Vidas distintas, carreras paralelas

CARMELO PALACIOS
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Los brasileños Augusto Lima y Vitor Benite se sientan con DB para recordar cómo se fraguó su fichaje por el San Pablo y desgranar -anécdotas incluidas- las aventuras que han compartido hasta llegar a Burgos. Son dos de las estrellas de equipo azulón

El pívot Augusto Lima y el alero Vitor Benite, con la bandera de su país ayer en la calle San Lesmes. - Foto: Alberto Rodrigo

Augusto Lima acababa de aterrizar en el aeropuerto de Barajas. Era noviembre de 2018. Después de una mala experiencia en el baloncesto croata, regresaba a España para unirse a las filas del MoraBanc Andorra. Lo tenía casi todo hecho. Había hablado con el entrenador y el director deportivo. Solo faltaba la firma. De camino a Murcia, donde reside su hija, recibió una llamada de su agente. Había una nueva oferta. «El San Pablo quiere ficharte. Su presidente está como loco por hablar contigo». Al poco rato, sonó el teléfono. Era Félix Sancho, presidente del San Pablo. «Estuvimos hablando media hora. Me dijo que me necesitaban, que necesitaban un pívot con carácter y que iba a ser el puto amo aquí. Que la gente me iba a querer mucho. Le dije que me diera una hora para pensarlo y contesté que sí», recuerda el jugador brasileño.

Lo que no sabía Lima es que su amigo y compañero en Murcia, Zagreb y en la selección había elegido el mismo destino. «A la hora de decir que sí a Burgos, se hace oficial el fichaje de Vitor Benite por el San Pablo. No sabía nada, así que le escribí al instante y le dije: ‘¿Te vas a Burgos y no me dices nada? Voy yo también’. Van a pensar que vamos en un pack»,  cuenta entre risas.

El San Pablo se iba a convertir en el tercer club que compartían a parte de las concentraciones con Brasil. La primera vez que cruzaron sus caminos tenían 15 y 16 años en las categorías inferiores de la selección. Por entonces, Benite ya era un jugador reconocido y Lima llegaba a una plantilla con mucho talento. «No hablamos mucho al comienzo porque su mejor amigo me odiaba. Estábamos bastante distanciados». Fue solo al principio. Después, fueron creciendo en La Canarinha y compartiendo momentos inolvidables, como los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro: «Es uno de los mejores recuerdos que tengo. Disputar esos Juegos en casa fue algo increíble».

Un año antes, en 2015, comenzaron a compartir vestuario en el UCAM Murcia, donde Lima ya llevaba una temporada. «Fue muy importante que ‘Gus’ (Lima) estuviera allí.También estaba Campazzo y otros jugadores para formar un buen grupo», relata Benite. La adaptación a la vida en España fue fácil y no tardó en entenderse en español, pero sus sensaciones en el campo fueron otra historia. «Me costó entender la manera de ver el juego y el entrenador era un tipo más distante. Yo estaba acostumbrado a un trato más personal. Sufrí ese primer curso, pero eso me hizo más fuerte y acabé jugando a un gran nivel».

Allí estuvo tres años, dos de ellos con Lima, y después tomaron la decisión de firmar con el Cedevita croata, un cambio del que no tardaron en arrepentirse: «Era un paso adelante porque el club tenía aspiraciones de Euroliga.Parecía el lugar idóneo para seguir creciendo, así que no tuve ninguna duda a la hora de fichar», rememora Benite, que reconoce que acribilló a mensajes a Lima para que se fuera con él. «Yo tenía muchas ofertas, pero quería un contrato de dos años y me decidí por Croacia porque parecía el lugar idóneo. Nos salió muy bien», bromea Lima sacándole una carcajada a su amigo.

 

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[El reportaje completo y fotos -actuales e históricas-, en la edición de papel de hoy de Diario de Burgos]