoviana, mientras que los segundos suelen fijar su lugar de veraneo al norte de Burgos y, en menor medida, también en Palencia. En un escalón más alejado se encuentra Asturias (7%), que eligen la zona de León, mientras los porcentajes descienden en torno al 2% en las restantes comunidades que guardan vecindad con Castilla y León. 
 
Destaca el caso de Cataluña, aportando el 5% de la población flotante, debido no sólo al turismo como tal, sino sobre todo a la elevada presencia en ella de emigrantes que mantienen lazos familiares con su municipio de origen. Andalucía es otra comunidad que aporta, por esta misma razón, un importante número de veraneantes. 
 
Los casos más llamativos. En términos absolutos, hay determinados municipios que experimentan unos crecimientos más que llamativos con la llegada de veraneantes. En Ávila el caso de Arenas de San Pedro, que pasa de 6.700 a 24.556 habitantes con la población flotante; pero más sorprendente resulta Navaluenga, que salta de 2.186 vecinos censados hasta los 19.172. En Burgos, Villarcayo y Medina de Pomar encabezan este ranking. La primera pasa de 4.800 a 12.000 y la segunda, de 6.321 a 19.215 vecinos. En Zamora, Toro se lleva la palma y aunque es un municipio de gran tamaño, 9.686, llega a los 20.580 en verano. Esta población llega a tener casi Riaza, concretamente 19.929 vecinos durante julio y agosto, con la salvedad de que el resto del año son 2.448. En Soria se encuentra El Burgo de Osma, que pasa de 5.258 a 15.865; aunque localidades próximas más pequeñas y en el entorno del Cañón del Río Lobos, la progresión es aún mayor en términos relativos. En Valladolid, la progresión de los municipios llega como máximo a multiplicar por dos la población, destacando los casos de Simancas, Tordesillas, Olmedo, Íscar o Medina de Rioseco.