El San Pablo puso fin el pasado domingo a la temporada más extraordinaria de su historia en todos los sentidos. Cuando la expedición azulona viajó a Kiev allá por el mes de septiembre, nadie podía imaginar lo que iba a pasar en los siete meses venideros. Clasificados para la Final a Ocho de la Basketball Champions League (BCL), en las semifinales de la Liga Endesa, y, entre medias, una pandemia que paró por completo la ACB. Una campaña del todo inusual en la que el club burgalés ha roto moldes.

La directiva del San Pablo dio un golpe de timón el verano pasado. Apostó por jugar en Europa, hizo un cambio impopular en el banquillo y aumentó su presupuesto para alcanzar cotas mayores. Fueron, sin duda, unos movimientos arriesgados que, a la postre, han resultado ganadores.

La ilusión y la tensión se podían sentir a partes iguales en aquel viaje a Ucrania que pasará a la historia como la primera incursión del baloncesto de la ciudad en Europa. Si no superaba la previa, el proyecto azulón recibía un golpe bajo y la plantilla, planificada para las dos competiciones, se tenía que conformar solo con la Liga Endesa. No hubo susto y la escuadra de Joan Peñarroya doblegó sin problemas al Kiev Basket y prolongó su racha hasta lograr siete victorias seguidas. Colíder de la ACB junto al Real Madrid, los burgaleses eran el equipo de moda en España en el mes de octubre.

La realidad les bajó de las nubes con varias derrotas consecutivas, pero se repusieron del bache -por otra parte esperado- y se las apañaron para colarse en los octavos de final de la Champions y acabar la primera vuelta octavos de la ACB tras ganar al Obradoiro en Santiago. Lamentablemente para el club, el Unicaja, anfitrión de la Copa del Rey 2020, ocupó su plaza y se quedó fuera.

(Más información sobre la temporada y el adiós de Javi Vega y otros jugadores, en las páginas de la edición de papel de hoy de Diario de Burgos)