Un viaje de 10.000 kilómetros para hacerse pasteleros

I.P.
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Dos jóvenes matrimonios dejan su Argentina del alma y se instalan en Sasamón, donde han vuelto a dar vida al único obrador de la villa, cerrado hace unos años. Elaborarán pasteles, pan, pizzas, empanadas y pasta fresca, todo artesanal

Un viaje de 10.000 kilómetros para hacerse pasteleros - Foto: Luis López Araico

Llegan decididos al obrador, sabedores de que ese es ahora su dulce territorio y comienzan a hablar de su proyecto de repostería con ese acento suyo, tan argentino como el de Maradona, que la boca se hace agua. Son Gisel Juárez y Agustín Porta, 32 y 34 años, respectivamente, y Luciano Cilia y Evangelina Lemos, con 40 y 38 primaveras a sus espaldas. Los primeros, que aterrizaron en Sasamón en octubre, son padres de un niño de 3 años, Sebastián; los segundos, de dos, un adolescente, Filippo, de 14 años, y Ona, de 9. Estos han llegado hace apenas un mes y medio. Los chavales se han incorporado sin problemas a las clases, los pequeños en el colegio Claudia Ciancas de la villa, y Filippo en el instituto de Secundaria de Villadiego.

Todos están ya empadronados en la villa y a pesar del poco tiempo pisando estas calles que han albergado a tantas culturas, se sienten ya unos vecinos más del pueblo, unos más que otros, eso sí; a la que más está costando, reconoce ella misma, es a Evangelina.

Los demás parecen ya en su salsa. Esta es la radiografía de estas dos nuevas familias que se han asentado en la localidad para hacerse pasteleros y panaderos.

Los siete argentinos han dado un cambio radical a su vida, a su acomodada vida, en realidad, en sus lugares de residencia. Luciano y Evangelina vivían en La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, con unos 200.000 habitantes, donde él se dedicaban al sector financiero, mientras que Evangelina es analista de Sistemas y trabajaba en un juzgado penal de la provincia de Buenos Aires. Vivir y emprender en un pueblo de apenas 1.000 habitantes será todo un reto para ellos.

Más fácil les resulta la adaptación a Agustín, autónomo dedicado al mundo del transporte, y a Gisel, que ha dejado su trabajo en un centro de diagnóstico de salud. Ellos vivían en un núcleo de población de la provincia de Córdoba, a camino entre un pueblo y una pequeña ciudad.

(Más información, en la edición de papel de hoy de Diario de Burgos)