Un tríptico del miedo en Netflix

Ramiro González
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La serie 'La calle del terror' es mucho más que sangre y vísceras, ya que hay risas y unas tramas argumentales de un gran nivel

El terror es uno de los géneros más complicados de cara al público, quizás al mismo nivel que la ciencia ficción. Ambos tienen la misma particularidad, y es que son géneros marco que sirven para envolver en su interior otro tipo de relatos. Esto puede ocasionar que muchas veces se encasillen obras artísticas en ambos apartados con demasiada facilidad. Netflix ha realizado una nueva apuesta a lo grande dentro de este género, especialmente dirigidas al público joven… o no, porque si algo tiene esta trilogía de La calle del terror es precisamente que son cintas mucho más complejas de lo que parecen a la hora de hablar de ellas. Podemos quedarnos en la superficie, como se suele hacer y mencionar el gore, la sangre. Pero no, hay más.

Sin duda, esta serie, basada en las obras de R.L. Stine, es un homenaje al subgénero de terror conocido como slasher, es decir, todas aquellas cintas de los años 70 y 80 en las que aparecían Jason Vorhees, Michael Myers... 

A simple visionado, es lo que el espectador contempla, una colección de psicópatas armados con hachas, bates o cuchillos, destripando y cometiendo salvajadas. De hecho, las dos primeras entregas de la trilogía, que llevan por título 1994 y 1978 respectivamente, son el homenaje más claro que podemos encontrar a películas como Scream, La noche de Halloween o Viernes 13. Pero ahora tenemos que ir un poquito más allá de esta apariencia. Ya que enseguida descubrimos que estos psicópatas no actúan por sí solos, sino que detrás se encuentra la maldición de una bruja llamada Sara Fier, que tiene esclavizado al pueblo de Shadyside desde hace generaciones.

Es en este punto cuando el slasher se transforma en gótico, entrando ya directamente en los aspectos mágicos o místicos, ahondando en la existencia de los satanistas. Netflix, además, ha concebido esta trilogía como si de una miniserie se tratara, ya que las tres películas están concebidas para que se vean seguidas, y en cada una de ellas hay un resumen de lo que se ve en las entregas precedentes como ocurre en los capítulos de las series normales. 

 

Sana convivencia

Una mezcla de dos narrativas que aboga por la sana convivencia de los dos formatos, además de la técnica narrativa de empezar al final del relato para viajar hacia el pasado e ir descubriendo las diferentes piezas del puzle de la trama. Sin duda, la propuesta no es para todo el mundo, porque habrá espectadores que ya con la sangre y las vísceras decidan no darle una oportunidad.

Pero si algo es La calle del terror es precisamente un producto coqueto, bizarro, gamberro y diferente que se atreve a traer de nuevo un estilo de película muy de los 90 pero que se quedó desfasado por los poseídos y los fantasmas que no dan mucho más de sí. Un proyecto que muestra la sana evolución en la que debe entrar este género si no quiere quedarse estancado en un tipo concreto de relatos. A todos los fans de este tipo de producciones les va a entusiasmar. Pero también creemos que es bueno recomendarla para los que en principio no quieran acercarse a ella.

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