La bajada de tensión de uno de los bailarines en el último minuto, cuando ya se había lanzado la traca final, las serpentinas y se había cantado el Himno a Burgos, cerró la 43 edición del Festival de Folclore. Un susto apenas reseñable en una tarde noche en la que la gran protagonista fue la cultura tradicional llegada de los distintos puntos del planeta. Su calidez retó al frío burgalés. Y este, una vez más, perdió la batalla. La plaza Virgen del Manzano se abarrotó para ver los bailes y escuchar la música de los grupos procedentes de Tahití, Puerto Rico, Armenia, Sri Lanka, Portugal y Mallorca, más los burgaleses Estampas Burgalesas y Tierras del Cid.