Mucho ha cambiado la imagen de los concesionarios en apenas unas semanas. Tras la hibernación de la economía y el cierre decretado por el Gobierno para estos negocios -al igual que muchos otros- a principios de mayo reabrieron sus instalaciones, aunque apenas sin rastro de clientes. Las llamadas a interesados en la compra de un coche en las semanas antes de la pandemia y el cierre de las ventas pendientes centraron los primeros días, pero ahora, más de un mes después, el ambiente que se vive en el interior de las exposiciones es radicalmente opuesto.

El ‘Plan de Impulso a la cadena de valor de la Industria de la Automoción, hacia una movilidad Sostenible y Conectada’ que lanzó el Ejecutivo el pasado lunes y que contempla subvenciones a la compra ha multiplicado las visitas y el interés de los burgaleses por la adquisición de nuevos vehículos, y entre las muchas inquietudes que trasladan a los comerciales de las marcas está cada vez más presente la del coche eléctrico.

Las ya presentes y futuras restricciones a la movilidad para los turismos más contaminantes -los diésel especialmente- y la concienciación sobre un modelo de desarrollo más sostenible y respetuoso con el planeta están llevando a los ciudadanos a plantearse en serio la adquisición de un vehículo eléctrico o híbrido, un mercado que apenas representa el 0,7% del parque móvil actual. «Se está animando bastante, lo primero que preguntan es por restos modelos, pero otra cosa es que les acaben encajando por el precio», explica Julián Alonso, de GJAutomotive.

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