«Las historias nos unen y nos forman como comunidad»

ALMUDENA SANZ
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María Oruña guía al lector por la magia de las tierras gallegas en su nueva novela, 'El bosque de los cuatro vientos', que encierra un misterio que trasciende los siglos y golpea en la actualidad. La escritora viguesa lo presenta hoy miércoles

María Oruña, con un ejemplar de ‘El bosque de los cuatro vientos’ en el Monasterio del Santo Estevo, hoy Parador Nacional, escenario protagonista del libro. - Foto: Ricardo Pérez

María Oruña (Vigo, 1976) se subió hace cinco años al tren de la novela policiaca. La inspectora de la Guardia Civil Valentina Redondo, protagonista de la serie iniciada con Puerto escondido, volteó la vida de esta abogada laboralista, que nunca pensó que su devoción por escribir se impondría a la obligación de ponerse la toga. Ahora ha dejado a la agente de la Benemérita en casa -promete nueva entrega para el próximo año- para perderse por los bosques mágicos de su Galicia natal y brujulear por los caminos del tiempo en El bosque de los cuatro vientos (Destino), una novela sobre la que hablará en el Museo de la Evolución Humana este miércoles (20.15 h., entrada libre previa retirada de invitación en el mostrador de la entrada). 

Será la primera vez que Oruña venga en calidad de escritora, que no visitante, a Burgos. «Me hace mucha ilusión. Nunca he hecho esa plaza y estoy súper contenta», señala a través del teléfono de camino a Bilbao, donde para hoy su gira promocional. Una tournée muy distinta a las vividas antes de la covid. «Ahora muchas cosas se hacen online y las primeras presentaciones han sido con aforos muy chiquititos, la gente está con ganas, pero se queda sin poder entrar, y las firmas se van recuperando, pero no es lo mismo que parlar abiertamente de la novela. Es extraño, pero vamos recuperando un poquito de pulso, con mucha prudencia», se explaya la autora antes de abrir las páginas de El bosque de los cuatro vientos

Una novela que transcurre en dos épocas. El lector se traslada al siglo XIX para seguir los pasos del doctor Vallejo, que deja Valladolid para ser médico de un monasterio de Orense, acompañado por su hija, Marina, que luchará contra las imposiciones sociales de la época a la vez que se topa con un misterio milenario. Y, al mismo tiempo, se queda en la actualidad al lado de un antropólogo, Jon Bécquer, que en sus pesquisas halla al cadáver de un hombre vestido con un hábito de hace 200 años y le llevará a compartir investigación con el sargento Xocas. 

¿Cuál fue la chispa que prendió esta historia?

«Fundamentalmente, la leyenda de los nueve anillos, que me atrajo como un imán. Quería saber qué había pasado con esos anillos, que decían que eran mágicos, y a partir del siglo XVII desaparecen sin que nadie sepa nada, ni quede registrado nada», contesta Oruña y observa que ese misterio es la excusa ideal para hablar de «política, historia, aventura, patrimonio...».

Confiesa que durante el proceso de documentación se ha sentido como una aventurera. «Fue muy emocionante porque mi investigación era muy similar a la del propio protagonista de la voz del presente, Jon Bécquer, e iba descubriendo cosas que nunca pensé que pudiera encontrar buscando unas reliquias de mil años de antigüedad».

Y es que, por ejemplo, se topó con unos cuadros de los obispos de la leyenda. «No había constancia en ningún documento ni archivo de que pervivieran, sabía que había habido unos en una cámara abacial, pero no constaba que hubieran sido recuperados y encontrarlos fue una sorpresa», desvela emocionada. 

Se cuela ahí otro de los hilos que tejen la novela: la necesidad de preservar el patrimonio. «Salvar el patrimonio material es una forma de que perviva el inmaterial. Las historias son las que nos unen y nos conforman como comunidad», tercia y trae a colación una idea que palpita en todo el libro: «Los objetos portan la memoria. Algunos solo son cosas viejas, pero otros sí tienen una historia detrás y a veces vale la pena rescatarlos». 

En esa riqueza emerge Galicia -a la que dedica el libro-, donde por primera vez sitúa la trama de uno de sus trabajos. «Era una asignatura pendiente. Quería mostrar la Galicia de mi infancia, las sensaciones que transmite, de atemporalidad, dureza y calidez, esos contrastes de cuando llegas a una aldea y parece que está todo vacío y, sin embargo, está sucediendo todo; siempre hay una cortina que se descorre y te mira, alguien que te observa... Es un ambiente muy curioso», se explaya y reconoce que ser de la tierra le ha facilitado la escritura. 

En ese ambiente mágico transita Marina. A través de esta mujer del siglo XIX, María Oruña reivindica a las mujeres que pelean en el día a día, que están en la base, las de pico y pala. «Marina es una hija de su tiempo. No es una superheroína tipo cómic, que va a conseguir cosas tremendas, ni será una Clara Campoamor, que va a salir en los libros de historia, pero ella sí es una de esas personas, que las hubo y las sigue habiendo, que abren el camino a las que vienen después, a las que luego sí se estudian en los manuales. Aunque es mansa, obedece a su padre y sigue las normas, llega un momento en que ella se da cuenta de que son tan constrictivas que, no por rebeldía, sino por necesidad, las desobedece. De esta manera abre la brecha y tanto mujeres como hombres se dan cuenta de que hay que inventar nuevos hábitos», concreta la escritora y confirma que ese papel se mantiene en la actualidad: «Todo lo que hoy nos parece normal, seguramente dentro de veinte no nos parecerá así. La forma de pensar cambia mucho y muy rápido». 

Entre el pasado y el presente ha cabalgado en esta novela. Lo ha hecho de forma ordenada. Primero una voz, luego la otra. «Es difícil cambiar de registro. Nos ocurre como a los actores, no puedes hacer un personaje dramático y a los tres minutos, uno cómico. Cada ambiente era diferente, me pedía un estado de ánimo distinto y los programé», relata feliz por el entusiasmo que esta historia ha provocado en los lectores, que ya han viajado a Galicia y han redescubierto Santo Estevo (hoy Parador Nacional) Orense y el Monasterio de Oseira con otros ojos.