El verano se nubla

R.E.M
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El cámping municipal de Fuentes Blancas comienza a recibir anulaciones de reservas tras los rebrotes surgidos en la provincia; se frustran las esperanzas de levantar una temporada marcada por la crisis sanitaria y los escasos visitantes extranjeros

Marc Satorras y Natalia Jiménez disfrutan con sus pequeños Martí y Joan jugando al parchís junto a su tienda de campaña. - Foto: Christian Castrillo

Cuando por fin se empezaba a ver el sol, el verano se vuelve a nublar. La esperanza de levantar cabeza en esta negra temporada marcada por la crisis del coronavirus durante el mes de agosto se ve cada vez más difícil en el cámping municipal de Fuentes Blancas. Los últimos rebrotes surgidos en la provincia han llegado como una gran tormenta en forma de cancelaciones a un año que ya estaba siendo bastante negativo. A pesar de que parecía que se convertiría en una de las opciones preferidas para los turistas por las condiciones que ofrecen, la falta de visitantes extranjeros ha afectado en gran medida.

«Hay muchísima menos gente que otros años; vienen españoles, pero extranjeros muy pocos», manifiesta el director de las instalaciones Jorge Arasti, que añade que si de otros países suelen representar el 45% ahora suponen un 5-10%. La reapertura se produjo el 22 de junio y en las semanas posteriores la ocupación diaria se situaba alrededor del 3%, cifra que ha ido mejorando pero que se queda muy lejos de anteriores campañas, ya que lo habitual en julio y agosto era tener unas 100 entradas diarias y ahora no se alcanzan las 20.

Quienes acuden hasta el cámping son familias, y resulta complicado encontrar este año a grandes grupos de amigos que otras veces cogían varios bungalós. El tiempo de duración de la estancia también ha variado, y si en otras campañas los clientes se quedaban habitualmente una semana ahora lo hacen únicamente tres o cuatro días.

Una de las medidas que se decidieron tomar para que los turistas se animasen a apostar por el cámping fue la apertura de la piscina, que también supone un gasto añadido y que este año no se está sacando tanto partido. Arasti comenta que «siendo realistas este año la situación no va a mejorar» y por ello no le queda más remedio que conformarse con cubrir costes. En el bar tiene a toda la plantilla trabajando, sin embargo de las 10 personas que se encargan de las diferentes tareas del cámping aún cuenta con una en ERTE y otras dos solo a media jornada. Aunque como reconoce, se trata de un conjunto y «si la gente no viene aquí al bar le va a afectar».

Ya se presumía como uno de los peores años teniendo en cuenta que durante mayo permaneció cerrado, y el ‘agosto’ de los holandeses se transformó en un mes donde reinó el vacío y el silencio. Y ahora que la situación parecía que poco a poco estaba mejorando, las anulaciones de las reservas están protagonizando el inicio del mes ante la incertidumbre y el miedo de cómo avance la situación sanitaria.

Tranquilidad y seguridad. Algunas de las familias que ayer disfrutaban del día en estas instalaciones de Fuentes Blancas reconocen que el hecho de que haya menos gente a la hora de utilizar los diferentes servicios resulta beneficioso para aquellos que sí se atreven a viajar. «Se está muy bien, no hay colas ni tanto ruido... un turismo de más calidad porque habíamos llegado a unos niveles de saturación muy grandes», explican las familias Rodríguez y Sogorb, llegadas Barcelona y Girona, respectivamente, y vecinas de bungaló, que también expresan que «hay que seguir viviendo y los niños tienen que desarrollar la parte social».

La planificación de las vacaciones ha cambiado y la mayoría prefiere no irse demasiado lejos, sin salir del país, y localizando un destino en el último momento dependiendo del número de contagios que tenga cada zona. «Estamos continuamente improvisando porque no sabemos muy bien para dónde tirar y tampoco queremos alejarnos mucho por si tenemos que volver», reconocen los Marquinez Guridi, llegados con su caravana desde Guipúzcoa.

También encontrar espacios donde no juntarse con demasiada gente y dar paseos con la bici están entre las preferencias, al igual que disfrutar junto a la familia. Como los Jiménez Satorras, que han llegado desde Barcelona con su tienda de campaña antes de seguir su ruta hasta Galicia y descansan un poco jugando al parchís. Visitar el Museo de la Evolución Humana, la Catedral o pequeños pueblos son las opciones más repetidas de los campistas.