Las camisas de lino del tatarabuelo

I.L.H.
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San Juan hace de museo del traje con 44 modelos del siglo XIX y de toda la provincia que pertenecen a Alfonso Díez. Esther Adrián y Jon Quintano los traen a la actualidad en fotografías

Los fotógrafos Jon Quintano(i) y Esther Adrián y el indumentarista Alfonso Díez, que expone 44 trajes de su colección, posan junto a modelos de la Ribera. - Foto: Patricia González

Tenía 16 años cuando Alfonso Díez hizo buscar a su abuela alguna camisa antigua. En el ropero del cuarto del cierzo de Palazuelos de la Sierra halló unas de lino de su tatarabuelo. La sensación anímica que sintió al probarse la primera y intuir el frío de la fibra vegetal en el cuerpo le hicieron dirigir sus pasos hacia el estudio de la indumentaria popular de otros tiempos, la labor de restauración de un alfayate y la preservación y difusión de un patrimonio que de otro modo podría perderse.

Desde entonces Alfonso Díez colecciona piezas originales del siglo XIX (de 1840 a 1900) de toda la provincia, incluyendo prendas de vestir y todo tipo de complementos. El exhaustivo trabajo de campo que lleva realizando desde hace décadas le ha permitido crear una colección de 180 trajes, de los que en el monasterio de San Juan muestra desde hoy 44 modelos. Para días de dar humo reúne 27 vestidos de mujer, 11 de hombre, un traje de niño y dos de niña que representan a 33 localidades y 8 comarcas de la provincia.

En el claustro cubierto del monasterio y vigilados por los Gigantillos lucen palmito jubones, sayas, agujones, faltriqueras, capas, manteos, pañuelos, corbatas, enaguas... de lana y lino aderezados con terciopelos de Granada y Valencia, cintas de seda de las Reales Fábricas, botonaduras y pañuelos de Francia, además de rosarios, pendientes o collares. «Busco poner el valor la indumentaria tradicional. Se hacen cosas que no son ortodoxas y vestir este tipo de prendas era un rito: se usaban en ceremonias y fiestas especiales y reflejaba el estatus social. Con esta exposición queremos mostrar la riqueza y variedad de la cultura tradicional que hay en Burgos, porque no todo es El Cid y la morcilla», señala. 

Al etnógrafo y folclorista le gustaría que ese patrimonio que él conserva, incluida la vestimenta de una pareja de pastores del valle de Valdelaguna que se muestran en público por primera vez, pudiera transmitirse a las generaciones futuras a partir de un Museo del Traje. Porque los vestidos cuentan también la historia de quienes los llevaron, como el traje rico de serrana de la viuda de Monteverde que se expone en una vitrina y luce en dos imágenes su hija María del Carmen de Luis (Meles) en 1952 y 2020, a los 22 y los 90 años. 

Si detrás de cada vestido están las historias de nuestros abuelos y tatarabuelos, en las imágenes que exponen Esther Adrián y Jon Quintana hay un reflejo de lo que visten hoy. Quintano lo hace con retratos protagonizados por personas mayores, a las que quiere homenajear. Aparecen ataviadas con indumentaria tradicional y realizando labores a veces perdidas:un pastor en medio de la cencellada, rompiendo piñones o con la azada, una mujer con el cántaro de agua, el cedazo o calentando las camas. 

Adrián mezcla el color y el blanco y negro en composiciones y retratos que hacen tributo al folclore y el costumbrismo: amas de cría en Peñaranda, vestido para la vendimia, un cachidiablo, labrando en Tierra de Campos, en un molino o en una cocina serrana.