Una década en reconstrucción

C.M.
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DB impulsó en febrero de 2010 la campaña Salvemos el Espolón debido a su deterioro de edificios y locales. Diez años después la vida late en él

El Espolón, vacío durante el estado de alarma. - Foto: Valdivielso

La creciente decadencia del paseo más emblemático de la ciudad debido al mal estado de algunos edificios y locales vacíos empezó a alarmar a la sociedad. Por ello, Diario de Burgos impulsó en febrero de 2010 un manifiesto bajo el título Salvemos el Espolón para instar a su recuperación, que fue apoyado por personalidades de diferentes ámbitos de la ciudad, como Óscar Esquivas, Tino Barriuso, José María Bermúdez de Castro, Fernando González Urbaneja, Juan José Laborda, Juan Carlos Elorza, Pedro del Barrio, Jesús de la Gándara, María Jesús Jabato, Carlos Alonso de Linaje, René Jesús Payo...

También cientos de ciudadanos anónimos mostraron su apoyo a través de comentarios y se adhirieron al manifiesto. Al albur del Plan Estratégico surgió la idea de su regeneración a partir de la cultura y mediante una fuerte inversión en forma de préstamos procedentes del Banco Europeo de Inversiones (BEI). Se habló de 70 millones de euros a devolver en 15 años y la idea era convertir el centro en un barrio de creadores vinculado a la candidatura de la capitalidad europea de la cultura 2016, con especial atención al Espolón.

Nada de ello se llevó a cabo debido a unas arcas municipales exiguas e intervenidas por un Plan Económico Financiero. Eran tiempos de crisis. Sin embargo, fue el detonante para evitar el avanzado estado deterioro de un jardín histórico y un conjunto urbanístico y monumental de valor extraordinario. En agosto de ese mismo año, la iniciativa privada tomó la delantera a las instituciones y en dos de los bajos se abrieron sendos locales de hostelería. Paralelamente, el Ayuntamiento inició una campaña contra los propietarios de los inmuebles que amenazaban ruina y les advirtió con ejecuciones subsidiarias si no ejercerían su obligación de mantenerlos en perfecto estado de conservación. 

Empezaba el movimiento. Los bajos comerciales que antaño ocuparon negocios que fueron cerrando, como los de la librería de viajes, zapatería, venta de imágenes religiosas, ópticas..., dieron paso a diferentes establecimientos hosteleros (hay casi una decena) mientras se mantienen emblemáticos negocios como la tienda de ultramarinos Casa Venancio o la librería Espolón, además de una entidad bancaria y el Consulado del Mar. También se han recuperado y rehabilitado edificios que han rejuvenecido el paseo, como el hotel España, que ha dado paso a viviendas, o el número 28, que por lo menos ha sido rehabilitado, así como otros inmuebles destinados a viviendas.

La construcción del Espolón arrancó en 1791 sobre el proyecto del arquitecto madrileño González Lara, pero en décadas posteriores se fue modificando y ampliando a la vez que se construían nuevas edificaciones, incluido un palacio. Poco a poco fue llenándose de los primeros cafés que tuvo la ciudad.

En sus más de doscientos años de historia, el paseo del Espolón ha sido un espejo social y testigo de la memoria colectiva de la ciudad, y lo seguirá siendo siempre y cuando siga conservando su esencia urbanística y botánica.