El chalé de Vadillos donde se fraguó el Burgos contemporáneo

G. Arce
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En el dormitorio en el que descansó el rey Alfonso XIII, los hermanos Marcos, Blas, Alberto y Gabriel impartieron clase a los primeros alumnos del colegio La Salle, 42 chavales con los que nació -hace hoy 75 años- una institución clave para la ciudad

Los 42 primeros alumnos del Colegio La Salle, en marzo de 1944. - Foto: DB

'Hoy serán bendecidas e inauguradas oficialmente las instalaciones del Colegio de La Salle, que funciona desde principios del curso. Los actos serán presididos por las primeras autoridades y oficiados por el obispo auxiliar Dr. Don Daniel Llorente'. Así contaba Diario de Burgos los inicios de la institución educativa el 20 de marzo de 1944, hoy hace 75 años. Esta es su historia.

 

"Son las doce de la mañana -relatan en su diario personal los fundadores de La Salle-, procedentes de Valladolid ponen pie en Burgos con objeto de tomar posesión de la que sería cuna del instituto de Burgos, los reverendos hermanos Marcos, director, y Blas, decano de la nueva y naciente Comunidad. No tarda en aparecer en su seguimiento el camión que acarrea los diversos enseres para la misma. Al encuentro de los primeros sale don José María Sánchez, médico de la plaza con objeto de matricular en primer puesto a su simpático hijo José María Sánchez, que conforme al deseo del antedicho queda matriculado como el primer alumno".

El 15 de febrero de 1944 fue un día frío y duro pero, a la postre, histórico para Burgos. Ataviados con sus sotanas negras coronadas por el babero blanco distintivo de los hermanos de las Escuelas Cristianas, los dos religiosos culminan cansados la jornada con una cena de hermandad: una botella de aceite, un saco de patatas y el garrafón de "exquisito" vino que les regaló Leovigildo, un pariente del hermano Bartolomé. "Como remate de ese primer día de nuevos y halagüeños horizontes para los forasteros les da la casa, como lecho el duro suelo, dureza un tanto mitigada por algunas mantas interpuestas entre el piso y los miembros ya un tanto rendidos por el justificado ajetreo del día".

17 de febrero de 1944: "A las 11 horas de la mañana llegan a Burgos y en el rapidillo los esperados colchones que Bujedo regala al nuevo retoño ‘Lasallense’".

Día 21: "Los árboles son arrancados en la parte este de la propiedad con fines a preparar lo que será el patio provisional".

Día 24: "El hermano Higinio llega de Valladolid con el fin de contribuir con la industria de sus manos a toda la instalación de la fontanería y electricidad".

Día 29: "Vamos a misa a las Hermanas Hospitalarias. Los pintores siguen trabajando con descarada lentitud y al compás de canciones impropias de nuestro cenobio".

Marzo: "Se recibe el talón de las mesas de clase". "Diario de Burgos esteredipia [sic] por primera vez el anuncio de nuestro colegio con caracteres muy legibles y bien concebidas palabras: COLEGIO LA SALLE, Delicias, 2. Como consecuencia, se intensifica el número de matriculaciones y por ende el de visitantes". "Las visitas se multiplican y ya Prudencio Blasco, uno de los primeros matriculados, pregunta impaciente por el inicio del curso".

Día 6 de marzo de 1944: "Son las nueve y media de la mañana. Cuarenta y dos niños de rostro dulce y candoroso esperan un tanto recelosos el momento de las primeras entrevistas con sus profesores".

75 años después de que se escribiesen estos recuerdos a pluma y con exquisita caligrafía de maestro, el hermano Carlos Cantalapiedra los protege entre sus manos como un tesoro. Es el breve diario manuscrito por los fundadores del colegio de la avenida del Cid: los hermanos Marcos Ramón, el primer director; Blas Alonso, maestro de referencia del Burgos contemporáneo, Hijo Adoptivo de la ciudad y Medalla de Oro al Trabajo; Alberto Blasco y Gabriel. En el mismo se describen las vivencias personales de lo que fue la puesta en marcha de un colegio que, apenas un mes después de la llegada de los frailes, el 6 de marzo, abriría sus puertas para acoger a 42 alumnos.

El coqueto chalet en el que nació La Salle estaba llamado a cambiar la historia de una pequeña urbe que pronto iba a dar el salto a su desarrollo como capital. Se levantó en una finca privada ubicada en Los Vadillos, cuando no era ni barrio y las aguas del río Pico y del arroyo la Culebra regaban a su antojo (antes de ser canalizadas, desviadas y soterradas) los sotos y arboledas de lo que hoy es el entorno de la avenida del Cid.

El primer dueño de la finca fue Eduardo Augusto de Bessón, padre de la condesa de Castilfalé. A finales del siglo XIX, la propiedad fue adquirida por Rodrigo Sebastián, quien construyó la casa singular (Villa Delicias) y creó en torno a la misma un vergel de jardines y paseos sombreados bajo los árboles, lo que hoy es el patio de recreo. En lo que posteriormente fueron aulas, descansaron los reyes de España Alfonso XIII y Victoria Eugenia durante su visita a la ciudad para celebrar el VII centenario de la Catedral. Estamos en el año 1921.

La finca pasó luego a manos del crítico taurino Amando Vallejo y posteriormente fue comprada por Emiliano Domingo, con quien contactó el hermano Juan Rey, el firmante de la compra del inmueble. Es 27 de diciembre de 1943.

