Tesoros que no morirán de olvido

BELÉN DELGADO
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La iglesia de San Esteban alberga un museo único en España. En su interior se conservan 150 piezas de gran valor artístico procedentes de templos abandonados o en peligro de ruina. Entre las obras, 30 retablos magníficos

La propia iglesia, una de las más antiguas de la ciudad (fue edificada a las faldas del castillo a finales del siglo XIII y principios del XIV), merece en sí una visita. - Foto: Jesús J. Matías

Pocas veces continente y contenido rivalizan en belleza como lo hacen la iglesia de San Esteban y el patrimonio religioso y cultural que alberga en su interior, ahora convertido en Museo del Retablo. Desconocido aún por muchos, este templo, situado en la parte alta de la ciudad de Burgos y a los pies de la ladera del Castillo, es en sí mismo una auténtica joya que destaca por su delicada estructura arquitectónica pero también por su colección de arte sacro. Piezas de enorme valor que hacen de este lugar un espacio único en España.

Llegar hasta allí ya permite disfrutar de una de las zonas más bonitas e interesantes del centro histórico. Estrechas calles que parten de Fernán González, a la vera de la Catedral, y que dejan intuir lo que fue en el pasado este barrio, en el que tuvieron sus casas algunas de las familias burgalesas más ilustres. Al nivel de esa nobleza, y de los mercaderes que engrandecieron a la ciudad, se levantó esta imponente iglesia. Adentrarse en ella permite conocer que fue erigida a finales del siglo XIII y principios del XIV sobre una anterior edificación románica -aparece mencionada en una bula papal de 1163- y que en su construcción participaron muchos de los escultores y canteros que levantaron los primeros tramos de la Catedral.

Sin duda, el exterior del templo brilla por su imponente estampa gótica. Bajo una maciza y esbelta torre, decorada con un rosetón calado, se abre una elegante portada, inspirada en las puertas de la Coronería y del Sarmental de la Catedral, construidas unas décadas antes que la de San Esteban. La torre fue modificada en el siglo XV (tras la Guerra de Sucesión por la Corona castellana entre los partidarios de Isabel de Castilla y Juana la Beltraneja) y en 1813 tras la voladura del Castillo por el ejército napoleónico.

Su interior, además de albergar el Museo del Retablo, sorprende por muchas razones. La propia edificación en sí es relevante, ya que es la única iglesia en Burgos que además de la propia nave para el culto tiene claustro y sala capitular de la misma época, siglo XIV, magníficamente abovedada. Como recuerda Miguel Ángel Moral, responsable de las visitas turísticas, en la construcción trabajaron algunos de los artistas más importantes del momento, como Nicolás de Vergara, Juan de Vallejo o Simón de Colonia, dejando huellas de su maestría en esculturas, arcos y columnas. Con una afabilidad enorme, Miguel Ángel no duda en acompañarnos durante el recorrido, plagando sus explicaciones de interesantes datos y anécdotas. Así anotamos que la iglesia presenta planta de tres naves y tres ábsides que se cubren con crucería sencilla. Destaca la parte ornamental del coro (realizado en estilo gótico florido), el arco y la tribuna del órgano, el triforio, el púlpito y los sepulcros nobiliarios adosados a los muros, como el de Martín Ochoa de Arteaga o el de Pedro de Gumiel, piezas de excelente talla.

En la década de los años 70 el Arzobispado decidió trasladar el culto de San Esteban a la iglesia de San Nicolás de Bari para instalar aquí el Museo del Retablo. La idea partió de Agustín Lázaro, Fabriquero de la Catedral, quien conocedor del extenso patrimonio religioso y cultural de la Diócesis planteó un proyecto para la restauración y conservación del legado histórico artístico de las iglesias parroquiales que no disponían de recursos o que se hallaban en peligro de ruina por la despoblación. En 1985 comenzaron los trabajos de restauración de las obras de arte recuperadas. El fruto de aquellos esfuerzos es el Museo del Retablo, inaugurado a mediados de los años 90. Hoy, estas dependencias albergan 30 retablos y una colección de vírgenes medievales -se contabilizan casi 40- que está entre las más importantes del mundo. "Cada retablo, pintura o talla rescatada viene acompañada de la historia de una desaparición, la de una parroquia o incluso un pueblo. Es difícil encontrar una colección de retablos de los siglos XVI al XVIII como esta, de autores desconocidos pero gran calidad artística", explican desde la diócesis.

En los últimos años, el Museo ha triplicado su espacio expositivo para albergar más de 150 piezas procedentes de medio centenar de localidades. Además de las obras propias del templo, se exhibe una interesante y variada colección originaria de distintas parroquias de la provincia: Carrias, Tañabueyes, Arconada, Villamorón, Bárcena de Bureba, Huidobro, Cortiguera, Pesquera de Ebro, Valpuesta, Padrones de Bureba, Villanueva del Grillo, Castrecías y Tosantos.

La visita comienza por el claustro y la sala capitular. En el propio claustro se exponen varios retablos. Destaca el dedicado a San Mamés (siglo XVI) de Padrones de Bureba. En este espacio también se pueden admirar los sepulcros procedentes del monasterio de Vileña, del siglo XIV.

Desde el claustro se accede a la primera planta. En ella, una primera sala -denominada 'En memoría mía'- permite descubrir la importancia de la Eucaristía para el ser y la misión de la Iglesia. La segunda planta alberga un pequeño centro de interpretación del retablo. Tiene como protagonista a Andrés Martínez Abelanda, último retablista de Burgos, que ha donado sus fondos al Museo. El recorrido prosigue con una sala dedicada a la Virgen Maríay que cuenta con una amplia compilación de tallas, cuadros y otros objetos.

Desde aquí se accede al coro de la iglesia, donde se visita una magnífica colección de orfebrería. Cruces procesionales, cálices, custodias, píxides y otros objetos de los siglos X al XVIII conforman este espacio. Caben destacar la cruz de Villorobe, de estilo visigodo-mozárabe (siglo X); el cáliz de San Pedro y San Felices (renacentista del siglo XVI) o la custodia de Valpuesta (renacentista del siglo XVI), entre otras obras. Además el acceso a esta parte del museo nos permite gozar de unas preciosas vistas del templo, admirar sus bóvedas y arcos así como acercarnos al órgano y su bella balconada.

La propia iglesia de San Esteban alberga la mayoría de los retablos de la exposición. De acuerdo con la función catequética del retablo, en la nave central se traza la línea simbólica del camino martirial del cristiano, m ientras en las naves laterales se desarrolla el misterio de Cristo y de María. La nave central está presidida por el retablo mayor, dedicado a San Esteban Protomártir, de autor anónimo y trazas neoclásicas, pero exhibe piezas de gran valor como el retablo de San Bartolomé. La nave del evangelio (izquierda) relata "el misterio de la Virgen", con varios retablos procedentes de la zona del Valle de Sedano. La nave de la epístola nos lleva a "la pasión de Cristo", con algunas piezas de la propio iglesia de San Esteban y una espectacular pintura sobre tabla de la Última Cena.

El templo contiene también notables muestras escultóricas, como sepulcros y pilas bautismales. Especialmente destacables son los sepulcros de Urraca López de Haro (siglo XIII), el de los Gumiel y el de Juan Carrión de Castro (siglo XVI). Dignas de mención son las pilas románicas de Albacastro y de Eterna.