El buscador de jarras de güisqui

ALMUDENA SANZ
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Emilio del Álamo colecciona alrededor de 1.400 jarras o lanzadores de agua de hasta 600 marcas distintas de la bebida espirituosa. La más antigua, del año 1900; la más cara, una por la que pagó 470 euros

Emilio del Álamo sujeta la jarra por la que más ha pagado, una White Horse del año 1900, con cerámica de la marca británica Royal Doulton. - Foto: Jesús J. Matí­as

No se cantaba el güisqui on the rocks de los 19 días y 500 noches de Sabina y aún faltaban unos años para bailar el camarero, por favor, el mejor bourbon de Texas, pero ya sonaba el saca el güisqui, cheli, para el personal y quienes se sentaban en el taburete estaban cansados de ver a los vaqueros del oeste beber whisky en los saloones y el tintineo de hielos de los chicos duros en los tugurios. Y con esa música llegaban los distribuidores a los bares. Cada marca quería tener más presencia que la competencia. Y para enganchar al camarero de turno regalaban mecheros, bolígrafos, espejos, llaveros, jarras... Aquellos años setenta pillaron a Emilio del Álamo al otro lado de la barra. Empezó a coleccionar espejos, pero pronto los cambió por las jarras de güisqui, en realidad, lanzadores de agua. Cada vez llegaban más. Una cosa llevó a la otra. Y la otra a una colección. Pronto se picó con otro hostelero. La carrera era caníbal. Su contrincante, que aún le gana en número, viajaba mucho a la costa y en los mercadillos de Levante las hallaba con facilidad. Con eso no podía competir. Hasta que llegó internet. Vio el cielo abierto. Pujó, compró, vendió. Ahora cuenta con unas 1.400 de 600 firmas distintas de la bebida espirituosa y, de momento, no ha tenido que echar a nadie de casa para exponerlas.

El coleccionista las muestra orgulloso. Una habitación solo para ellas. Y a la conquista del salón. No recuerda cuál fue la primera. Alguna de las que traían los distribuidores. Sí sabe cuánto le costó la más cara: 470 euros. Una jarra de White Horse del año 1900, de Royal Doulton, una de las marcas británicas de cerámica más prestigiosas. La logró en una puja por internet. «Pensaba que no me la iba a llevar. Aposté una hora antes y pensé que me la quitarían, pero la conseguí», cuenta al tiempo que bucea en la memoria en busca de la más barata.

Quizás, calcula, al final la más económica fue una que perseguía y que para llevársela tuvo que comprar 111 de una tacada. «El vendedor decía que no tenía tiempo para buscar ni sabía dónde la tenía y me llevé todas por 350 euros», comparte mientras hojea un catálogo y mira con ojos de deseo una Toby de Johnnie Walker, que a punto estuvo de acariciar, pero los 800 euros que le pedían se le hicieron muy cuesta arriba; algunas de White Horse, «que valen un potosí»; o esas también inalcanzables de cristal de caramelo de Wattson´s.

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