A los pies de Leonor y Alfonso, con mascarilla

ALMUDENA SANZ
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El Monasterio de las Huelgas suprime las visitas guiadas y cubre ese hueco con cartelas en los puntos más relevantes; cierra la capilla de Santiago y limita el aforo y el horario

Cartelas en español e inglés resumen la historia de las estancias más relevantes como la nave central, con el sepulcro de los fundadores del cenobio. - Foto: Jesús J. Matí­as

La plaza del Compás de Adentro se sacude la soledad de otras mañanas. Aunque, de momento, solo los pies del personal de Patrimonio Nacional pisan el empedrado. El reloj da las diez y ningún turista asoma por el arco. Vendrán. El teléfono ha roto alguna vez el silencio del Monasterio de Las Huelgas durante la desescalada. Al otro lado, visitantes ávidos de viajar en el tiempo. Deseo cumplido. Sus puertas se volvieron a abrir ayer. Casi como antes, pero no igual. El protocolo de seguridad por la covid-19 manda. Nada nuevo bajo el sol de la nueva normalidad. 

El mantenimiento de la distancia de seguridad de dos metros y la mascarilla en todo el recorrido, el uso del gel hidroalcohólico, el pago exclusivo con tarjeta de crédito, la mampara en la taquilla... 

Asumidas ya estas medidas como cotidianidad, el principal cambio en el cenobio es que las visitas que antes siempre eran guiadas dejan de serlo. Estas explicaciones en voz alta se sustituyen por cartelas en español e inglés en los puntos más relevantes y por las cuatro pinceladas generales que los guías darán al inicio y hacia la mitad. Audioguías y dispositivos táctiles, prohibidos. El itinerario es similar. La capilla de Santiago es la única cerrada al público. 

El carácter diáfano del Museo de Telas Medievales permite una visita cómoda.  El carácter diáfano del Museo de Telas Medievales permite una visita cómoda. - Foto: Jesús J. Matí­as«Se ha adaptado a un recorrido unidireccional, pero no ha perdido ningún interés ni el encanto que tiene el espacio monástico. No habrá ninguna decepción», apuntaba a primera hora la delegada de Patrimonio Nacional, Elvira Prado, sin ocultar su emoción ante la reapertura, aunque sea con horario reducido (de martes a viernes de 10 a 14 h.; sábados de 10 a 14 y de 16 a 18.30 horas; y domingos y festivos, de 10.30 a 15 h. Acceso gratuito, los jueves, de 16 a 18.30 h.). Ayer solo se animaron seis personas (hoy cierra por el Curpillos y no habrá ninguna celebración religiosa especial). 

La mascarilla es el único elemento que distorsiona el viaje en el tiempo que propicia adentrarse en Las Huelgas. La majestuosidad de la iglesia gótica, con el fresco con la victoria en la batalla de las Navas de Tolosa firmado por los burgaleses Jerónimo y Pedro Ruiz de Camargo o el Cristo Crucificado atribuido a Diego de Siloé, invitan a seguir adelante. 

La nave lateral y la central dan cuenta del destino como panteón real que sus fundadores, Leonor de Plantagenet y Alfonso VIII, decidieron en 1199. Allí están sus sepulcros y los de algunos de sus descendientes. Todo un juego de tronos. 

Los trabajadores del convento darán una pequeña introducción a la entrada. Los trabajadores del convento darán una pequeña introducción a la entrada. - Foto: Jesús J. MatíasEl recorrido marcado conduce hasta el claustro y la sala capitular, la estancia donde aún hoy las religiosas debaten y votan cuestiones de convivencia, y donde impresionan sus vidrieras o los tapices flamencos que relatan la historia de Marco Antonio y Cleopatra. 

En ese punto, antes de seguir, otro guía pintará un boceto de las siguientes estancias a admirar. 

Llegarán a las Claustrillas, una de las partes más antiguas, del románico, del Maestro Ricardo, y mirarán desde la entrada (esto no ha cambiado) la Capilla de la Asunción, donde reposaron los restos de los fundadores tras su muerte. Ya en el jardín, dejarán a la derecha la capilla de Santiago, cerrada por seguridad, y cogerán un camino de rosas rosas hacia el Museo de Telas Medievales. 

Para impedir el toqueteo de pomos, un auxiliar abre la puerta y la cierra para no alterar las condiciones de conservación. Su diseño diáfano permite un repaso cómodo de este espacio único en Europa, que da cuenta de la importancia de Castilla en la moda de la época. 

El dispensador de gel hidroalcohólico situado en la salida expulsa directamente al visitante de nuevo al siglo XXI.