Por fin, los hermanos de La Salle desembarcaban en Burgos, tierra de la que eran originarios nada más y nada menos que 500 de ellos y en la que además estaba enclavado desde hace 50 años el monasterio de Bujedo, la "casa madre" de la congregación religiosa en España. La historia no escrita asegura que fueron las presiones de otras órdenes religiosas las que impidieron la implantación de los discípulos de San Juan Bautista en la ciudad. Lo intentaron sin éxito 60 años antes frente a la Catedral, en Nuño Rasura, en el mismo edifico donde está ubicada la Oficina de Turismo y hubo otras operaciones truncadas antes de hacerse con Villa Delicias.

La compra se gestó en una fiesta, la de la celebración de las bodas de oro del monasterio de Bujedo, en el año 42. Asistió el arzobispo Manuel de Castro, quien, por fin, dio su beneplácito al proyecto, una decisión que contó con la valiosísima ayuda del obispo auxiliar de la Diócesis Daniel Llorente, que mantenía una gran amistad con los hermanos originada durante su etapa como capellán en Valladolid.

 

CRECIMIENTO

Villa Delicias se enclavaba en la conocida entonces como zona de ‘El Ensanche’, allí hacia donde debía crecer la ciudad siguiendo el trazado de la carretera de Peñacastillo (la de Santander). A la finca se accedía por la calle Delicias. "Su situación es ventajosísima al presente, y lo será todavía más cuando se realice el plan de urbanización de dicha zona", explicaba en una carta a la comunidad el hermano Carlos Borromeo.

El chalet pronto se amplió con el añadido de tres pabellones, cuyas obras comenzaron en mayo del año fundacional, bajo la dirección del arquitecto Pedro Ispízua y la constructora Ceisa. En 1954 se levantó la segunda fase, que requirió una cimentación de 14 metros de profundidad y a mediados de los 70 se culminaría la residencia de los hermanos, el edificio aledaño a los jardines del colegio y paralelo a la avenida del Cid. El ladrillo rojo que caracteriza el complejo es el mismo que inspiraría la construcción de la urbanización Río Vena.Los 42 escolares pioneros fueron el mejor de los comienzos: tres meses después, aprobaron todos. El 8 de septiembre del año fundacional arracó el primer curso oficial con 6 clases y 192 niños. El año siguiente serían 223 y 7 clases... En el curso 1952-53 fueron 743...

La Salle cuenta hoy con 785 alumnos y 55 profesores. Ha habido etapas, cuando el actual director, Raúl Rojo, era alumno, en las que se llegaron hasta los 1.200, una parte de ellos internos procedentes de todos los rincones de la provincia. La comunidad originaria de 5 hermanos creció hasta los 25, unos maestros, otros dedicados a diversas labores; hoy son siete, 3 de ellos docentes. El babero blanco y la sotana desaparecieron de las aulas en los 80, época en la que también se puso fin al internado. En los 90 la escuela dio entrada a la mujer.

La comunidad lasaliana en España y Portugal cuenta hoy con 645 religiosos, 104 colegios y 18 obras sociales. "Mantenemos las mismas claves que en los orígenes. Somos una escuela cristiana dedicada a la ciudad y a Los Vadillos. Nuestro fundador, San Juan Bautista de La Salle, fue un innovador en la educación y nosotros seguimos por este camino, por ejemplo, aplicando el aprendizaje cooperativo".Se estima que en 75 años han pasado más de 6.000 alumnos y alumnas por el centro, una cifra que cobra su verdadera dimensión cuando se piensa que buena parte de ellos han ‘vivido’ hasta 14 años en las aulas, de parvulario a COU. En las orlas que adornan los pasillos hay rostros ilustres, desde presidentes del Congreso de los Diputados, como Jesús Posada; a alcaldes, José María Peña; directores de cine, Antonio Giménez-Rico; abades de Cardeña, Roberto de la Iglesia; cantantes de rancheras, como Bertín Osborne; pintores como Fabri o Ignacio del Río. Abogados, empresarios, catedráticos, médicos, periodistas, políticos, artistas...

 

HERMANOS

Muchos burgaleses conservan su paso por el colegio entre sus recuerdos más personales y queridos. La mayoría ligados a aquellos hermanos que impartieron el curso de aquel año que no se ha borrado de la memoria o a las fiestas de mayo, en las que hubo fuegos artificiales, toro de fuego y verbenas en el polideportivo. Desde los hermanos fundadores al claustro actual, todos han sido importantes en la labor educativa. Sin menospreciar esta tarea de comunidad, se recuerda especialmente la huella dejada por tres: el hermano Blas, el primer maestro que tuvieron cientos de niños y que dedicó toda su vida a este proyecto; el hermano Jorge Rodríguez, fundador de la coral polifónica y que inculcó el amor por la música y las artes plásticas a miles de alumnos y padres; y el hermano Mariano Valdizán, cuya infinita curiosidad y amor por la histórica permitieron rescatar cantidad de tesoros perdidos en la provincia, hoy protegidos en el Museo de Burgos.

Los dos últimos viven en Bujedo, en una comunidad integrada por 22 hermanos ya retirados. Todos los años reciben la visita de cientos de chicos y chicas que van a disfrutar de los campamentos de verano o de los encuentros de interioridad. Ancianos, jóvenes y pequeños se rigen por los mismos principios que impulsaron la fundación del colegio en Los Vadillos hace 75 años: Fe, Fraternidad y Servicio.

* Este artículo se publicó en la edición impresa de Diario de Burgos el 17 de febrero de 2019