El consumo de agua de la industria se estanca

G. Arce
-

La "ralentización" detectada en la demanda se achaca a un menor ritmo de producción en los polígonos, que beben el 37% del abastecimiento

El consumo de agua de la industria se estanca - Foto: Luis López Araico

El 37% del agua que abastece la ciudad de Burgos se destina, principalmente, a sus polígonos industriales, donde están radicados los grandes clientes del Servicio Municipal de Aguas. Este consumo empresarial ha mantenido un crecimiento continuado desde 2014, aunque registra un punto de inflexión y un estancamiento desde hace dos años, tendencia que se atribuye a los descensos en las producciones de las principales industrias y, en menor medida, a las medidas de racionalización del consumo que algunas están aplicando.


Gracias a su alta calidad y a la seguridad en su suministro, el agua de la cuenca del Arlanzón es uno de los principales atractivos económicos de la ciudad y un reclamo desde hace décadas para las empresas que tienen en esta materia prima uno de sus principales recursos para la producción. Desde la industria agroalimentaria y de bebidas, pasando por la cárnica, hasta la química y la automoción, requieren de grandes cantidades para sus procesos y en Burgos hay mucha y la más barata de España.
Dentro de ese 37% de consumo industrial se incluye el abastecimiento de comercios, bares y restaurantes; naves en régimen comunitario; industrias individuales e industrias contaminantes, entendiendo como tal a aquellas de gran demanda a la red a las que se controlan todos sus vertidos. Las empresas suelen tener tres tipos de contratos: de servicio, de riego y de incendios.


"El decrecimiento detectado en los consumos -explica el gerente de Aguas, Juan Antonio de Miguel-  depende de la pujanza o no de la industria. Si hay crisis y disminuye la producción, el uso de materias primas se resiente, entre ellas el del agua. Está claro que el ritmo de la economía afecta al uso del agua".


Los registros de Aguas confirman más una "estabilidad", entendiendo como tal una falta de crecimiento e incluso una ligera disminución desde 2017, lo que no induce a desplomes de la actividad muy significativos.


En el caso de las industrias contaminantes, las de mayor consumo de Burgos, desde hace dos años se experimenta un descenso claro.


Doméstico.

El consumo doméstico asume el 56% del agua que abastece la ciudad y un total de 120 pueblos de los alrededores. En este caso ha crecido ligeramente en los últimos años porque aumentan también las altas de clientes, principalmente en el alfoz.


Al margen de esta particularidad, la demanda de los hogares se mantiene homogénea en el tiempo y se mueve en una horquilla de consumo de entre los 130 litros por habitante y día que se registró en 2012 y los 125 litros que se alcanzaron el pasado año. Las fluctuaciones, señala De Miguel, tienen más que ver con las sequías y las campañas informativas de racionalización del consumo, que tienen su impacto en los hogares y en los registros del Servicio Municipal.


"Analizando los últimos 7 años se puede concluir que el consumo doméstico ni se ha disparado ni se ha reducido en Burgos". El habitante de la ciudad, reflexiona el gerente de Aguas, no nota las fluctuaciones de consumo por una sencilla razón: la factura de agua apenas supone un 1% de la economía familiar en Burgos y una leve fluctuación es imperceptible para el bolsillo.


Cada vecino paga una media aproximada de 40 euros al año, incluyendo en este coste el agua potable (que supone 17,25 euros) y los procesos de depuración (el resto). Esta factura no es comparable con los costes que se soportan al año de electricidad, gas o telefonía, por citar algunos ejemplos.
La factura lleva congelada desde  2013, periodo en el que el Servicio Municipal de Aguas ha acometido obras de mejora en la red por valor de 80 millones de euros. "Con los ingresos fijos desde hace seis años es muy difícil mantener unas infraestructuras adecuadas".


Actualmente, se trabaja en la sustitución de toda la red de tubería de fibrocemento, localizada fundamentalmente, en el polígono de Gamonal y que acumula más de 50 años de servicio. 


Precio.

El estudio más reciente sobre el precio del agua en España sitúa a Burgos entre las ciudades más baratas, la primera si se toma en cuenta que tiene totalmente cubierto el ciclo (abastecimiento y depuración) y que no recibe subvención municipal para este proceso.


Partiendo de esta ventaja, que se utiliza como uno de los argumentos para atraer nuevas industrias, el precio más bajo se localiza en Soria (1,01 euros el metro cúbico), seguida de Guadalajara (1,02) y Palencia (1,03). En Burgos es de 1,07, tres veces menos que los 3,38 que se pagan por m3 en Baleares, el valor más alto, y dos veces menos que buena parte de las capitales españolas, donde se superan con creces los dos euros/m3: Barcelona (2,7), Zaragoza (2,62), Murcia (2,74), Madrid (2,63), entre otras. 


Una de las razones del bajo coste radica en la calidad del agua y en que en su distribución no es necesario el bombeo. Todo el proceso, desde los pantanos de la Demanda hasta Villalonquéjar, se produce por decantación y no requiere bombeos, lo que dispararía la factura energética de este servicio.


Hay que llamar la atención sobre otra cuestión: el m3 en España se paga a 2,04 euros, uno de los más baratos de Europa, a pesar de que somos uno de los países con más riesgo de estrés hídrico. En Dinamarca, donde abundan las lluvias, se paga 4 veces más.


En la Agenda 2030, que recoge el compromiso de 135 países en torno a 17 medidas para proteger el planeta, aparece más de 180 veces la palabra ‘sostenible’, aunque no se cuantifica ni se llega a detallar su significado último en, por ejemplo, el consumo urbano de agua potable. "El agua depende de la climatología y su cantidad es siempre la misma, el 70% del planeta", reflexiona Juan Antonio de Miguel. 


Si se observan sus aprovechamiento en Burgos: la materia prima que se toma prestada en la cabecera del Arlanzón se devuelve en Villalonquéjar con una calidad lo suficientemente buena para que el río tenga vida. El ciclo es completo.


En 2018, se devolvió más agua al Arlanzón que la que tomó la ciudad en su cabecera, gracias a las infiltraciones en el alcantarillado por la lluvia (que también va a la EDAR y allí se depura). Concretamente, en doce meses se consumieron 25 millones de metros cúbicos y se devolvieron al Arlanzón 36 millones, 11 más que dan fe de un año especialmente lluvioso (en 2017 fueron 4 millones). Entre lo consumido se incluyen las pérdidas por fugas en la red, por error en los aparatos de medición, fuentes urbanas y piscinas.