Hace diez años, Diario de Burgos recorrió libreta en mano la ciudad para conocer cuáles eran los semáforos menos respetados en la ciudad. Desde entonces, muchos han sido los cambios urbanísticos. A bote pronto cabría resaltar la conclusión de la ronda interior, el Bulevar y la construcción de algunas rotondas encaminadas a reducir la siniestralidad y mejorar la fluidez del tráfico. Una pequeña evolución de callejero que no ha venido acompañada de una mayor concienciación en la seguridad vial. A pesar de los consejos y de las medidas para evitar las infracciones, como los radares, todavía existen muchos conductores que no dudan en acelerar cuando la luz se torna en ámbar y en continuar la marcha a pesar de ponerse rojo.
Una década después, este periódico vuelve a algunos de aquellos semáforos y se acerca a otros nuevos. Todos tienen algo en común: muchos vehículos siguen ‘pasando’ del rojo. Pero no sería justo decir que es una conducta única y exclusiva del coche. También hay bicis y patinetes eléctricos, que desde hace un lustro han ido ganando peso en la ciudad como símbolos de una movilidad más sostenible, que infringen la norma. Sin olvidar, por supuesto, a los peatones que cruzan las calles cuando el verde da prioridad al resto. Algunos incluso fuera de los pasos de cebra y sin mirar.
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De los acelerones en el polígono Burgos-Este a los frenazos en el Bulevar, pasando por el poco respeto a los reguladores previos a una rotonda. De norte a sur y de este a oeste, solo hace falta salir a la calle para observar que todavía hay demasiadas personas que no cumplen la normativa.