Los años más duros de la crisis económica supusieron un cuello de botella en la promoción del profesorado universitario. Tanto es así, que las plazas de catedrático estuvieron congeladas en aras de otras de categorías inferiores cuando la tasa de reposición de efectivos llegó a situarse solo en el 10% de los mismos. En una institución del tamaño de la de Burgos este tope se notaba aún más, de tal forma que las pocas vacantes que podían convocarse iban para cuerpos docentes como el de titular (funcionario) o el de contratado doctor fijo.

El aumento de esa ratio de reposición al 50% y de ahí al 100% en 2017, que se mantiene en la actualidad, así como el hecho de que las cátedras ya no computan en la misma y pueden convocarse por promoción interna desde 2015, tras la decisión que tomó el Gobierno en este sentido, ha desbloqueado la situación. Esto ha llevado consigo revertir la tendencia de los últimos años, cuando la bolsa de acreditados superaba la veintena, mientras que desde el pasado ejercicio la lista de espera es inexistente.

Los datos facilitados por el Vicerrectorado de Personal Docente, que realiza el recuento de efectivos a anualidad vencida, reflejan lo ocurrido en la última década. A 31 de diciembre de 2008 había 20 catedráticos en el campus burgalés, que se incrementaron hasta los 50 a finales de 2018, lo que representa un 7,5% del total de profesores equivalentes a tiempo completo (662,5), ya que en valores absolutos la cifra supera los 800 al haber un elevado porcentaje de asociados cuyas jornadas son parciales.

En aquel 2008, los profesionales con esta categoría suponían solo el 3,3% de la plantilla docente, después de que esa cifra de 20 apenas se moviera desde 1999, cuatro años después de la creación de la UBU. En 2009 pasaron a ser 26, llegando hasta 36 en 2013. Sin embargo, los ejercicios posteriores registraron caídas hasta los 30 de finales de 2016 fruto de jubilaciones y fallecimientos y de la ausencia de nuevas plazas que cubrieran esas bajas.

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